Rebelde y gitana

Fabiola Guerra Ugalde

Somos los únicos desterrados por dios y de alguna manera eso me hace recordar a los gitanos. Siempre buscando nuevos senderos. Viajando por muchas tierras sin permanecer en ellas, sin rumbo fijo. Apropiándose de  los espacios públicos,  involucrándose con lo inmediato. Con un gracia y arte para ganarse la voluntad de otros. Los gitanos plantean enigmas, presagios poderosos. El calendario se convierte en un oráculo para predicar la vida. Son personas  tan oportunas como inesperadas. Con una encendida novedad se plantan en el paisaje.

La vida se abre como abanico y cabe preguntarse; ¿Yo soy de dónde quiero ser? Al mexicano le cuesta mucho trabajo entender que podemos ser pobres económicamente pero ricos culturalmente. Que podemos ser gitanos a nuestro modo respetando y valorando a las etnias gracias a ellas somos patrimonio intangible de la humanidad en “gastronomía”, “música –mariachis-“ “en el festejo prehispánico de día de muertos”, “los voladores de Papantla”, “la danzas del parachico”, “la pirekua”, etc. Sino empezamos por reconocernos en el otro estamos huérfanos de identidad. ¿Podremos algún día adoptar un grupo étnico? ¿Sabías qué ritos prehispánicos y fiestas católicas permiten  el acercamiento de dos culturas? Los indígenas dejaron inscrita su visión del mundo  y el universo en sus monumentos y obras de arte. Cada comunidad plantea sus propios enigmas con una encendida imaginación. Ser gitano es algo que debe interiorizarse, invocarse, para añadirse a tus labores de fin de semana. La cultura es un e abanico multiétnico que tiene el color del brillo. Decora tu  camino  y sé peregrina.  Combina  cultura espiritual y espacio físico.

Cada ser humano camina su propia epopeya o cuento de hadas. Hacer viajes imaginarios nos prepara para crear necesidades, entornos internos, palabras mágicas, voraces deseos que se traducen en viajes reales. Las cosas tales como las deseas primero empiezan en la imaginación. Aficionarnos al descubrimiento teje realizaciones.  “Extraer la cultura, la belleza o la naturaleza de nuestras vidas es empobrecerlas”. Es nuestra misión remover cielo y tierra. Uno es responsable de atesorar la vida. Nunca se es demasiado viejo para ser de mundo. Total, hay calles hay por doquier.  El hombre debe renunciar a vivir de la clausura debería recordar que estamos programados para disfrutar, para imitar movimiento. Cada acción expresa creencias sagradas. México ha sido un país que ha ignorado su diversidad.

Si nuestra atención a la belleza fuera masiva comprenderíamos que el racismo, la guerra y el desierto destruyen mundos antiguos, por ejemplo.

De manera protagónica tú puedes imponer tu presencia al mundo. ¿No crees que nuestras raíces deberían ser portátiles?

Gracias

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Comentarios

  • excelente, Fabiola! amo mis raices pero soy como una gitana porque soy trotamundos.

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