CUANDO TE VEN EL ALMA O LA IMPORTANCIA DE QUE ALGUIEN CREA EN TI.

CUANDO TE VEN EL ALMA O LA IMPORTANCIA DE QUE ALGUIEN CREA EN TI.

© Rosetta Forner, 3 Marzo 2023

 

Desde que llegamos a este planeta nos vamos encontrando en nuestro camino vital con personas (son las menos) que nos ven al alma, y con otras que pretenden usarnos de ‘cubos donde verter sus miserias humanas’ y/o proyectarnos su ‘sombra’ (concepto jungiano) o aquellos asuntos o aspectos de sí mismos que albergan en las alforjas de su inconsciente, los cuales, siguen por resolver.

Lo ideal es relacionarse con alguien que nos vea el alma, crea en nosotros, nos anime a abrir las alas y a ser nosotros mismos, auténticos, sin tapujos, sin miedos, sin dobleces, sin nada más que brillando la luz que somos.

Mi abuela María Rosseta solía decir que todos nacemos con ‘una gracia’. Ergo, que no te la vean, no significa que no la tengas.

Cuando quise publicar mi primer libro ‘Alas de luz’ me topé con algunas de esas personas que andan en sus mazmorras psicológicas, envueltas en negruras y con la autoestima muy despistada. Desafortunadamente, las hadas y los hados, no es lo que abunda. Ya fuera porque no sabían, no podían o no querían ver mi luz hadada, el caso es que coseché ‘antipiropos’ estilo: ‘lo que tu cuentas, ya no interesa a nadie’, ‘no lograrás publicarlo. Pero, caso de lograrlo, no venderás ni un solo ejemplar’… Afortunadamente, dado que nací entre gente que nunca escondió ni olvidó la luz primigenia de su alma que vieron mi luz y me animaron a brillarla, hice caso omiso a todos eso agoreros. Mi madre, a la que apodé ‘mi aeropuerto humano’, ha sido mi portadora de visión (una suerte de hada que ve tu alma y tus dones animándote a compartirlos con el mundo, te insta a creer en ti). Mis padres, siempre creyeron en mí, vieron mi personalidad y nunca quisieron cortarme las alas, muy al contrario. Esto me ha dado una fuerza tremenda en la vida, una gran resistencia ante la adversidad. Su amor es la energía que me ha permitido pasearme por la vida sin romperme, psicologicamente hablando, sortear tempestades, derrotar dragones al tiempo que ha sido un magnífico antídoto para la envidia, los celos (tanto de mí hacia otros como de eso otros hacia mí) y para lograr mantener a raya la desesperación.

Actualmente, yo soy esa ‘portadora de visión’ para aquellos que se acercan a mí buscando a esa Hada madrina que perciben en mis libros. Son los necesitados de que alguien les diga ‘yo, creo en ti’.

 

  • ‘YO CREO EN TI’: sinónimo de ‘veo tu alma y me encanta’.

 

Si desde pequeños a todos nos dijeran ‘creo en ti’, cuan diferente sería la infancia, la adolescencia y la adultez. 

Si 'nos vieran el alma' cuanto sufrimiento no existiría, cuántas horas de terapia no harían falta, cuanto ‘desescombro’ yo tendría yo que hacer.

Suelo verle el alma a la gente, lo cual me permite detectar ‘diamantes en bruto’. No todo el que es terapeuta es capaz de ver la luz, el alma o de ejercer de portador/a de visión. Se necesita haber desplegado las alas, ser un ‘portador de la luz’, un ‘guerrero de la luz’, un hada, alguien congruente alguien con sus deberes hechos y con la asunción de la responsabilidad de sí mismo, alguien que empatice con su propio ser, alguien valiente, audaz y rebelde para poder ‘ver’ al otro. Algunos lo logran a base de trabajo y perseverancia (alcanzan el grado de ‘virtusismo’), mientras que otros (los menos), nacen con el don (los talentHados).

Si de en tu familia nadie vio o valoró la luz de tu alma, no significa que no exista, que no la tengas. Abre los ojos, mira tu alma, verás tu luz. Eso sí, primero, deberás tirar a la basura todas las creencias apestosas y erróneas que te hicieron creer, te dijeron, te lanzaron cual tomates podridos a tu ser, a tu dignidad.

Se nos hacer creer, y así lo asume la mayoría sin rechistar, que si una figura de autoridad (padre, madre, abuela, abuelo, maestro, profesor, terapeuta…), te dice ‘algo’ acerca de ti, tú, no sólo no deberás rechistar sino que, por encima de todo y a pesar de ti, deberás asumirlo como ‘verdad’.  Cuando lo que se nos dice es ‘agradable, positivo, reforzador, empoderador…’, es maravilloso. No obstante, deja de serlo, cuando es ‘negativo’. Lamentablemente, hay más de éste último que del primero.

No importa si nacemos en un país de Europa, Norteamérica, América del sur, Asia, Australia… Los seres humanos -y humanoides-, nos parecemos en lo esencial. Por eso, lo ‘básico’ es consustancial a todos. Ninguna cultura se libra de los ‘perdidos en su negrura existencial’ ni de esos que ‘se llevan fatal consigo mismos’. Si aterrizaste en una familia en la que no fueron capaces de ver tu luz, deja de lamentarte, todo tiene solución. Quizás naciste entre seres así porque los necesitabas como ‘maestros’ para animarte a creer en ti. Búscate la vida, deja que tu alma te guíe hacia esa persona que puede verte el alma, capaz de enseñarte a volar tu luz, dispuesta a pulir el diamante en bruto que eres y, sobre todo, animarte a creer en ti.

Hay un cuento de Anthony de Mello que me encanta y que ilustra el poder de las creencias y sobre todo, el que nunca, nunca, nunca jamás debemos ignorar la llamada de nuestra alma, su grito de auxilio. Al igual que nunca, nunca, jamás debemos creer a otro humano que nos diga ‘no vales’, ‘no tienes talento’, ‘cómo tú, las hay a montones’, ‘nunca triunfarás’, ‘no eres tan inteligente como te piensas’, ‘eres fea’, ‘eres tonto’…

El cuento de forma resumida:

Érase un granjero que gustaba de ir a monte a buscar nidos de águila para apropiarse de los huevos mientras la mamá águila estaba fuera. Así fue, como una mañana, se apropió de un huevo de águila, se lo llevó a su granja y se lo dio a una gallina para que lo incubara. El aguilucho, cuando salió del huevo, al ver a la gallina, la tomó por su madre y la siguió. Aprendió a comportarse como un polluelo de gallina, cuando en verdad era un águila. Se pasó toda su vida creyendo que era un pollo porque se comportaba como un pollo. Pero, como nada dura eternamente, un buen día, levantó la cabeza y vio a un águila real en pleno vuelo. Se le encogió el alma, se le extasió el corazón y una emoción hasta ese momento desconocida, le embargó cada célula de su ser.

  • Con el ánimo arrobado, le preguntó a su hermano pollo: “¿Qué es eso?”
  • A lo que su hermano pollo le respondió “un águila real”.
  • “Quién fuera un águila”, dijo el águila que creía ser un pollo.
  • “¡Bah, déjate de tonterías! Jamás podremos volar así, no tenemos esas alas. Nosotros somos pollos.

Y, así fue como, por creer lo que su hermano pollo decía, por darle más importancia o ‘autoridad’ a lo que otros le habían hecho creer acerca de su ‘identidad’, el águila que creía ser un pollo, no miró en su interior, no se contempló en el espejo de alma y, consecuentemente, murió creyendo que era un pollo cuando, en verdad, era un hermoso ejemplar de águila real.

Y yo añado: ser un pollo, y no un águila, no tiene nada de malo. Lo malo es no creer en uno mismo, no osar mostrar la verdadera identidad, no llevarle la contraria al CdR (Club de Redil, o sea, la sociedad).

No lograr ‘premios’ no significa carecer de talento, valía, genialidad, merecimiento, creatividad… Los ‘premios’ están sobrevalorados y, por regla general, amañados (sobre todo los importantes-importantes, créeme sé de algunos...). Si eres una ovejita obediente, si le haces la pelota al CdR, si practicas el quedar bien con la ‘autoridad’ o con el ‘Poder’, es bastante probable que te den ‘premios’, que te promocionen, que te hagan famosa/o, que te alaben… No tengo nada en contra de ‘los premios’, ni de la fama ni de nada, siempre y cuando, aquellos y ésta, no se logren pagando el precio de la dignidad, esto es, traicionando los valores propios, escondiendo la luz del alma que somos. Al final del camino de la vida sólo estaréis tú y tu conciencia, alma o espíritu.

Yo, personalmente, prefiero vivir siendo fiel a mis principios y pagando el precio del ostracismo social que tener el ‘reconocimiento’ del CdR y sentirme mal.

Cuando nos sentimos mal, anímicamente mal, es síntoma inequívoco de que nos hemos traicionado y/o hemos quedado mal con nosotros mismos. Y, eso, créeme no hay ‘reconocimiento’ ni ‘aceptación social’ que lo compense ni merezca la pena.

Desde hoy en adelante, busca personas que sepan ver la luz de tu alma, que crean en ti.

Echa de tu vida o lárgate de la de esas personas que no sepan ni quieran ver tu luz.

Yo, creo en ti.

Ponte la corona y no te la quites para parecer menos luminosa, genial, creativa, alta o... que los caballeros de armadura oxidada y las damiselas de aburrida diadema que te encuentres en tu camino. Ya sea hombre, mujer, hada o hado, sé fiel a tu alma, cree en ti y no permitas que nadie te haga dudar de tu valía ni te imponga creencias limitantes sobre tu ser.

Yo misma, creo en mí.

Yo, mismo, creo en mí.

Yo, creo en tí porque eres mi yo.

 

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En las fotos, Rosetta viste diseños MATILDA: www.matilda.es

UN POCO DE HADAMADRINING ES UN MUCHO DE COACHING.
“Rosetta Forner conoce los principios del bienestar del ser humano. Es la persona con la visión y el conocimiento precisos para arrancar las creencias destructivas, a veces, tan arraigadas en nuestra interpretación de la realidad, que remontan a nuestro nacimiento.” Elena Sancho Pereg, soprano

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