¿TE GUSTA SER JEFA? MUJERES AL PODER.

¿TE GUSTA SER JEFA? MUJERES AL PODER.

¿TE GUSTA SER JEFA? MUJERES AL PODER.

 © Rosetta Forner

 

“Si no contratarías a la empresa que te ha contratado o no serías el jefe de tu jefe, ¿cómo es que todavía trabajas ahí o tienes a esa persona por jefe? Libérate de tu propia esclavitud. La libertad es un derecho que si no lo ejerces no te sirve de nada tenerlo.”

© TRIUNFING Y OLVÍDATE DEL FRACASO (Amazon)

 

He trabajado por cuenta ajena y me gustó hacerlo. No es fácil ser empleada, tampoco lo es ser jefa –por regla general es difícil contentar a gente tan dispar que, lo único que tienen en común, en el mejor de los casos, es el trabajar en el mismo departamento, o para la misma empresa-. Arquetípicamente, el ‘jefe', 'la jefa', suele recordar al padre o a la madre, o ambos.

  • La empresa es una suerte de ‘escenario psicoanalítico’ donde la gente trata de lidiar con sus fantasmas interiores a través de relacionarse con los diversos ‘personajes’ de su drama personal, por eso es tan habitual tener ‘problemas’ en el lugar de trabajo. Si la jefa es mujer, la cosa se complejiza aún más. A pesar de que pueda pensarse que en el siglo 21 estas cosas, ‘ya no pasan’, pasan y mucho. Sin tapujos y con total sinceridad, las mujeres lo tienen mucho más difícil que los hombres, porque al ‘techo masculino’ (que no de ‘cristal’), hay que añadir que entre ellas no existe ‘solidaridad de verdad’ (eso llamado ‘sororidad’), sino competencia oculta, e incluso, a veces, desleal.

 

  • Si la mujer jefa adopta el rol de ‘amiga’ o de ’madre’, en ese caso, quizá logre templar los ánimos de sus colaboradores femeninos que se avengan a interpretar el rol de ‘hijas’ o de ‘amigas’. En cambio, si opta por ejercer el liderazgo sin disimulos, debe prepararse para lidiar con egos que le crearán situaciones complicadas, de difícil manejo, o como poco, desagradables. Las mujeres esperan de su jefa que las defienda, cuide, disculpe, y cubra las espaldas, pero no que les exija, responsabilice y se relacione con ellas como lo haría un jefe hombre.

 

  • Las colaboradoras a las que no les importa tener por jefa, a una mujer líder, o que la prefieren a un jefe hombre, suelen ser mujeres que se han liberado de los celos que conlleva el ‘género’, constituyendo unos elementos excelentes en el equipo, a modo de piedra angular, que contribuirá a alcanzar el éxito.

 

  • Que a uno no le guste su jefa, no le convierte en candidato al ‘diván del psicoanalista’ pues no todos los jefes –o jefas-, son buenos. A veces, tampoco son buenas personas: los hay frustrados, acomplejados, incompetentes, mezquinos… Idealmente, todas las jefas (y jefes) deberían ser geniales, fuera de serie, competentes y con un sano nivel de inteligencia emocional para gestionar desde la madurez y manejar las situaciones con asertividad.

 

  • ¿Cómo es tu jefa?
  • En mi caso, he tenido de todo un poco. Ahora soy mi propia jefa y mi ‘colaboradora estrella’, lo cual me facilita tanto quejarme como hacer sugerencias. Lo mejor de todo es que NO tengo que esforzarme en disimular la incompetencia de otros, ni asumir que sus errores desluzcan mi trabajo. Por supuesto, haber trabajado en equipos muy diversos ha sido la razón del por qué decidí enseñar a la gente a ‘contratar a quien la quiere contratar’, factor ineludible cuando se quiere crear equipos cohesionados, asertivos, eficaces, de alto rendimiento, centrados en sacar la empresa adelante y no en conspirar, o perdiendo el tiempo en actividades no relacionadas con la actividad y el propósito de la empresa.

 

  • Si, en una entrevista para optar a un puesto de trabajo, te focalizas en agradar, pues sólo piensas en conseguir que te den el contrato, y no en hacer preguntas, puede que acabes trabajando a las órdenes de alguien a quien querrías mandar al infierno en tú primer día de trabajo. Para evitar tan desaconsejable situación, entrevístale. Hazle preguntas (mejor llevarlas preparadas). Evalúa sus respuestas, los pros y contras. Y, decide si quieres o no contratarlo, a ser posible, antes de que te hagan la oferta en firme. Durante la entrevista, todo aquello que no te convenza o no te cuadre, será peor cuando estés dentro. No minimices los ‘contras’, no desatiendas las señales ni desprecies la información subliminal. Recuerda que irás a trabajar cada día de la semana, que pasarás allí ocho horas, y eso se repetirá todas las semanas, todos los meses…, mientras no te rescindan el contrato. ¡Trabajar en el infierno se te hará eterno! Simplemente a cambio de un salario que bien podrías tener de emplearte a ti mismo o quizá trabajando para alguien a quien si contratarías.

 

  • Quien no te valore el primer día de trabajo, nunca no lo hará.
  • Quién no sea capaz de ver tu talento y potencial, valorar tus capacidades y apreciar tu grado de profesionalidad, no lo hará por más que te esfuerces.

 

  • No todos los que ostentan altos cargos, son buenos profesionales. Lo he podido constatar en las empresas multinacionales en las que he trabajado y con las que me he relacionado profesionalmente. En algunos casos, cuánto más grande la compañía, mayor es el número de incompetentes por metro cuadrado. No obstante, siempre hay alguien dispuesto a asumir las competencias y las responsabilidades que conlleva hacer bien un trabajo. Lamentablemente, estos quedan opacados por los trepas incompetentes que les hurtan el mérito y la gloria del trabajo bien hecho.

 

  • Las que valen y consienten que otros se adjudiquen el mérito y se lleven los laureles, tienen otro nivel de mediocridad: el de no creer en ellos lo suficiente como para largarse en busca de una oportunidad mejor, o como poco cambiar de estrategia y lograr que se sepa quién es el profesional competente. A veces, en las altas esferas no se enteran de lo qué pasa en cada departamento de la compañía. Deberían saberlo. Parte de las competencias de un jefe es conocer a sus empleados y saber lo que pasa en cada rincón de la compañía.

 

  • Las empresas que no suelen dar lo mejor de sí mismas, ello se debe a que los equipos no están dirigidos por un buen líder. En cada empresa debería existir un ‘catador de talentos’, alguien externo que evalúe el potencial de cada miembro del equipo, sus aspiraciones, sus capacidades y sus ‘puntos débiles’ para organizar así el organigrama de rendimiento óptimo de la empresa.

 

  • Aunque trabajes por cuenta ajena, deberías ocuparte de ti como si fueras tu propia jefa: liderarte, dirigirte, supervisarte, enseñarte, corregirte, exigirte… De ésta manera podrás complementar o discutir la evaluación de tu jefa o jefe, e incluso proponerte para un ascenso o mejora.

 

  • Si tu actual jefa o jefe no se entera de lo fabulosa que eres, házselo saber. Quien no se arriesga no se da la oportunidad de ganar. Asume que tu situación se da porque tú lo permites y lo fomentas. De no permitirlo, no sería como es.

 

  • Muchas mujeres se pasan la vida esperando a que los demás se den cuenta de lo mucho que valen. En mi opinión, tampoco ellas saben lo que valen por eso esperan que sea otro quien se lo diga. Al no lograrlo, se frustran y enfurruñan.

 

  • Existe la variante de la que sabe que vale, pero no se atreve a defenderlo. En su caso la frustración es mayor, pues siendo consciente de su valía, la atenaza el miedo al fracaso que supondría confrontar a la autoridad y que no se la reconociese, lo cual la pondría frente a frente con el tener que mantener su puesto de trabajo pero ‘tragando’.

 

  • No esperes un milagro… si en la empresa donde prestas tus servicios, les has mostrado que, no importa cómo te traten, ahí sigues tú como sí nada. Lo que uno permite es lo que uno promueve.

 

  • No es el trabajar por cuenta ajena. Lo que te sucede, no se debe a que trabajes por cuenta ajena, de hacerlo por cuenta propia, te sucedería lo mismo: tus clientes no te respetarían, los habrías acostumbrado a ‘exigir mucho y pagar poco’, algo así como ‘ellos tendrían todos los derechos y tú ninguno’.

 

  • Solución: empieza por desintoxicarte de tu sumisión, de tu falta de confianza, de tu miedo a dar el salto, de tu apego a la zona de amuermamiento (mal llamada de ‘confort) o la comodidad de la incomodidad. Si no sabes cómo hacerlo, búscate hadamadrina. Un buen coaching PNL puede hacer maravillas. Palabra de experta.

 

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