Escritoras 3.13.- TOTALMENTE BARATILLO

+ 3.12.- ESTUVE ...Y SIGO AHÍ. 3.14.- UN MOMENTO DIVINO+ Olimpia Ortíz, narrativa de excelencia en nuestro Taller+ Texto digno de las nuevas antologías de escritoras mexicanasHasta donde sé, es aquí en el taller de Expresión Literaria AFLORA LA ESCRITORA QUE LLEVAS DENTRO, donde Olimpia Ortiz publica por vez primera su creación literaria. Mucho nos honra con TOTALMENTE BARATILLO, un texto digno de estar, con méritos suficientes, en las futuras antologías de Escritoras Mexicanas. Es de excelencia. Al Baratillo, Olimpia Ortíz vino, vio, vivió y escribió. Y hoy lo comparte con la comunidad de RETOS FEMENINOS. Es su tercer entrega en el Taller y ya nos había dado señales de su calidad con LA GRAN FIESTA y, también un poco, con 84 AÑOS DESPUÉS. Habrá a quienes les haga evocar El Rastro de Madrid, Las Pulgas de París, el Gran Bazar de Estambul, San Telmo en Buenos Aires o, el Bazar de Media Noche de Bangkok y no conocen El Baratillo... o al revés. Para quienes tienen inquietudes de hacer, o ya la ejercen, crítica literaria, aquí hay gran oportunidad. Para el resto de los mortales, nos queda el placer de disfrutar de su lectura:TOTALMENTE BARATILLOOlimpia Ortiz¡Se acaban los globooos señora, lleve los globooos, a diez pesitos, ¡Para la niña y el niño los globooos gigaaantes! ¿Cuántos le damos señito? Y la señito con cara de fuchi que pasaba junto al globero le echó una mirada de ¿quién te dijo que quiero globos baboso?, y el vendedor sin agüitarse siguió su camino repitiendo como si nada su sonsonete que, la verdad, nadie tomaba en cuenta.Con la letanía del globero muy metida en mi oído, empecé mi recorrido por el Baratillo dominical, el tianguis más grande de Guadalajara, Jalisco y, según dicen, del país. Ahí se dan cita toda clase de vendedores, desde los que ocasionalmente tienen algo que vender así como los auténticos tiangueros de oficio, actividad incluso heredada por generaciones. Éstos que domingo a domingo se levantan muy temprano para llegar y dar acomodo a su mercancía, ofertando en cartulinas de colores, a grito pelado o con sonsonete, cada quien con su propio ingenio. Ahí no hay anuncios espectaculares, maniquíes elegantes ni escaparates, además que no habría dónde ponerlos. Por eso de todos lados se oyen voces que invitan a comprar lo que sólo ellos tienen, aunque más allá se repitan los puestos y los precios cambien. A lo largo y ancho de varias calles confluyen toda clase de puestos y tenderetes, apretujados entre bultos y pacas que poco a poco van dando forma al tianguis.Tubos metálicos, tarimas, vigas, lonas, mantas, lazos, maderas y telas de alambre para encerrar los abarrotes, lo necesario para formar los cubículos y plataformas de mercancía. Hay que estar bien vivarachos, muchos nomás van para ver qué roban, se le oye decir a la gente. Se leen cartoncitos con la leyenda de “cuide sus pertenensias no suelte sus volsas ay rateros”, otros en breve ponen: “ojo ratas” y dibujan una rata con cara de humano, pero la gente va tranquila, el ambiente es jovial, nadie diría que en esa aparente normalidad y muy cerca de uno, están los amantes de lo ajeno, acechando, a la espera de la oportunidad.Tengo la imagen del vendedor de globos, ¿cuántos venderá al día?, ¿querrá un niño, en tiempos cibernéticos, inflar un globo descomunal que requiere esfuerzo y ponerse a jugar como los niños de antes? En el tianguis hay varios ambulantes que dudo vendan algo, ¿quién querrá comprarle a un viejito la florecita hecha con semillas de calabaza o la rosa de estambre envuelta en celofán?, o cacahuates comaleados, que la verdad son ricos, pero al pelarlos tiznan las manos, tengo la idea de que sólo la gente muy mayor es afecta a esta botana. ¿Cuántas personas comprarán un paquetito de agujas o cerillos?, además ¿qué tanto podrán ganar? Es lo triste de nuestra realidad y son las personas mayores quienes hacen este trabajo, tal vez la emoción de ver mucha gente les haga pensar en grandes ventas.¡A diez y a veinte la pieza, a diez y a veinte! Cerros de ropa usada, de un lado la ropa infantil, en otro la deportiva, playeras, más allá blusas y faldas, incluso ropa interior, trajes de baño, pijamas; hay que darle la vuelta al montón para encontrar algo bueno. La ropa de mayor costo la tienen aparte, en estructuras metálicas, otras cuelgan de los ganchos y a la vez de los mecates que en alto se balancean. Hay prendas de marca: los deseosos de traer prendas originales aunque sea de segunda, no pierden la esperanza de tener en sus manos algo de su talla, invierten buen rato hasta encontrar lo que sólo ahí pueden pagar, que no es tan barato si tomamos en cuenta la economía mexicana, 300 pesos puede costar un pantalón original, como nuevo dicen. En el tianguis una camisa Armani nueva vale 800 pesos cuando en boutique hay que pagar casi tres mil pesos.En el tianguis las mujeres se prueban zapatos, se agachan y se les ve más allá, también de eso se trata, de ir viendo y enseñando que para eso el tianguis se pinta solo, el pudor ha quedado lejos. Muchachitas más que flacas en diminutos shorts y grandes collares que chocan con sus ombligos. Redondas damas con prominentes bustos al estilo Sabrina, que hacen más visibles sus atributos al usar los mini chalecos negros tan de moda ahora sobre blusas chillantes. Cosméticos, muebles, enseres domésticos, aparatos electrónicos, fayuca, frutas y verduras, variedades de quesos, volcanes de requesón donde sobrevuelan moscas. La gente pasa, pellizca los quesos o agarran morusas y se llevan a la boca a manera discreta, “si no compra no pellizque”, dice el letrero, o sea que si pretendemos comprar sí se puede agarrar. Pescado, carnes rojas y pollos rostizados donde también llegan las moscas, es inevitable, “qué se le hace doña, ni modo de rociarles flit”, a manera de disculpa dice la que atiende.Macetas, plantas exóticas, tierra para abonar, de la buena reza el letrero. Tiraderos de fierros viejos y tuercas oxidadas, muñecas sin cabeza y grandes monos de peluche sin ojos y con las orejas caídas, pero aún así esperando comprador. En un mismo tiradero puede haber variedad. Ventiladores sin aspas, triciclos sin manubrio, zapatos de charol y bicolores del año del caldo, unos muchachos ven los zapatos y se ríen, ignoran que sus abuelos los usaron y se sentían galanes, tal vez algún bailador de danzón venga al Baratillo y se los lleve por una ganga.Todo y hasta lo más raro se ve en este tianguis, como los discos de acetato, Grandes éxitos de Chayito Valdés, El Pirulí o Marisela, “la pocha esa que fue novia del Buki”, comenta una mujer a su hijo, seguro fanática del cantautor romántico, y le explica a su retoño que esos discos se usaban antes, que ella los oía en consola, ¿consola? Más adelante hay instrumentos musicales: acordeón, bajo y saxofón, libros y revistas sobre música, también exhiben una consola, a la señora se le van los ojos por sus recuerdos, me detengo tras de ella. La mujer habla y habla como merolica, le cuenta a su hijo que de muchachas hacían baile con la consola y también con tocacintas.¡Cuántos recuerdos! ahora entiendo que al tianguis no sólo se va a comprar, sino a llenarse de pasado, para ver lo que en casa ya no se tiene y si lo hay estará escondido en un clóset, porque ahora ya ni siquiera hay roperos, donde se supone van a dar las cosas viejas, como dice la canción de Cri Cri. En el Baratillo el pasado está a la vista de todos, al aire libre como un gran museo ambulante, sin costo alguno; hay rincones que parecen exposiciones de Arte Objeto, aquí han de venir a tomar ideas los artistas, pienso, y luego en los museos venden por miles sus grandes obras. Arte Objeto, Performance y Bodegones, la misma gente forma cuadros vivientes: caras tristes y alargadas, la moda anoréxica, a lo Modigliani. Despampanantes cuerpos, la moda actual por el exceso de chatarra, a lo Botero.En el tianguis también hay de qué reírse. Una chava al caminar le pisan el zapato, algún travieso lo manda lejos, todos se ríen, ella también, sus amigas le recogen el zapato, “para la otra te los amarras güey”, le dicen.Cada vez se camina más lento, los minutos se hacen largos, formo parte del río de gente que apenas mueve los pies, de otra manera no se puede ir, se me vienen ideas de miedo, ¿cómo salir en caso de un incendio? Por todas las calles donde el tianguis atraviesa, la gente se interna por docenas, sería una gran tragedia. Aquí no hay policías, ni guardias o bomberos, miles de gentes expuestas bajo el mismo techo, ni para dónde correr, ¿cómo cruzar el tianguis de doble pasillo en caso emergente? ni un puesto de socorros, ni siquiera esos enfermeros ocasionales que andan en el centro y toman la presión o checan la glucosa por unas monedas. Pero, ¿quién estaría dispuesto en un tianguis a invertir unos minutos en checarse la salud? El tianguis es para gozar, si la presión baja, no hay como una coca heladita o chupar dulces, es la receta fácil. Familias completas, bebés en carriola, niños al hombro, oleadas de jóvenes, mujeres y hombres solos, a sus anchas buscan algo que les acomode, que les llene el ojo.Me detengo ante el estruendo sofocado que producen las grandes bocinas de un puesto, imposible pasar de largo y no ver la pantalla, me viene aroma a palomitas con mantequilla, inspecciono el puesto y en efecto, ahí los que atienden comen palomitas, muy ad hoc, la gente se detiene, leen títulos en voz alta, se emocionan, preguntan por los estrenos y también ordenan palomitas. Las mamás que en ese momento pasan, revelan entre suspiros nostálgicos su gusto por la serie infantil Heidi o Remi, que hace tres décadas hacía llorar no sólo a los niños. Ahora ahí están completitas las temporadas, también las telenovelas que nuestras madres y abuelas se chutaron por años: Los ricos también lloran, Colorina, Cuna de Lobos, Quinceañera “mire amá” Teresa, “cuando la Hayed era pobre y hacía novelas”, dice una madre a su hija. También está lo reciente como Rebelde, Amor en Custodia, Mujeres Desesperadas, las diferentes versiones de Bety la Fea. Las mujeres se emocionan, piden precios, hacen cuentas, ven el catálogo. No sólo venden entretenimiento, también hay cursos de Cómo elaborar un Business Plan, Alta Peluquería, Dirección y Liderazgo, Yoga, Defensa Personal, Historia del Arte, Puericultura, Nomipaq, Autocad. Cualquier tema lo buscan sin costo extra, anuncia la cartulina.Ahora ya es un mar de gente, me dejo llevar entre la multitud, oigo mamás que reprenden a sus hijos porque nada más quieren ver juguetes y ellas ropa, pero ellos no se pueden quejar. Nadie se salva de los pisotones, se reciben codazos y alguna que otra majadería, hay que avisparse, cuiden sus carteras y sus bolsas, recuerdan las mamás.Hay visitantes muy fieles, de cada domingo, como los compradores de libros usados, es la costumbre, oigo decir al hombre con facha de explorador, viste de negro, mochila al hombro y buen sombrero, saca un pañuelo, se limpia y lo deja en su cuello. Se le van los ojos ante la cama de libros, parece leer todos los títulos. Qué hacen los malditos flacos para estar tan flacos del Dr. Bolio, El Hijo único, libros de texto gratuitos, de los antigüitos que tienen a la Patria ondeando la bandera. Es delito vender o comprar los libros gratuitos, pero ahí todo se vende, hay coleccionistas de estos libros ¿qué más es delito aquí en el tianguis y la gente y las autoridades bien gracias? Gran Diccionario de Bellezas Naturales, historietas de La Familia Burrón, Verde Maira de Ricardo Garibay y De Perfil de José Agustín a sólo 30 pesos Los Años con Laura Díaz de Fuentes a 80, Dios y los Escritores Mexicanos a 20, revistas como Fernanda, Proceso, Epoca y México Desconocido.El lector-explorador, se emociona, ya apartó tres, sigue viendo, escoge otro, paga, pide otra bolsa, no se le vayan a maltratar, dice, no lleva cualquier librito, sabe escoger. Encarga títulos para el siguiente domingo, pide su compra en bolsas separadas, “juntos pero no revueltos”, dice y se va feliz dando tragos a su Tonicol, refresco de vainilla que a veces sólo hay en los tianguis, así como las agüitas frescas embolsadas que se llaman lechuguillas.No siempre se va con dinero al tianguis, también se va a comparar precios o calidad. Que si la ropa está mejor en Medrano, Santa Tere o en San Juan de Dios, alias Tai Wan de Dios. Que si conviene comprar ahí o en las tiendas de Obregón, que las macetas están mejor en Tonalá, que en el centro hay una tienda de bisutería a mejor precio, y así.¡Hay paletas! ¡Llegaron las paletas de yogur! ¡Ricas paletas de leche! Hay de nuez, vainilla y chocolate. ¡Hay de limón, guayaba, coco!, ¡Paletas heladas a sólo tres pesiiitos! Ricas paletas de coco, fresa, Jamaica y pico de gallo. Me hice a un lado al sentir que el diablito y la hielera me pisaban los talones. “Ah cómo grita el paletero”, dice un hombre a su mujer. “el que no grita no vende”, “ahí le voy don ¿Cuántas le damos?”, “Oiga amá, el de las paletas, cómpreme una”. “¡Ay mijo tan guzgo! querías tejuino”. “Ándele amá, cuestan tres”. “¿Por qué tan baratas oiga, no serán de agua de la llave?” El vendedor responde “cómo cree doña”, “pruebe esta que ya se me rompió”, y le da media paleta. La mujer la muerde y le da a su hijo, piden dos. “Total de algo nos vamos a morir”, dice entre risas.Una humareda caliente y olorosa a fritanga me dio en toda la cara, eché un vistazo a los comensales, muy sentados en angostas bancas con sus traseros de fuera, muy apenas dan el ancho a una asentadera estrecha y no como la mayoría de los que están ahí. ¡Hay de nopales, chicharrón, picadillo y chorizo! ¿Qué le damos mija? ¡pase a las gorditas patrón! Comen y se chupan los dedos con salsa y tiritas de lechuga, unos se empinan el plato para comerse el juguito. “Ay mira se ven ricas, ¡quihubo! comemos, se ve limpio”, dicen las menos afectas a los comederos de calle, pero guiadas por los olores se amontonan como yo, casi me embrocan al comal requemado, el antojo va más allá, pellizco las morusas de chicharrón cuando la dueña no ve. A como de lugar las mujeres buscan sentarse, imposible, el que parecía terminar su plato pide otras dos. Se oye un ¡Uta, cómo traga ese güey! Entre mordida y mordida se limpian la nariz, la salsa picosa es la causante de estornudos. Algunos se pican los dientes, otros carraspean quedito, se oyen eructos ante el efecto de la coca bien fría.Ahí entre la bola se olvidan los modales, entre el murmullo y la música ni quien oiga los ruidos flatulentos que se avientan los chiquillos y los grandes también. Ahí entre el montón todos son iguales, ni a quién echarle la culpa. “Ay no manches, ya se echaron otro, ¡guááácala!” Nadie oye nada, sólo huele feo, aunque quisieran oír el barullo estorba, viene de todos lados.Las bocinas entrelazan las canciones de rock, baladas y mariachi. Todos quieren vender y ofertan la música como artículo de primera necesidad. Ya no se camina como en la fresca mañana, hace rato quedó atrás, es medio día, hora del juego, se anuncia el partido, los aficionados se acercan a la pantalla. “¡Chin ya va a empezar, hoy juegan las Chivas!” “Te dije que nos viniéramos temprano”, le recrimina un hombre a su mujer. “Déjame ver tantito”. “No manches… apesta a patas”, dice la mujer a su marido, a él le valen los olores; Todo trae de Chivas: gorra, pulsera y mochila. Lleva en la mano una torta ahogada que pidió para llevar, para comer en casa y amarranado en su sillón, como es costumbre en días de juego, pero dada la hora… levanta sus manos, bate el contenido de la bolsa y le da senda mordida.“Mamá me anda del baño”, “te dije que hicieras en la casa, siempre lo mismo contigo”, dice la madre, hay solución: rentan a tres pesos la pasada al baño, más allá cuestan dos pero están refeos, dice una vendedora de cosméticos que está al tanto de todo y recomienda el baño de enfrente; con sus largas uñas de diseños realzados y al tono de su ropa, la vendedora se retoca el maquillaje, espejito en mano hace sonrisas, frunce y estira los labios, se pone brillo. Abre un estuche y se polvea la cara, toma un lápiz y se repinta los ojos. Nada le falta a su rostro, al contrario, hay excesos, es su manera de hacer notar que una mujer siempre requiere de alguito para estar mejor. “No hay mujeres feas”, como dice Pepillo Origel en la tele, “no hay mujeres feas sino fodongas o pobres”, dice a su compañera de venta. Se ríen de su gracia verbal. Se le amontonan las clientas, nadie quiere ser pobre y mucho menos fea, cobra gustosa, agradece la compra, masca chicle y haciendo bombitas se toquetea las patas de gallo. “Que te vaya bien reina, aquí estoy los domingos”, toma un perfume y se rocía por todo su pecho.En cada cuadra hay que parar y cruzar entre la bola de gente, así los coches y los camiones se paran, hay que ganarle al calor. Apenas cruzo me sorprenden en la cara las tangas masculinas de variados colores, encajes y tela sensual. Me avientan y quedo a centímetros de las prendas con figura de zanahoria, de chivo, diablito y de payaso. Escucho risitas. “Oye ¿quieres la zanahoria o el diablito?”. “¿Qué son mami, mira?”, pregunta una niña, la mamá no responde, se hace la sorda. “Mami qué son”, vuelve a decir la niña y la mamá contesta que son adornos, se oyen risitas. Más adelante otro puesto cachondo, de los lazos van y vienen diminutos chones y coordinados, los hombres se detienen, “mira, pa’ tu vieja” dice uno. “¿Qué te damos mija? Sin compromiso puedes preguntar”. En el puesto anterior nadie dijo nada, allá sólo se ve, no escuché ningún ¿qué te doy mijo? ¿Qué le damos caballero, pregunte? Yo creo que ninguno que se diga o se sienta caballero, se atrevería a comprar tales prendas, a la vista de todos, aunque en su casa y en la intimidad, tal vez sí se ponga una tanga. “Esas madres son pa’ putos”, oigo decir.En esquina doblo a la derecha, se ve despejado, hay más libros, fierros viejos, vajillas y dentro de una caja con letrero malhecho se lee “$20.00 medecina buena, aspirinas, neumeluvrinas, peptovismol. En otra caja hay rollos de película Kodax, luego un puesto de películas, se especializan en videos de cámaras escondidas. “Muy buenos eh, te divierten”, dice el vendedor. Cámaras escondidas con escenas de sexo en los vestidores del gimnasio, en baños públicos, en parques, en moteles, en oficinas, colegialas calientes, chicas en la alberca, en el estacionamiento. Por diez pesos puede ver a gente cualquiera en sus momentos íntimos. “Orale, ta’ grueso”, comenta un señor a su esposa, se van de largo, tienen cara de persignados, la neta en ese puesto mucha gente se atora, por morbo o lo que sea ahí están viendo las portadas.¡Bara, bara! ¡Todo bara, bara! dice el güero chapeteado que se sabe experto en buenas marcas. Lentes de Versace, a 500 “amiga, muy bonitos eh, todo original”. Christian Dior a mil 100 “padrísimos amiga, chécalos” y le pasa el espejo. En menos de un metro todas las marcas juntas; perfumes, lentes y relojes. Dolce y Gabana, Vogue, Hugo Boss, Diesel y Prada. El perfume de Paris Hilton a 350 “baratísimo amiga”. Ahí se dan cita muchachas de las que se dicen bien, igual que en la ropa, si no se puede nuevo aunque sea clonado, usado o robado, porque por esos precios tiene que se robada la mercancía.Para los crudos “Frescas rusas y tostadas de cueritos”, leo el letrero pegado al barandal de una casa. Qué dirán los dueños de esas fincas, que utilizan sus rejas y barandales para amarrar las lonas y colgar letreros. “Ay pobres de los que viven aquí”, oigo decir a una señora, “tanta basura, tanto cochinero, si yo viviera cerca de un tianguis ya me hubiera cambiado o me pegaba un tiro”, “ya qué, aquí viven y se joden”. Así es, cómo quitar un tianguis que ya es tradición y forma parte de los tapatíos.¿Qué son oiga? pregunto, “péndulos para buscar tesoros”, y me recita que están hechos con doce metales. Níquel, bario, oro, plata, estaño, cobre, magnesio... El buscador de agua cuesta 50 pesos, es chiquito, boludo, casi insignificante, yo dudo que esa especie de balín pueda ser capaz de encontrar agua, “chéquelos señito” me dice el vendedor, ¿qué le puedo checar a un objeto que pende de una hilaza y parece piedra? Lo tomo y lo sopeso, soy una completa ignorante en eso de los buscadores de tesoros y artefactos para tales fines. Me gusta el convencimiento con el que habla; me ha de ver muy interesada o tonta, me digo. “Los sábados me haya en el Tianguis Cultural, allá en el Agua Azul”, dice con buena voz el señor, por el entusiasmo que le pone a su venta quisiera comprarle uno, pero no cuestan un peso. El hombre no está quieto, alinea todos sus objetos, luego uno a uno los toma y les sopla el polvo, luego los vuelve a formar. De mayor a menor los péndulos esperan a algún soñador, los hay desde 480 a 900 pesos o según el tesoro que quiera encontrar, supongo. “Por el tamaño varia el precio, señito, pero todos tienen doce metales y le funcionan”, me rectifica el buen hombre que ahora limpia, con otro trapo, afanoso, cada pieza. Doy las gracias y me voy.¡Cacahuates, guasanas y garapiñados! ¡Lleve las guasanas tiernitas!Sigo mi ruta, no tengo prisa, y sí mucho calor, parece que ya es el fin, las fachadas se hacen más pobres y la basura evidente; escasean las lonas, huele feo. La gente parece ignorar las bolsas de basura desparramadas, pasa como si nada, la basura es parte del paisaje urbano, hay perros husmeando, se pelean, el que tenga mejor suerte y fuerza ganará el botín. Unos cuantos árboles en eterno otoño dan un poco de sombra.Tomo por la izquierda, huele a orines y excremento, muchos perros en venta, cariñosos y juguetones mueven su cola, también hay gatos, conejos y cuyos. El área de los peces es la favorita de los niños, piden a gritos ¡una tortuguita mami!Las serpientes, iguanas y ratas africanas no son del agrado de las mujeres, las ven y hacen gestos, algunas se tapan la boca. Hay grandes torres de jaulas con periquitos, palomas y pájaros de colores, dan un toque alegre como del bosque de Blancanieves. Doy la vuelta, me cuesta salir, hay varias carpas, “Estética Canina”, los peluqueros en bata blanca y cubrebocas hacen sus labores muy serios, algunos perros se asustan, olfatean, forcejean con sus dueños. Cualquier persona que tenga perritos puede ir a ofrecerlos ahí, en cajas, morrales y de las bolsas de sudaderas de sus dueños salen cabezas jadeantes.Quiero dar fin al tianguis, ya falta poco, la calle se despeja, camino derecho, hay tierra suelta, se levanta polvo. Como si fuera llegando a un rancho, escucho los gallos y el cacaraqueo de gallinas, insoladas se pican unas a otras, la jaula les queda chica, sacan la cabeza, la ladean y cierran los ojos, otras cacaraquean más fuerte como asustadas. Muchos pollitos con su piquito abierto parecen pedir agua, ¡pobres! llevan horas bajo el sol, un pedazo de trapo no es suficiente. Rodeo unos puestos, una bajadita, se levanta más polvo, el piso es de cemento remendado. La calle parece un canal, pero es calle, hay unos postes con aros para básquetbol, me parece lastimoso el fin de ese tianguis. Recorro lentamente las partes traseras de esas casas, hay fierros, triques y vejestorios, camino sobre las líneas blancas de esa calle-cancha, ahí no hay sombra, el sol quema a lo lindo, a los lados hay más jaulas, adentro hay pavos reales, $4,300 la pava, $2,800.00 la pareja de faisanes.¿Cuál le gusta patrón? Caladitos los gallos, el colorado $350.00 y el negro $500.0 sobre la jaula hay unos Cd’s, se lee “Peleas de perros” la oferta es 3x1, me acuerdo de la película de Amores Perros, no me gusta la violencia, no me gusta ver sangre, de ese tipo han de ser los Cd’s. Los gallos siguen cantando, se alborotan, han de estar muertos de hambre o tal vez quieran pisar una pollita, que para eso son gallos, lástima que los tengan aparte. Los pavos reales no hacen nada, muy quietos esperan el regreso, con suerte el próximo domingo alguien pague por ellos y vayan a una casa rica, porque ahí bajo el sol ni siquiera dan ganas de abrir los ojos.En un rato empiezan a desmontar, cada tianguero se irá por donde mismo, con su carga y su ganancia…según la suerte de cada quien, como decía mi abuelo, que sin tener nada que vender, madrugaba al tianguis como si le fueran a ganar su espacio. Ahora, después de recorrerlo en soledad le encuentro el atractivo, he visto sin contratiempos y a mi antojo. El Baratillo no termina, las horas se lo llevan y yo también me voy, con la firme promesa de volver más temprano.
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Comentarios

  • Hola Olimpia: En verdad hermoso, los tianguis son así como los describes. Tienes estilo, humor, y dan ganas de leerte. Me divertí mucho, me gustó, y de todo corazón...¡FELICIDADES!!!!!!.

    Te mando un gran abrazo.
  • ¡Hola olimpia! me encanto tu relato del baratillo yo soy de guadalajara y realmente sacaste el corazon del baratillo,trasportarte ala nostalgia de la infancia o adolesencia,la convivencia con el pueblo y de donde realmente somos fuera de poses y gozando la diversidad de alimentos que tenemos y que asta el mas fufurufo goza,gracias por tu relato...muy bueno
  • Olimpia:
    Leer tu excelente descripción del tianguis, me despertó el antojo para transitar el tianguis de mi colonia, en compañía de mi querido hijo... el próximo domingo. Aunque éste no es famoso, comparte la explosión de colores, sabores y olores típicos de estos espacios, propios de nuestra herencia cultural.

    Me gustó mucho la frescura y espontaneidad que imprimes en tu lenguaje. ¡Felicidades!
  • HOLA BRENDA LI:
    FIJATE QUE TIENES MUCHA RAZÓN, ES UN TRABAJO TAN DIGNO COMO EL QUE MÁS.
    MIS HERMANAS TRABAJAN DESDE HACE 15 AÑOS EN LOS TIANGUIS Y GRACIAS A DIOS Y A QUE SON SUPER TRABAJADORAS AN SACADO A SU FAMILIA ADELANTE.
    YO ME SIENTO MUY ORGULLOSA DE ELLAS.
    SALUDOS PARA TI QUE TAMBIEN TE PERCIBES COMO UNA GRAN MUJER.
  • Felicidades.

    Amiga, sabes que manera de expresarte, y describir cada paso que ibas dando e el tianguis, en lo personal a mi me encanta ir cada ocho dias , para comer, comprar, y claro, ver que hay de ofertas, yo trabaje en un tianguis por muchos años, se muy bien lo duro que es ser comerciante, desde el moneto que llegas ver donde te toca, tomarte un café con pan para empezar, el trabajo del día con la esperanza de vender muy bien y llegar a casa, con el dinero que ayuda a solventar las necesidades de una familia integrada por 3 peques, y mi poso, a mis hijos no les gustaba ir a traajar al mercado, dicen ay¡ mamá , la gente es muy payasa, luego ni compran, y yo les contestaba, ay hijo, veraz que ya llegara el bueno, le debo tanto al trabajo del tianguis, y no me da pena decirlo es un trabajo digno como cualquier otro, aprendi que la gente que trabaja en esos lugares son personas sencillas, y que siempre te ayudan a sus posibilidades.

    GRACIAS POR TU EXCELENTE TRABAJO ME ENCANTO.
  • Felicidades Olimpia:
    Excelente trabajo!!!!
    En tu recorrido por el baratillo, se me hizo agua la boca cuando describes el lugar de la comida, que es lo que más extraño de mi país !!!
  • Olimpia Felicidades!!! Buenisimo relato me tienes muerta de risa, hace poco estuve en Guadalajara y tal cual describes el tianguis, jajaja

    Saluditos buen día =)
  • Muchas felicidades, Olimpia, maravilloso recorrido lleno de vivencias y sensaciones. Excelente y detallada descripción de una visita observadora y crítica de un tianguis mexicano. Olores, colores, sabores, todo tipo de percepción de algo surrealista que es costumbrista. Si se tratara de un cuadro (que definitivamente podría serlo), estaría lleno de espléndidas pinceladas. Gracias por tu relato.
  • FELICIDADES OLIMPIA:

    YO SI HE IDO AL BARATILLO, LO CONOZCO Y TENGO DOS O TRES RECUERDITOS DE POR AHI. TE FELICTO POR TU DESCRIPCION, LA VERDAD ME HIZO PASAR UN EXCELENTE MOMENTO, MARAVILLOSA LA MANERA QUE DESCRIBES Y TU FINISIMO HUMOR NEGRO. OLIMPIA, CREEME QUE MEMO NO EXAGERA CUANDO TE DIJO QUE TU RELATO MERECE ESTAR EN UN COMPENDIO FUTURO DE CUENTOS COSTUMBRISTAS MEXICANOS. TIENES UN GRAN TALENTO Y UNA CAPACIDAD DE HACER SENTIR, MAS ALLA DE TUS PALABRAS. OJALA Y SIEMPRE LO CONSERVES Y NO LO VICIES CON EUFEMISMOS REBUSCADOS QUE SOLO DARIAN AL TRASTE CON TU ESTILO.

    TE ADMIRO MUCHO

    ANA KENNIA
  • Hola Olimpia, me gustó mucho tu relato, me sentí en Baratillo entre gritos, olores y cosas. Definitivamente nuestros mercados y tianguis son excepcionales.
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