TOLERANCIA Y COMPRENSIÓN Tolerancia, comprensión. Son virtudes que se desarrollan a partir de la aceptación de tu propia violencia, intransigencia, soberbia y neurosis. De querer que las cosas, o pretender que las cosas sean como tú quieres. Que la gente actúe como tú piensas que es lo mejor, a tu ritmo, a tu sincronía. Siempre en guerra, siempre en discusión, siempre viendo el lado malo, el defecto, lo que no hay, lo que todavía falta por hacer. Incapacitado, incapacitada para ver lo poco o mucho que se realiza, como si estuvieras ciego, manifiestas tu neurosis, tu intolerancia, para todos incomprensible. Hacer un alto es un buen principio, comenzar a ver lo bueno que hay en los demás, por poco que sea, siempre hay un algo que estimular, algo que agradecer. No esperes a que la vida te sacuda de golpe y te haga ver lo ciego, lo egoísta, lo inconsciente de tu actitud. Es preferible que ante cualquier circunstancia concedas, por lo menos, el beneficio de la duda, que aprendas a ver lo bueno, que aprendas a ponerte en los zapatos del otro para percibir su infierno, sus limitaciones, sus propias dudas, su dolor. Cuando has logrado hacer esto, la compasión viene de inmediato y es posible decir; “como no entenderlo si yo he vivido también desolación, si yo también he vivido noches oscuras, rabia inexplicable, impotencia y frustración. Si también he sido víctima y victimario de la inconsciencia”.
De la comprensión viene la tolerancia, la tolerancia que en primer lugar te permite no engancharte en la emoción del otro, no responder de emoción a emoción, callar ante el aparente error para ver y estimular lo bueno. Y poner a Dios entre los dos con un pensamiento, con una oración. Recuerda que esto es trabajo interior, trabajo de corazón, de mente y espíritu. A nivel material, tampoco escudes en la tolerancia la evasión, en esperar que un hijo cambie de actitudes o deje la adicción. Ahí tienes que tomar acción, tienes que poner límites y reglas. No confundir la tolerancia con la evasión también es un buen camino de solución. Tolerancia y comprensión, virtudes a tu alcance que te permiten convivir, evolucionar e incluso conocer a Dios, porque Él, es tolerancia en su máxima expresión.
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