Para que surja el crecimiento afectivo es necesario generar cambios, y la manera de propiciarlos es por medio del aprendizaje. Este último es el verdadero motor de nuestra evolución. Para expandir nuestra conciencia es fundamental que desarrollemos la habilidad de aprender. En la medida que lo realizamos, incrementamos el músculo de nuestra inteligencia emocional.

Cuando los resultados que estás obteniendo en tu vida ―en este caso en tu relación de pareja― no te complacen, tienes dos alternativas:

1) Aunque no estás conforme con lo que ocurre, sigues comportándote de la misma manera.

2) Buscas un cambio.

Si optas por este segundo camino, tendrás que elegir uno de los dos tipos de cambios que existen:

 

1) El cuantitativo, mecánico o de forma.

2) El cualitativo, transformador o de fondo.

 

El primero consiste en realizar algunas modificaciones en el comportamiento a raíz de emprender nuevas acciones; el segundo se trata de que generes una transformación integral de tu ser a través de la expansión de conciencia que logras con el nuevo aprendizaje, a partir del enriquecimiento de su sabio. En uno llevas a cabo un cambio superficial, de fachada, en el otro, un profundo cambio de estructura.

Para ilustrarte estos conceptos, tomemos un caso específico:

Un hombre pasivo, inexpresivo y con actitudes evasivas contribuye a construir un matrimonio mediocre y radioactivo con su padecimiento de estreñimiento emocional y de tacañería afectiva, mientras que su esposa aporta su cuota tóxica con sus conductas histéricas, demandantes y descalificadoras.

Ante el desolador y patético panorama conyugal, se presentan dos alternativas:1) Continúan haciendo más de lo mismo, es decir, no propician ningún cambio. Él permanece con sus actitudes pasivo-agresivas y de víctima, justificando su comportamiento a partir del maltrato del que según él es objeto por parte de su esposa. Mientras, ella trata de legitimar su actitud persecutoria y asfixiante fundamentándola en la apatía y la indiferencia del marido.

2) Intentan resolver el problema a través de implementar algunas acciones que desemboquen en algún cambio. Si optan por esto último, aparecen las dos alternativas ya planteadas.

 

a) Realizan cambios cuantitativos, mecánicos o de forma. Por ejemplo, si a este señor su esposa le pide que sea más cariñoso, detallista y comunicativo, con tal de que deje de incomodarlo con sus reclamos, él decide complacerla en la dirección que solicita, suministrándole una dieta diaria de tres palmaditas en la espalda, un “te quiero” y un “¿cómo te fue hoy?”. En tanto, para que él no la abandone ella elige disimularle la ración cotidiana de exigencias y descalificaciones. Cabe señalar que estos movimientos son superficiales e inconsistentes, y por lo mismo suelen ser poco duraderos.

b) Emprenden acciones para realizar una modificación cualitativa o de fondo que transforme no sólo sus comportamientos, sino lo más importante: a ellos mismos, a partir de un aprendizaje que expanda su conciencia al descubrir que ―en última instancia― las carencias que habitan en su parte oscura son las que producen las fracturas conyugales, y que el camino a la excelencia afectiva es el desarrollo del lenguaje del amor. Están convencidos de que para alcanzar esta meta requieren un compromiso total, de tal suerte que están dispuestos a hacer lo que sea necesario, tal como si sus vidas dependieran de ello. El trabajo de crecimiento que realizan está impulsado no por el deseo de quedar bien con el compañero, sino porque tienen la plena seguridad de que el ámbito de la pareja es un gran camino para evolucionar. Adoptan como credo las benditas palabras de Gandhi que dicen: “A menos que seamos el cambio que buscamos en el mundo, jamás se producirá cambio alguno”. Mientras la mayoría de las personas que adoptan la actitud de víctimas y esperan que sea el otro quien cambie primero, ellas asumen su propia transformación con gran iniciativa y compromiso, pero sobre todo sin depender de lo que el compañero haga o deje de hacer. En el caso del hombre de este ejemplo, él estaría dispuesto a propiciar la intimidad y a desarrollar su generosidad afectiva, mientras que ella estaría comprometida a fortalecer su autoapoyo, a ser gentil y dejar atrás el rencor, no tanto por complacer a la otra parte; más bien porque ambos desean seres más completos e integrados.

En el Movimiento de Parejas Despiertas, es ese cambio cualitativo o transformador el que promovemos. Un aprendizaje en que las modificaciones de la conducta sean resultado de un cambio previo de percepción, de creencias y valores, partiendo de la base del autoconocimiento, que te lleve a reconocer tus limitaciones afectivas, tus incompetencias amorosas y tus desórdenes emocionales, además de tus disfunciones conductuales, y de que, asimismo, desarrolles la convicción de que el lenguaje del amor es el único camino que te lleva a la evolución y te impulsa hacia la luz.

De igual manera, es importante que tengas presente que si lastimas a tu compañero no es porque incumple con tus expectativas, sino porque tu infraestructura afectiva es muy pobre y hay que trabajar arduamente para enriquecerla. En otras palabras, podríamos decir que el cambio de fondo surge a partir de la comprensión de la naturaleza de nuestro desempeño afectivo. Cuando esta comprensión ha madurado, está en condiciones de parir la transformación buscada. El primer paso es la comprensión, y su consecuencia es el cambio cualitativo. Como diría Goethe: “Comprender significa ser capaz de generar el verdadero hacer”.

Por eso considero que cuando el viejo paradigma del amor (la creencia errónea de que el éxito conyugal depende de la suerte de encontrar a la persona adecuada, es decir, al príncipe o la princesa) te prescribe cursos de comunicación para que mejores tu matrimonio, lo que hace es invitarte a que realices superficiales y cosméticos cambios cuantitativos o mecánicos. El problema sustancial de la inmensa mayoría de las parejas no es que no sepamos comunicarnos, sino que somos incompetentes en ese ámbito porque en realidad no hemos aprendido a amar. En el Movimiento de Parejas Despiertas, como hemos visto, el aprendizaje desemboca en la convicción de que tenemos que capacitarnos para desarrollar el perfil que exige una relación de excelencia.

En esta propuesta, la pareja se constituye en un gran camino de crecimiento, porque el compañero se convierte en un agente que promueve sin cesar el aprendizaje y, por ende, la superación personal.

Con tu cónyuge puedes aprender a aprender si tienes inhibida esta habilidad, o ejercitarla si te es familiar. Tu pareja puede ser un gran facilitador de tus cambios cualitativos, de tu verdadera transformación.

El nuevo paradigma del amor que propongo te exhorta a que expandas tu conciencia, a que eleves tu nivel vibratorio. Te invita a ser una mejor persona, a que actualices la mejor versión de ti mismo. También te motiva al cambio explicándote de manera fundamental que en cualquier momento podrías elegir emprenderlo.

 

Como dijo Víctor Frankl: “Cada ser humano tiene la libertad de cambiar en cualquier momento”.

Poco ocurrirá en tu vida afectiva sin transformación personal; por lo tanto, hay que aprender de uno mismo indagando en el mundo interior.

Este articulo es un fragmento de mi libro "El conflicto en la pareja, un camino a tu evolución"

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PARA MAS INFORMACIÓN VISITA WWW.PAREJASDESPIERTAS.COM

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Comentarios

  • Por todo lo creativo y destructivo que existe en nosotros y que nos ayudaste a mirar a mi compañero de vida y a mi, Gracias.

    El amor cubre ahora nuestro hogar, porque cada uno se está haciendo cargo de si mismo, sin dejar de mirar, cuidar y mimar al otro. Te honro y te bendigo. Maestro de vida Rubén.

  • QUE EXPRESION!! EL NUEVO PARADIGMA DEL AMOR,TE INVITA A SER UNA MEJOR PERSONA, A QUE ACTUALICES LA MEJOR VERSION DE TI MISMO...ME ENCANTO ESTE ARTICULO, A VECES VAMOS POR LA VIDA COLOCANDO CAPAS, UNA TRAS OTRA, COMO LAS CEBOLLAS, SIN GENERAR CAMBIOS., HASTA EL LIMITE Y ES ENTONCES CUANDO ESA SEGUNDA ALTERNATIVA  DE LA QUE HABLA ES NECESARIA, PARA DECIR NUNCA MAS, PARA LIBERAR, PARA TRACENDER.

  • Efectivamente Dr. Rubén, el aprendizaje es el verdadero motor de nuestra evolución, y me siento afortunada x  haber expandido mi conciencia indagando en mi mundo interior, donde no hay manera de autoengañarse, decidiendo el cambio cualitativo y transformador que es el que me ha llevado a ser mejor persona y por ende mejor pareja, asumiendo mi responsabilidad de la cuota que he aportado a la relación. 

  • Muy interesante articulo, muchas gracias por compartirlo. 

  • Qué sea la luz siempre en tu mente, para iluminarnos y guiarnos en algo tan sencillo pero tan complicado!!! gracias

  • Para variar me quedé con la boca abierta con tu participación... ¡y eso que leí el libro hace uno o dos años!  Toda una invitación a volverlo a leer, no cabe duda que todo queda en nuestra cancha y somos los que tenemos que trabajar en nosotros mismos independientemente de que el otro lo haga o no, ni si cambia o no lo hace.  El problema a combatir es ese eterno culpar a los demás de algo por lo que somos responsables nosotros, nadie más.  Maravilloso leerte de nuevo en este espacio, ojalá sea más a menudo pues tus palabras verdaderamente llegan a lo más profundo y cimbran ese ego que tantos conflictos nos causa. Muchas gracias.

  • Gracias por compartir tan excelente artículo, la verdad es que podemos saber muchas cosas en la vida pero "no hemos aprendido a amar" que el la parte mas esencial de cualquier relación.  Saludos,

  • Gracias por compartir!!! Me encantó lo que dices!!! Creo que es lo que tod@s buscamos. Un abrazo.

  • Mi querido Dr., tristemente en lo que Usted escribe el cambio positivo, depende de los dos, y efectivamente tienen que querer los dos, pero la realidad es que con uno de dos que no quiera, el trabajo es de uno! No hay más para donde moverse!Tal vez y solo tal vez, lo más importante es la aceptación del otro, salvo que esté en juego mi integridad y mi persona y viceversa!

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