EL CONTACTO CON EL NIÑO INTERIOR

El perdón es un componente fundamental de la oración de limpieza del Ho’oponopono («perdóname por lo que hay en mí que está creando o atrayendo esto»). La única forma de liberarnos es a través del perdón. El perdón, entre muchas otras cosas, incluso abre las puertas a la prosperidad. 

La gente que se presenta en tu vida viene a darte otra oportunidad de perdonar en tu corazón y liberarte. Las personas con las que vives, con las que trabajas, son aquellas con las que tienes más «cosas» que limpiar. Aunque lo más importante es el perdón a nosotros mismos.

Perdonar nos permite cerrar una puerta para que otra mejor y más grande pueda abrirse. Es la posibilidad de empezar de nuevo. Es como volver a cero. Cuando estamos en cero, todo es posible; volvemos a ser niños, abiertos, flexibles y curiosos. Nos liberamos de los rencores, las preocupaciones  y las expectativas. 

Si estás despierto, si sabes quién eres realmente, no  problemas para perdonar y perdonarte. Es más fácil de
lo que piensas. No necesitas aprenderlo, ya que nacimos  perdonar; es algo natural en nosotros. 

Algo que a mí me ayudó mucho fue darme cuenta de que cuando no perdono a la persona que pienso que no se merece mi perdón en realidad me estoy haciendo daño a mí misma; no a la otra persona. Llega un momento en el que debemos querernos lo suficiente para no lastimarnos más. Fíjate en que en casi todas las filosofías antiguas el perdón está siempre presente como una de las claves para conseguir esa paz y felicidad que tanto 

En el Ho’oponopono no necesitas hablar o decirle a  otra persona que la perdonas. En vez de eso, trabajas con las memorias (programas) que hay dentro de ti, es decir,  pensamientos que tienes en relación con esa persona o  situación en particular. El perdón en Ho’oponopono es  trabajo interior, porque, como vimos, no hay nadie fuera  nosotros haciéndonos nada. Este trabajo es sencillo y  eficaz porque lo que se borra de nosotros  borra de los demás, especialmente de nuestros  familiares y ancestros.  

El doctor Ihaleakalá siempre dice: «Un problema no  es un problema, a menos que digamos que lo es, y el problema no es el problema. El problema es cómo reaccionamos al problema». El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es optativo. Todas las situaciones de nuestra vida son una bendición, aunque no lo parezcan. Di «gracias» a todas ellas. Muéstrales la otra mejilla, la mejilla del amor, perdónate y perdona. Así encontrarás tu libertad.

El proceso de limpieza puede ser mucho más sencillo si trabajamos con nuestro subconsciente (nuestro niño interior), porque esta parte es la que guarda las memorias. Por lo tanto, es el niño interior el que manifiesta nuestra realidad. Es crucial desarrollar una fuerte relación amorosa de confianza con nuestro niño interior para poder cambiar nuestra realidad. Él puede hacer que este viaje sea mucho más fácil. Puedes hablar con tu subconsciente en cualquier momento: mientras conduces, mientras esperas en una cola... Es importante que le digas «te amo» y «gracias» a esta parte tuya tan frecuentemente como puedas. Estas son excelentes herramientas para usar con el niño interior: puedes darle las gracias por ocuparse de tu respiración, por atender tu cuerpo, por bombear tu corazón.

Cuando hablas con él, en verdad estás limpiando. En otras palabras, el cuidado de tu niño interior también es una herramienta de limpieza. Tal vez quieras pensar en todo lo que deseas soltar física y emocionalmente; en este caso, pídele a tu niño, con amor y compasión: «Por favor, suelta». Trabaja con él desde el amor, sin forzar como cuando haces afirmaciones. Amemos a nuestros enemigos, quienes, como dije, son solo las memorias almacenadas en nuestro subconsciente o niño interior. No nos resistamos a nuestros enemigos. El amor puede sanar cualquier cosa. Recuerda que tu niño interior no solo almacena tus memorias y dirige tu cuerpo;  también es la parte de ti que hace la conexión con la mente supraconsciente y entre esta y la Divinidad. Tu niño interior también es el que lo manifiesta todo en tu vida.

Háblale a tu niño. Abrázalo mentalmente, sostenle las manos. Un hombre puede tener un niño interior que sea niña y viceversa, así que no tengas expectativas. Puedes ver o escuchar a este niño cuando le hablas, pero reitero que no debes tener expectativas. Cualquier momento es bueno para hablarle a tu unihipili;
tal vez quieras decirle: «Lo siento por todas las vidas en que te he descuidado, en que te he ignorado». Tal vez quieras prometerle y reafirmarle a este niño en ti que no lo volverás a abandonar. Si estás buscando el compañero perfecto, tu niño interior lo es. Él es a quien buscas.

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