¿EN MÉXICO QUEREMOS A NUESTROS NIÑOS Y NIÑAS?

Hace un par de meses los medios de comunicación dieron cuenta de un caso más de maltrato infantil extremo que traspasó nuestras fronteras. Se trató del niño Owen, violentado por el novio de su mamá. Múltiples lesiones en el exterior e interior de un cuerpo de cinco años de edad.

Este hecho provocó la reacción de madres de Francia: “Si en México no lo quieren, nosotras lo adoptamos”, dijeron.

A los ojos de estas mujeres del otro lado del océano Atlántico es de desamor hacia este niño.

“Si en México no lo quieren…” ¿En verdad no queremos a nuestros niños y niñas? La pregunta resuena en mi cabeza ante la suma de manifestaciones de desamor, desconsideración e injusticia que en estos días se han acumulado en los medios de comunicación desafortunadamente no como noticias que aluden a una práctica novedosa sino consuetudinaria, el maltrato infantil, la violación a sus derechos.

¿En México queremos a nuestros niños y niñas?

Si hablamos en términos genéricos encontraremos evidencias que sugieren una respuesta negativa. Sólo como botón de muestra: 700 niños son asesinados en México cada año, lo que implica más de dos homicidios diarios (esto sin contar los asesinatos asociados al crimen organizado de los últimos años); México ocupa el segundo lugar de los países de la OCDE por niños muertos a causa de malos tratos.

¿En México queremos a nuestros niños y niñas?

¿Qué podemos decir cuando nos enteramos que cuando el personal del hospital donde atendieron a Owen pidió la intervención del Ministerio Público, respondieron que no tenían peritos disponibles, y del DIF municipal nadie acudió al llamado hospitalario?

¿En México queremos a nuestros niños y niñas?

¿Qué responder cuando estadísticamente hablando somos un país altamente violento con este sector de la población pero actuamos como si tal cosa no ocurriera? Los casos extremos ocurren en la sombra, entre las paredes de los hogares y de las escuelas, cuyos agresores son las personas que más responsabilidad tienen sobre ellos: padres, maestros (hombres y mujeres), alentados por el silencio de los testigos (familiares, vecinos, directivos) y por la impunidad ante la falta de respuesta de los sistemas de seguridad y de procuración de justicia.

¿En México queremos a nuestros niños y niñas?

¿Qué responder cuando los casos de abuso sexual infantil se acumulan y nadie investiga seriamente, cuando las víctimas se atreven a denunciar a su agresor y las autoridades no les creen, desalientan su denuncia, les hacen firmar declaraciones que absuelven al agresor, las juzgan de escandalosas (a las víctimas y a sus padres), cuando las autoridades de las escuelas protegen a los agresores, cuando las máximas autoridades de cualquier nivel de gobierno se limitan a decir cosas del tipo: “no toleraremos más abuso infantil”, “investigaremos hasta las últimas consecuencias”, “los responsables serán castigados”, pero nada de esto sucede?

¿Qué responder cuando vemos las imágenes de niños y niñas trabajando de sol a sol en los campos de cultivo, cuando vemos las condiciones de los migrantes, de los privados de cuidados parentales y que viven en casas hogar que no pueden dar lo que el niño necesitan sino sólo lo que nos sobra a la sociedad?

¿Cómo defendernos de las palabras de las francesas con un escenario de este tipo?

Saber que diariamente ocurren casos como los de Owen y que no pueden acceder a los servicios de salud, seguridad y protección, debería ser suficiente para reconocer un problema y actuar en consecuencia. Mientras no sea así la pregunta de las francesas tendrá sentido total, ¿no crees?

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Comentarios

  • Triste... También me pregunto eso ¿En México queremos a nuestros niños y niñas? Cuando el líder de la familia decide alimentarse de forma insana llevando a nuestros niños a tener el vergonzoso 1er lugar en obesidad, ahí esta el caso de Poncho, el primer niño de 12 años que murió de un infarto, siempre fue gordito, siempre alimentado de chatarra y sin hábitos de ejercicio ¿Cuantas familias no viven así? Porque no hay tiempo, porque no están acostumbrados, porque no hay el espacio, etc. el echo es que los adultos debemos cuidar de nuestros niños protegiéndolos de todo esto, pero no lo hacemos y éstos son los resultados :( 

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