LA AUTOESTIMA, HAY QUE MIMARLA, NO LASTIMARLA.

LA AUTOESTIMA, HAY QUE MIMARLA, NO LASTIMARLA.

CÓMO SE DAÑA LA AUTOESTIMA

 

Lastimarnos a nosotros mismos se nos da, por regla general muy bien, lamentablemente. ¿Por qué procedemos de esa manera?

¿Qué nos hemos hecho, que sea tan malo que no pueda ser perdonado y si castigado?

¿Acaso se debe a que no cumplimos con las expectativas de los demás?

O, ¿será por qué no nos hemos librado del ‘pasado’, es decir, no hemos vaciado las arcas emocionales o los armarios interiores?

Después de tantos años en la Tierra y de ejercer como hadamadrina (coach del alma), en base a mí experiencia empírica (no he trabajado con todo el mundo, obviamente, pero sí con un número 'estadísticamente' suficiente como para sustentar mi análisis), he llegado a la conclusión de que, al parecer, a la gente, en general, le es más fácil y barato ser infeliz que arremangarse y significarse porque, ser feliz, suele ser objeto de envidia. Alguien que se ama a sí mismo y se acepta como es, suele ser sospechoso, y por ende, tachado, de ‘poseer un ego inflado’ o ‘tener el mal de la soberbia’. En cambio, alguien infeliz, entristecido, que acostumbra a macharse la autoestima suele ser objeto de ‘ayuda’, compasión y conmiseración. Por lo que, siempre tendrá un sitio (un ‘plato de mala comida emocional’ en forma de ‘rescate’), en el CdR (club del redil), o lo que viene a ser lo mismo, siempre hallará quien le rescate, le haga los deberes (algo así, como asumir sus responsabilidades). Se fundirá con la masa, hundirá su singularidad en la mediocridad, se dará a la depresión y envolverá su alma de negrura.

Un panorama nada halagüeño.

Ergo, ¿por qué nos maltratamos la autoestima si ese es el resultado?

Asumir que uno es el autor de sus ‘resultados’ aunque no sea esos resultados a nivel de identidad, es tarea para valientes. Se requiere mucho coraje y mucha determinación. Capacidades que todos poseemos pero que no todos usan.

  • ¿Cómo, específicamente, nos dañamos la autoestima?
    • Comparándonos.
    • Criticándonos.
    • No empatizando, esto es, no siendo compasivos con nosotros y nuestros matices.
    • Exigiéndonos ‘lograr metas’ que ni nos van ni nos vienen.
    • No siendo quienes somos (esconder, ahogar, ningunear nuestra singularidad).
    • Pretendiendo ser el ‘alguien’ que alguien quiere, o espera, que seamos
    • Enfadarnos con nosotros por no lograr ser como ‘alguien’ quiere que seamos.
    • Obligarnos a encajar en un molde (o en cualquiera) que no tiene nada que ver con nosotros.
    • No permitiéndonos experimentar.
    • No concediéndonos el derecho a ‘equivocarnos’.
    • Mantenernos agarrados al pasado y a todas sus desgracias, desastres, desilusiones, desengaños y ‘errores’ aún a pesar de ver que están podridos y huelen fatal.
    • Castigarnos por esos ‘supuestos errores’ (resultados no deseados) del pasado o del presente reciente.
    • Culpando a los demás de nuestros ‘resultados no deseados’ (comúnmente conocidos como ‘errores’).
    • Decidiendo que Dios nos tiene manía.
    • Asumiendo que no somos especiales porque nadie nos ha dado un Oscar, un premio Nobel o cualquier premio.
    • Sintiéndonos pobres, fracasados o una mierda porque no tenemos tanto dinero como el vecino o por no tener un casoplón.
    • Sintiéndonos poco menos que una mierdecilla al no tener pareja. En vez de asumir que el que alguien no nos quiera amar no nos convierte en personas ‘unlovable’, o sea, no dignas de ser amadas.
    • Asumiendo que el éxito es una medida infalible e innegable de la valía de una persona, ergo, si no se tiene éxito es porque no se vale nada.
    • Asumiendo las conductas de los demás, esto es lo que nos demás nos hacen, como algo personal.
    • Dejando siempre en mano de los demás (otros que tampoco se aman a sí mismos), el que nos amen, nos valoren, nos cuiden, nos alimenten el alma.
    • No asumir que la Vida tiene fases de pérdida y de ganancia, y que vivir es una tarea compleja y a veces, muy dura.
    • No llevarse bien con la frustración.
    • Pretender vivir ajustado a filosofías ‘falsas’ tipo ‘lo mejor está por venir’, como si la Vida no fuese vida y tuviese de todo.
    • Vivir de espaldas a que estamos de paso en la Tierra y de que nos iremos algún día.
    • No ser agradecido, no usar la capacidad de disfrutar.

En resumen, lo que daña la autoestima es no aceptarnos tal y como somos y, por ende, no brillando la singularidad que habita el alma que somos.

Es muy fácil ser feliz. Otra cosa es estar feliz siempre. Pero, no estarlo siempre no nos convierte en fracasados. Se puede estar muy a gusto en la piel propia, se puede agradecer que, la Vida, nos abre los ojos cada mañana y, sin embargo, tener a la tristeza por compañía. Ocurre que, cuando alguien a quien amamos se va de este mundo, entramos en una fase de duelo y, en ese duelo, dejamos de estar felices para pasar a estar tristes aún a pesar de ser personas felices. En el mundo actual nos hemos condicionado a depender de los ‘like’ de los demás en todos los sentidos y terrenos. Esto unido a la moda del ‘falso positivismo’ (yo lo llamo ‘tontismo’), nos genera mucha infelicidad por cuanto es veneno puro para la autoestima del alma.

Vivir es un oficio complejo lo cual no impide disfrutar de la Vida y de lo que ésta nos ofrece. Hay que dejarse amar por la Vida. Agradecer el amor que nos regalan otros seres humanos y amar a quien le hable a nuestra alma. Todo en la vida es efímero menos el amor. El amor es lo que nos nutre y nos da fuerzas. El amor nos permite no quedarnos atrapados en los túneles de oscuridad y lograr hacer la travesía del desierto.

Ser realistas, esto es, ajustarnos a nuestra realidad y desde ahí sacarnos provecho, asumiendo que somos singulares, únicos e irrepetibles al poseer una gracia especial que sólo tiene cada uno de nosotros y que debe brillar su luz, para contribuir a hacer de este mundo, un lugar mejorado es el mejor alimento para la autoestima humana.

  • De hoy en adelante, sé amable contigo. Agradece a Dios o al Universo el milagro que eres y la singularidad que te ha sido concedida. Brilla tu luz. Vive tu vida como te dé la gana, a tu manera, acorde a tus valores. Tu autoestima te lo agradecerá, y el resto también.

Ámate como nadie lo hará, porque sólo tú puedes amarte como lo hace Dios o tu ángel de la guarda.

© Rosetta Forner

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UN POCO DE HADAMADRINING ES UN MUCHO DE COACHING.

“Rosetta Forner conoce los principios del bienestar del ser humano. Es la persona con la visión y el conocimiento precisos para arrancar las creencias destructivas, a veces, tan arraigadas en nuestra interpretación de la realidad, que remontan a nuestro nacimiento.” Elena Sancho Pereg, soprano

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