EL GRITO. LOS GRITOS. #NiUnaMás

“Un feminicidio más en un país que parece odiar a sus mujeres”. Foto: Foto: Facebook, Espacio Universitario UPAEP

¿Una? ¿Dos? ¿Cinco? ¿Cuántas veces puede gritar una mujer antes de ser asesinada? ¿Cuántas veces pudo gritar Mara Castillo antes de morir a manos del chofer que tendría que haberla llevado a casa?
¿Cuándo se dio cuenta de que el camino que había tomado el taxi era otro?
¿Cuánto tiempo sintió el miedo quebrándole la garganta, ahogándole el llanto?
¿Cuántos minutos de pánico vivió?
No puedo dejar de pensar en Mara.
No puedo dejar de pensar en su cuerpo indefenso.
Violentado.
Abusado.
Roto.

Tenía diecinueve años. Estudiaba Ciencias Políticas.
Un feminicidio más en un país que parece odiar a sus mujeres.
Ochenta y tres han sido asesinadas en los que va del año en el estado de Puebla.
La carretera Puebla-Tlaxcala: el principal corredor de trata de personas en México.
Mara Castilla. Salió un viernes en la noche.
En un país que parece odiar a sus mujeres.
Un país que es también el nuestro. Patria / matria doliente.

No regresó nunca a su casa.
¿Cuántas veces pudo gritar?
¿Cuántas veces pudo sentir las manos de su asesino sobre la piel?
No puedo pensar en otra cosa. No puedo escribir sobre nada más.
No hoy.
Tenía diecinueve años. Estudiaba Ciencias Políticas. Se le ocurrió salir una noche.
Se le ocurrió encontrarse con amigos. En un bar. En la ciudad que tiene una iglesia por cada día del año. Dicen.
Nunca regresó a su casa.
Entre 2000 y 2014, el número de las mujeres asesinadas en el país ascendió a más de 26 mil. Dicen. ¿Y ahora?
Una semana después encontraron su cuerpo.
16 de septiembre. Viva México.
¿Gritamos?
¿Cuántas veces puede gritar una mujer antes de ser asesinada?
¿Cuántas veces pudo gritar Mara antes de morir?
Patria /matria doliente.

Y se me cruza la imagen de Valeria. ¿Se acuerdan? Once años.
Asesinada en una combi. De la ruta 40. En junio.
Su padre llora mientras habla.
La llevaba en la bicicleta. Cuando empezó a llover la subió a la combi para que no se mojara.
Valeria nunca llegó a su casa. Once años.
¿Gritó? ¿Cuántas veces?
El pánico. La garganta se cierra. El corazón bombea enloquecidamente.
Los músculos se paralizan.
Llovía y el padre no quiso que se mojara.
Murió asfixiada.
A manos del chofer. “Presuntamente”. Dicen.
La autoridades se tomaron su tiempo en salir a buscarla.
¿Cuál es la prisa?
Llueve sobre el país que odia a sus mujeres.
¿Cuántas veces gritó Valeria?
Que no se moje. Pensó el padre.
Más de 26 mil. Dicen.
No puedo pensar en otra cosa. No puedo escribir sobre nada más.
No hoy.
“Quisiera haber tenido muchas manos, muchos pies, muchos ojos para poder buscar a mi hija”: la madre.
Muchas manos.
Muchos pies.
Muchos ojos.
El cuerpo asfixiado. Valeria. Su niña. Once años.

Avísame cuando llegues a tu casa, nos decimos hoy las mujeres. Al despedirnos. Cualquier noche. Avísame cuando llegues. Nos dicen los amigos. Las amigas.
Les decimos a nuestras hijas.
Avísame.
Algunas no llegan.
Mara, 19 años. Valeria, 11.
Tampoco llegaron Lesvy, ni Marisela. No llegaron Paola, ni Elena, ni María de la Luz.
Y podría seguir.
26 mil.
Llueve en esta patria / matria nuestra.
Sobre los cuerpos sembrados en la tierra dolida.
Qué nace en una tierra sembrada de cuerpos.
Mancillados.
Quebrados.
Oscuridad de pieles rasgadas. De rostros arrancados.
¿Cuántas veces puede gritar alguien antes de morir?
No puedo pensar en otra cosa.
Sólo en los gritos ahogados por el miedo.
La garganta se cierra. Los músculos se paralizan.
Pánico.
16 de septiembre.
¿Viva México? Me pregunto. Nos preguntamos.
¿Gritamos?
Carajo.

  1. https://vocesfeministas.com/2017/07/28/15-anos-asesinadas-26-mil-267-mujeres-mexico/
  2. http://www.animalpolitico.com/2017/06/hija-neza-asesinato-madre-autoridades/
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