LA PRACTICA DE LA ATENCION PLENA... O MINDFULNESS

“Las prácticas para desarrollar el estar plenamente jamás han sido descritas como el camino para lograr un virtuosismo (y ciertamente no como el camino para lograr la espiritualidad más “avanzada” o “elevada”), sino más bien como una manera de desprenderse de hábitos de no atención, como un des-aprendizaje más que un aprendizaje.

Este aprendizaje requiere ejercitación y esfuerzo, pero se trata de un sentido del esfuerzo que difiere del esfuerzo para incorporar algo nuevo. la atención plena o mindfulness es primariamente una actitud y una práctica que nos invita a habitar el momento presente de un modo particular, más atento, presente y vivo. Thich Nhat Hanh; maestro Vietnamita; describe esta práctica como un modo de mantener la conciencia viva en la realidad presente. Desde esta perspectiva, la atención plena es un modo de vida al alcance de todos y una actitud desde la cual vivir en la vida cotidiana y no es una mera técnica de desarrollo personal.

Mindfulness no es una técnica para ser distintos a quienes ya somos o para reemplazar aquello que no nos gusta por algo que creemos que será mejor, ni tampoco es una herramienta orientada a incrementar nuestro potencial y desarrollo individual, para ser más productivos o mejores en algo. Podemos entenderla más bien como una práctica que nos puede ayudar a mirarnos a nosotros mismos con el corazón abierto, soltando los prejuicios (que por lo demás todos tenemos) y atrevernos a dejar las imposturas (o reconociéndolas cuando estas afloren) y no escapar automáticamente de ellas. La práctica de atención plena es entrar en contacto con quienes ya somos, para ir poco a poco haciéndonos amigos de nosotros mismos.

Ver mindfulness como una técnica implica implícitamente adoptar un modo dualista de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás, es decir, por un lado diferenciamos la técnica de quien la utiliza, y por otro la técnica se utiliza para conseguir un fin diferente de la técnica misma, transformándose así en un medio para lograr un objetivo.

Paradójicamente el poder renovador de la práctica de mindfulness está en que nos ayuda a diluir la separación entre medios y fines, en la medida en que la misma práctica se transforma en el fin. Suena contradictorio realizar la práctica de vivir más presentes y alertas para poder estar más presentes y alertas en el futuro. La práctica es el fin mismo, y se actualiza cada vez que la realizamos.

Podemos entender la práctica de mindfulness como un modo de mirar profundamente la propia experiencia, como un des-aprendizaje, más que un adquirir información nueva. Es un detenerse para dejar de buscar fuera de nosotros mismos o para perseguir promesas de un bienestar futuro; es una práctica que nos invita a reconocer la experiencia viva del momento presente. En palabras de Thich Nhat Hanh se asemeja a retornar a nuestro propio hogar.

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