NUESTRO ENEMIGO INTERIOR.

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A través de los siglos de la existencia del hombre, muchos sabios, muchas personas que se han dedicado al estudio acerca de por qué sufrimos los seres humanos, acerca del dolor humano, han desarrollado una cantidad de teorías que van en dirección opuesta a lo que entendemos hoy en día como causas del dolor humano.

El enemigo que tenemos enfrente, no es el que siempre pensamos que ha sido quien está en contra nuestro. Nuestro verdadero adversario en la vida, el que nos ofende y nos genera una hostilidad muy grande y luego nos obliga y nos induce a culpar a alguien, no es lo que siempre hemos creído. O sea, no es alguien que está afuera quien nos lleva a estar o a sentirnos en el límite. No es un acontecimiento, una circunstancia, una persona o varias personas, sino que es algo que nosotros tenemos adentro, es un enemigo íntimo que convive con nosotros día y noche y que nos hace adoptar ciertas actitudes que van en contra de nuestros propios intereses.

Y… uno podría enumerar una cantidad de situaciones que nos molestan y que nos desestabilizan: un sistema económico que no va con nosotros, un hábito que hemos adquirido y que no podemos romper, una computadora que no funciona, un teléfono celular que no tiene señal, es decir, todas estas cosas que suceden en la vida cotidiana, las vivimos todos los días pero ¿éste es el verdadero enemigo que nos desestabiliza o es que nosotros tenemos un estado especial de ánimo y de humor que hace que estos fenómenos que son externos a nosotros, y que son circunstanciales porque generalmente terminan arreglándose, hace que podamos descubrir que el verdadero enemigo es interno?

Y… uno puede sentir esa presencia porque es como que pudiéramos escuchar un susurro, es una voz que nos atormenta y que nos derrota en el interior de nuestras mentes. Es el no puedo, es el no voy a poder, es el no voy a llegar, es el no es para mí. Es una crítica profunda y nadie nos critica tanto como lo hacemos nosotros mismos. Y sabemos cómo las voces de conflicto nos atacan enviándonos de un lugar a otro, nos hacen dudar finalmente de las decisiones que tenemos que tomar.

Esa insatisfacción interna que se proyecta a través de esa primera imagen negativa que nosotros tenemos de nosotros mismos, es la que nos va empujando lentamente a llegar a estar en el límite. Somos nosotros que no creemos en nosotros mismos, que no tenemos confianza, que dudamos, que necesitamos de la aprobación de los demás, que le damos mayor importancia al juicio que los demás hacen de nosotros que el juicio que nos merece nuestra propia persona. De ese modo vamos construyendo nuestra propia destrucción, nuestra llegada al límite, nuestro traspaso de la línea divisoria, nuestra caída al precipicio.

Entonces ese sentimiento de infelicidad, ese sentimiento de disconformidad con la vida, es como una fruta muy amarga. Es la falta de auto-entendimiento.

En esa confusión que tenemos no hacemos otra cosa que hacernos daño: elegimos mal con quien queremos estar, elegimos mal nuestras amistades y hacemos cosas creyendo que el placer efímero o el bienestar inmediato nos va a quitar ese enemigo interno y lo que hacemos es profundizar luego nuestros sentimientos de insatisfacción, porque nos sentimos culpables, porque nos sentimos mal, porque nos damos cuenta que aquellas cosas que hemos hecho no son las que nos generan el verdadero equilibrio y el verdadero bienestar.

Y estas fuerzas que actúan en nuestro interior se han denominado fuerzas negativas, que son de alguna manera, las que se contraponen a esas emociones positivas, que son las que nosotros deberíamos cultivar, las fuerzas positivas, las fuerzas de la verdad, las fuerzas de la esperanza que van definiendo ideas superiores a estados de conciencia, que impulsan al individuo a actuar y a sentir lo bueno y extraordinario, en primer lugar, de estar vivo, en segundo lugar del entorno de todo lo que le rodea, de la naturaleza, de formar parte del universo, que no es poca cosa.

Hay una lucha constante entre estas fuerzas positivas y las negativas que están en una perpetua batalla por el control del ser humano. Y tú seguramente conoces o puedes hacer el análisis de tu propia persona, cuáles de las fuerzas predominan en tu ser, cuáles de las fuerzas predominan en tu lucha cotidiana. Y si compruebas que las fuerzas que predominan son las negativas, estás muy cerca del límite. Entonces tienes que rápidamente evaluar de qué manera puedes liberarte de esas fuerzas negativas para dar paso a la esperanza, a tus sueños, a tu proyecto personal, a esas fuerzas positivas que hacen que empujen literalmente al ser humano hacia adelante.

 

Dr. Walter Dresel

wdresel@adinet.com.uy

www.exitopersonal.org

www.walterdresel.blogspot.com

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