RESPONSABILIDAD COMPARTIDA - Primera parte

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El nacimiento de un bebé, es una responsabilidad compartida tanto del hombre como de la mujer. Cumpliendo cada uno con el papel que la naturaleza y la vida en común les ha asignado. Es necesaria la participación en conjunto de la crianza de este nuevo ser, los esfuerzos combinados de los padres, logrará que el día de mañana vuelvan a recuperar su vida en pareja.

Muchas mujeres me preguntan en mis conferencias, por que al momento del nacimiento, el esposo no reacciona tan positivamente con su bebé, como lo están ellas y yo les comento que la mujer esta durante nueve meses las 24 horas del día, en un principio con movimientos, patadas, pero es una presencia que se siente constantemente, es impresionante como un ser que esta dentro de ti, te conectas de inmediato. En cambio el marido de repente siente que se mueve, ve los ultrasonidos, escucha el corazón, pero esto no tiene comparación, su amor paternal comienza con más intensidad al momento que lo tiene en sus brazos, en cambio la mujer esta con este nuevo ser durante el embarazo.

El alumbramiento para la mayoría de las madres primerizas -o las que no lo son- es un momento crítico, debido a que físicamente sufren dolores, nauseas, molestias, y emocionalmente viven una fase de cambios, de espera paciente, se convierte al instante más deseado de recibir a su pequeño angelito en brazos.

Se trata, en general, de no considerar el nacimiento de un hijo como responsabilidad exclusiva de la mujer. Por el contrario, tanto el hombre como la mujer deben compartir responsabilidad. En un principio la mujer participa 100 % en la lactancia materna, pero yo invito a los padres para que a través de los biberones y la leche de su mujer, intervengan desde un principio en la alimentación y cuidados de su bebé.

Por esto la importancia de integrar al esposo en todas las actividades de nuestros hijos, ya que si desde un principio logramos hacerlo, será más fácil que empiece a trabajar en fomentar los lazos afectivos entre padre e hijo(a), porque muchas madres de familia hoy en día, quieren ser las únicas que cuiden al bebé, empezando con la alimentación, para dormir, para jugar y después de un tiempo se dan cuenta que están agotadas y necesitan que nos ayude nuestro esposo, pero como queremos lograrlo, si desde un principio nos fuimos a la casa de nuestra mamá, y no fomentamos el amor paternal.


En cuanto a la capacidad que se tiene para ocuparse del cuidado de los hijos, tanto la madre como el padre la poseen, pero en la práctica, cada uno dedica diferentes tiempos y niveles para involucrarse, a consecuencia de que alguno de ellos está más tiempo presente que el otro.

Generalmente la madre es quien se muestra más implicada en la atención y cuidados requeridos por el hijo, ya que dedica una mayor parte del tiempo en alimentarlo, limpiarlo, llevarlo a sus clases en la tarde, al doctor, a la terapia entre muchas otras actividades, sin embargo, hoy en día, podemos observar un mayor número de padres adoptando conductas consideradas tradicionalmente como maternales.

Ahora ya no nos extraña, ver a un señor empujando la carreola de su bebé, besándolo con ternura, cargando la pañalera, llevándolo a la guardería, es decir la participación del padre en la actualidad cada vez es mayor. Debemos valorar esta presencia, ya que los hijos varones necesitan aprender su rol masculino a través de sus padres, como dice el Dr. James Dobson en su libro “Cómo criar varones”, las mujeres criamos niños y los padres hacen hombres.

Por otro lado en nuestra sociedad el padre es el jefe titular de la familia, pero su papel tiende a ser más inconsistente e indefinido. El padre, en muchas de nuestras familias (no en todas), se ha reducido a ser el proveedor del sustento, salen desde muy temprano y llegan a muy altas horas de la noche, parte por cansancio, parte por desconocimiento de los hijos, procura inmiscuirse lo menos posible en los problemas de éstos, hasta quedar literalmente al margen de sus vidas.

Esto sucedía mucho en generaciones anteriores, pero ahora en día debemos hacer que el padre participe cada día más con sus hijos, en una conferencia una madre me pregunto que podía hacer, ya que su hijo de 11 años, tenía una pésima conducta, que se enfermaba mucho y que tenía preocupación ya que pronto se acercaba la adolescencia Yo le pregunte que tanto veía al papá y me contestó que nunca, porque trabajaba de lunes a domingo y que él le decía que los hijos se debían forjar solos como él lo hizo, por eso mi insistencia de integrar al padre ya que los hijos son de ambos.

Muchos padres creen que no es necesaria su presencia en la vida de su hijo, sino tan sólo cuando la situación lo amerita. Sin embargo, lo meritorio para el niño lo es toda la vida, comenzando no desde el momento en que el hijo sea capaz de comprender, sino a partir de sus primeros contactos en los que el pequeño aprende a conocer el mundo que lo rodea, luego los padres pueden llegar a pensar que el niño es muy pequeño para entender, pero es importante que desde temprana edad el padre participe y disfrute el desarrollo de su hijo.

El error en que comúnmente cae el padre no por ser hombre, sino porque es él quien generalmente se ausenta más de casa a causa del trabajo, no se refiere al qué hace, sino al cómo lo hace; es decir, que aunque en todo haya excepciones, muchos padres pierden la noción de lo que es una jerarquía de valores en la vida, por lo que acaban prestándole mayor atención al trabajo que a sus propios hijos.

Si el bebé no tiene acceso al trato continuo con ambos padres, encontrará sólo la mitad de lo que necesita para desarrollarse armónicamente pues, además de no experimentar esa unidad entre sus progenitores, seguramente padecerá los conflictos y angustias de la madre que ha de enfrentar sola la crianza y educación del hijo. Tal responsabilidad, de algún modo la limitará para poderle brindar lo mejor de sí a su bebé quien, a fin de cuentas, será el que sufrirá las consecuencias.

En muchas ocasiones el esposo le reclaman a su mujer, que su hijo no le hace caso, que cuando llega nadie lo recibe y no se da cuenta que debe de poner de su parte para que su hijo se encariñe con él, como jugar fútbol los fines de semana, llevarlo a la peluquería, llevarlo al cine el domingo en la mañana, al teatro, a un día de campo, a partidos de FUT-BOL.

Hoy en día cuando vemos a los papás que llevan a los hijos solos a este tipo de espectáculos es porque esta separado de la madre y convive durante el fin de semana con sus hijos, claro que la excepción confirma la regla, y pueden haber papás súper presentes y no estando separados de su mujer.

Es impresionante como cada vez los padres de hoy participan más en la educación, beneficiando enormemente a sus hijos. Cada vez están más concientes de la importancia de su intervención, buscan más tiempo con los pequeños fortaleciendo así sus lazos de amor.

Es ingenuo pensar que lo ideal para crear una familia estable y feliz, sería mantener reunidos durante día y noche a ambos padres con su hijo, con el fin de estrechar firmemente los lazos familiares; además, quedaría en interrogación qué tan sano sería una relación así para el desarrollo personal de cada uno por separado.

Aunque cada vez sea mayor el número de madres que se incorporan al mundo laboral fuera del hogar sobre todo por causas de necesidad, no deja de ser el hombre quien principalmente asuma la responsabilidad del sustento familiar. Sin embargo, esto no es un obstáculo para la educación del hijo, ya que en forma conjunta lo pueden hacer.

También creo que la mamá debe de empezar a buscar algún trabajo, de venta de algún producto, hacer alguna manualidad, si sabe cocinar hacer algo para vender entre las mamás del colegio de los niños, vender libros, es importante ayudar a la economía familiar para de esta forma el padre pueda integrarse un poco a la vida en familia.

Por Ale Velasco
Abrazo de Chango Marango

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