La vida es como se la recuerda

¿De qué depende que podamos construir buenos recuerdos? ¿Cómo podemos hacer para poder mirar atrás a nuestro pasado y ver en él cosas bellas y buenas?  Muchas veces esto parecería ser un desafío demasiado grande para muchos de nosotros. Sin embargo, si nos detenemos a reflexionar sobre qué son nuestros recuerdos, podremos encontrar que son historias que hemos construido a partir de las muchísimas experiencias que hasta ahora hemos vivido.  Sin lugar a dudas en nuestro camino hemos experimentado miles de vivencias que han sido buenas para nosotros y otras muchas que nos han lastimado. Así es la vida. La tuya, la mía, la de todo el mundo. No todo puede ser “miel sobre hojuelas”.  Sin embargo, hay personas que, a pesar de haber sido sometidas a difíciles experiencias hablan de su vida pasada con satisfacción, con orgullo, incluso con entusiasmo de esos episodios. ¿Qué hace distinto esta gente? ¿Cómo es posible que miren su pasado doloroso, desde una óptica ajena, con satisfacción y serenidad?  La diferencia en estas personas es el lugar donde están poniendo su foco de atención  y la manera como están interpretando ciertas experiencias.

Las personas que recuerdan su pasado con satisfacción y orgullo se enfocan mucho más en las cosas positivas que hasta las vivencias más terribles pueden tener. El reciente caso de la joven estudiante pakistaní, Malala Yusafzai  que fue atacada por los talibanes a balazos por defender el derecho de las mujeres a recibir educación en su país, es un ejemplo de ésto. A partir de este trágico evento ha recibido la atención y apoyo de muchas personalidades de diferentes países que se han interesado por ayudarla con su lucha. Además de haber sido nominada para el Premio Internacional  de los Niños por la Paz. El atentado de octubre de 2012, ha sido el parte aguas para un fuerte impulso a su carrera como activista y parece haberle dado aún más energía para seguir su  ideal. El dolor puede dejar un aprendizaje y abrirnos un universo de nuevas oportunidades de crecimiento, si las sabemos encontrar.

Realmente, en términos de adversidades y calamidades vividas, una diferencia importante que parece existir entre las personas más satisfechas con su pasado es la manera como se recuperan y dan sentido y significado a sus desgracias.  Nelson Mandela es otro caso ejemplar. Durante toda su vida ha luchado por los derechos de la población de raza negra en Sudáfrica. En su lucha sufrió largos 27 años encarcelado, tuvo que ver morir a muchos de sus compañeros de batalla, sufrió innumerables vejaciones y atropellos antes de conseguir la abolición del apartheid racista y volverse el primer presidente elegido democráticamente por toda la población de Sudáfrica. A últimas fechas, Mandela se ha dedicado a ser un conferencista internacional  y habla de su vida con satisfacción.   La diferencia entre las personas que tienen recuerdos buenos y las que no, es la manera como a partir de lo que sea que les toque vivir, puedan construir posibilidades de desarrollo y se hagan héroes y no victimas de su pasado.

Al final, cuando los años nos pesen y nuestros pasos se acorten, pasaremos mucho tiempo quizá visitando y revisitando nuestros recuerdos. ¿No sería entonces fabuloso que encontrásemos en esos viajes al pasado historias que nos llenen de satisfacción y orgullo?

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