La fuerza de los hábitos

Orison Swett MardenGran parte del secreto de la reforma del carácter, de la formación de una robusta y digna personalidad, del dominio de sí mismo, consisten en la adquisición de hábitos virtuosos, porque el hábito, en todo cuanto a la conducta se refiere, es el mayor taumaturgo del mundo, después del pensamiento, y aun pudiera decirse que es el más exquisito producto del pensamiento.Casi todo lo que hacemos en la vida tiene por determinante el impulso procedente de los hábitos contraídos, y la gran diferencia entre la eficacia personal de los individuos deriva de los hábitos contraídos en la niñez y juventud.Es incalculable el número de jóvenes que arruinaron su vida y estropearon su porvenir por lo hábitos que contrajeron al frecuentar la compañía de otros de su edad, pero de rastreros ideales e innobles aspiraciones.Muchos de los que se quejan de no tener éxito, de que la suerte les niega el favor que a otros concede, están de tal manera aprisionados por hábitos viciosos de uno u otro linaje, que les resulta imposible adelantar un paso por el camino que intentan emprender.Lo que los hombres desconocedores de las leyes de la vida llaman fatalidad no es más que la tela tejida en su propio telar y por sus propias manos con la lanzadera de su mente y el carrete de sus pensamientos.Es el hábito un silencioso compañero que se nos da a conocer para que con nosotros vaya por todo el camino de la vida y nos ayude a hacer lo que anhelemos, favoreciendo enormemente nuestros intereses, impeliéndonos hacia delante o empujándonos hacia a tras según su índole armónica o siniestra.Todo cuanto hacemos se incorpora a nuestra personalidad. De esta manera se forma el carácter. El mejor medio de construir un buen carácter, una prestigiosa personalidad, es entretejer la conducta con saludables hábitos.La costumbre de levantarse temprano, de acudir puntualmente a citas y reuniones, de ser ordenados en todo, de hacer con exactitud las cosas, producirá en quien la contraiga un beneficio personal de incalculable estimación. Estos hábitos dejarán huella en el sistema nervioso y en el tejido cerebral de modo que se incorporen a la sutilísima contextura de la mente.La dicha y el éxito consisten en sentir en nuestro interior los estremecimientos de la energía capaz de hacer cuanto emprendemos de la mejor manera que sea posible hacerlo y que todas nuestras facultades respondan afirmativamente a nuestro esfuerzo y sin reparo alguno lo apruebe la conciencia.
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