NO SOY UN PATITO FEO, SOY LO QUE YO DECIDO SER.

NO SOY UN PATITO FEO, SOY LO QUE YO DECIDO SER.

Reinventemos el cuento del patito feo.

“Soy el Patito feo, aunque de feo no tengo nada. Me dio por contemporizar con todos aquellos con los que me encontraba. Y, me fue fatal, que quieres que te diga. Si eres o te crees ‘patito feo’, escucha atentamente.

Nací en una granja (sinónimo de pueblo, ciudad, urbe). Pronto destaqué por mis diferencias, las cuales, en vez de ser tomadas como tales, fueron etiquetadas de ‘feas’. Yo era feliz en mi mundo, lo que no impedía que, me pusiera triste, cuando otros niños y niñas la tomaban conmigo. Había unas gemelas en mi misma clase que me tenían tirria, mucha tirria, lo que ellas me hacían ahora se conoce como ‘bulling’. Un día, cada una de ellas, al unísono, tiraron de mis trenzas (mi madre solía peinarme mi larga melena en dos trenzas). Afortunadamente, logré zafarme y, a una de ellas, le propiné una patada en la espinilla. En la calle donde vivía tampoco les gustaba a todos los niños y niñas, porque yo no era ni un patito feo ni tonta, vamos que era muy lista, bonita y, sobre todo, respondona, cosa que, con el tiempo descubrí que es un ‘deporte de altísimo riesgo’, lo de plantar cara y decir lo que pienso, vamos.

¡Maldita envidia!

En mi casa, afortunadamente, me querían mucho y les encantaba mi forma de ser. Sin embargo, más allá de la seguridad de mi hogar, las cosas se ponían feas… (Uy, qué chiste más malo me ha salido).

Crecí y me echaron de muchos clubes. O, no me admitían o me echaban o acaba por irme asustada ante tanta ignominia. No vayas a creer que era un patito antipático, ni mucho menos. Se debía a que no encajaba en el molde que ellos me presentaban. Ya lo confesé: siempre fui muy respondona.

Al principio, me sentí muy mal, luego traté de encajar, quería que me quisieran como sucedía en mi casa. Con toda mi buena intención –aún no había aprendido que el camino del infierno está pavimentado de buenas intenciones-, me propuse encajar en ese molde que me presentaban, así que unas veces encogía la pata, otras el ala, otras el pico, otras el cuello… incluso llegué a esconder mis neuronas, ¡fíjate que tontería! Nada funcionó. Me dolía el alma de tanto encogerme.

Con el tiempo me di cuenta de que la autoestima de los demás no depende de mí, eso es algo personal e intransferible. Asimismo, aprendí que ni por nada ni por nadie debo traicionar mi integridad. Si alguien se siente mal a causa de tus ‘cualidades’, esconderlas o menospreciarlas, no logrará que el otro (él, ella) se sienta mejor y, como daño colateral, te sentirás traicionado por ti. No te harás ningún favor, ni se lo harás a los demás y, tú, te sentirás fatal.

No encajar en ningún club redilero, en verdad, fue una bendición. Era como si mi karma (bueno, en este caso), todo el rato se empeñase en empujarme hacia mi destino. No encajar tiene sus ventajas: te acabas puliendo cual diamante. Lo que en principio es tan sólo un trozo de aparente carbón, negro, feucho, sin brillo, esconde en su interior una maravilla que, a base de ‘pulidos’, sacudidas, encontronazos, rechazos y coscorrones, acaba por revelar su verdadera naturaleza. Una ciertamente brillante, única, diferente. Resultado: al brillar, encontré a los míos. ¡Me reconocieron! No tuve que hacer esfuerzo alguno. Fue reconocimiento al primer vistazo. “¡Eres alguien único entre los únicos”!, me dijeron. Se sentían muy dichosos de haberme encontrado. Era el primer club, no club, del que no sólo no me echaban, no trataban de ningunearme ni de igualarme hacia abajo, en vez de ello, me daban la bienvenida con orquesta y honores.

Qué bueno que nunca disfracé mi verdadera naturaleza y me mantuve fiel a mis principios. De ésta manera, mis ‘iguales’, los de mi manada de alma, me pudieron reconocer. En verdad, todos aquellos que me rechazaron me empujaron hacia mi destino. Por eso, no les guardo rencor, al contrario, les estoy muy agradecido. De no haberme ‘echado’ de esos clubs redileros, no habría llegado a saber la inmensa luminaria mágica que es mi alma ni descubierto mi misión. Fue una suerte haber sido ‘el patito feo’. Actualmente, enseño a otros a descubrir que no son ‘patitos feos’ sino cisnes, delfines, águilas, leones, mariposas… con una belleza singular, única, irrepetible.

Asimismo, me especialicé en desenmascarar a los ‘pretenders’, o sea, a los que van de lo que no son. ¿Mi arma infalible? Aprendí que arrojando mucha luz, esto es, no seguirles la corriente, atreverme a revelar mi postura y mantenerla firme aún a pesar de que me ‘coaccionen’ veladamente con ‘echarme a los cocodrilos’ (léase ostracismo), ser valiente y no retroceder ni un paso, no pedir perdón por ser cómo soy… Este tipo de actitud-comportamiento, a los ‘pretenders’, les pone de los pelos haciendo que se les caiga la careta en un pis pas. Los de buena alma, los de verdad, no los fingidos, tienen una característica diferencial: BONDAD. Lo cual se traduce en respeto por las diferencias, no rencor, aceptación de la naturaleza humana, compasión, empatía. En el caso de que ‘no te reveles como ellos esperaban’, léase, tienes una opinión o postura diferente a la suya en algo, los ‘pretenders’ te mandan, de un manotazo desdeñoso, al ostracismo en menos que canta un gallo. En cambio, los ‘cisnes’, respetan tu opinión la compartan o no. Es más, a diferencia de los ‘pretenders’ (autoritarios, contrafóbicos, fanáticos), les gusta la discrepancia por ser sumamente sana.

No eres un ‘patito feo’, eres lo que te dé la gana ser.

Nunca más permitas que los demás te digan que no eres un ser bello, digno de amor, con dones y talentos. No permitas que nadie te diga que no tienes talento, o que el tuyo vale menos que el de tal o cual fulanito sólo porque seas menos ‘famoso’. Lo cierto es la ‘fama’ en los clubs redileros no es fama en estado puro sino manipulación disfrazada de oropel, ya que se la dan a aquel que más y mejor se adapta a las consignas y mandatos del redilero club aniquilador de singularidades. La redilez tiene premio, uno que es, en verdad, veneno para el alma. Por eso, prefiero ser un cisne digno de mi luz antes que traicionar mi integridad por una fama que, por buenos réditos materiales que dé, se quedará aquí cuando mi alma regrese a Casa y deje aquí su envoltorio físico. No hay nada que compense la traición al alma, nada. Recuérdalo y siéntete orgulloso de ser un ‘patito feo’ para los redileros ‘pretenders’. Porque eres un cisne de luz, un león de luz, una mariposa de luz.

Como dijo el sabio: “cuánta más intensa es la luz, más intensa es la sombra” (envidia, celos, etc., etc.).

 

  • Preguntas:
  • ¿Te gusta destacar o te escondes?
  • De pequeño, ¿sobresalías en algo en clase?
  • ¿Qué es lo que más te gusta en los demás, lo que admiras?
  • Esa cualidad que admiras en otros, ¿qué tal anda en ti?
  • ¿Qué es lo que más valoras en ti?
  • ¿Por qué eres valioso?
  • Si tú no estuvieras en el mundo, ¿qué se perdería?
  • ¿Has tenido a alguien en tu infancia que te valorase o creyese en ti?

 

  • Tu nuevo mantra: Soy lo mejor que me ha pasado. Me encanta mi singularidad y adoro aportar un punto diferente al mundo, otra tonalidad…

(c) Rosetta Forner, 21 Febrero 2022. Fuente libro en preparación... "Mañana es tarde para la felicidad; atrévete a ser tú y hazte fácil la vida.

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