El corazón genera mensajes inteligentes que transmite por todo el cuerpo, a través de códigos asociados. Códigos rítmicos, por ejemplo, que nos hacen pensar en la influencia que tuvo siempre la música en los estados emocionales, como queda reflejado en el dicho popular: “La música amansa las fieras”. Y tales comunicaciones, tales pálpitos, influyen profundamente en nuestra percepción del mundo y nuestras reacciones ante él .
La propuesta de Juan Rof Carballo, eminente neurólogo español, para devolver a la persona su «humanidad» fue, a grandes rasgos, recuperar o introducir en su práctica cotidiana la meditación libre, desinteresada, la vivencia íntima más pura, la contemplación estética inmaterial. De esa forma podemos llegar a recuperar la intuición, el impulso, el «corazón», los rasgos de genialidad que caracterizan a las «grandes personalidades», ya sea en el mundo de los negocios o en cualquiera de los ámbitos generales de la cultura. A esa componente, a este proceso, identifico con la denominación de «inteligencia del corazón», como ámbito y predisposición.
La creatividad es una de nuestras características. Otorga una especificidad propia al término «humano», frente a lo animal y a lo mecánico o robótico. Podemos entender que la razón universaliza, objetiviza la realidad humana, mientras que los sentimientos la individualizan. Pero, al mismo tiempo, la razón impone determinaciones concretas, a las que denominamos objetos, ante los que los sentimientos parecen escapar siempre.
Puede observarse una vinculación de la creatividad con la inteligencia del corazón. Por ese medio encontramos un puente y la posibilidad de articular los sentimientos, las emociones, el impulso primario y su objetivación racional; se trata de una determinación para la acción concreta, que se realiza en ésta. Cuando no se produce tal manifestación, el impulso queda reducido a emociones puntuales, que se disuelven con el tiempo.
Existen fórmulas para acercarnos a ese mundo escurridizo de las emociones, la intuición y la creatividad, para ponerlo a favor de nuestros intereses, sean éstos los que sean. Hay posibilidades de tomar las riendas de la vida, desde lo que suele quedar más allá de la conciencia y voluntad, contando con el suficiente rigor metodológico, muy alejado de supersticiones, creencias o tradiciones de dudosa procedencia. En esta forma, la praxis de más de treinta años de experimentación, en mi caso, dejó patente que es posible, útil y eficaz recuperar el diálogo con el mundo emocional desde la fantasía, los símbolos y la capacidad de juego natural. Porque, de la misma manera que los gestos muestran nuestras emociones, tal como demostró Paul Ekman, nuestras representaciones internas, nuestra imaginación, también lo hace. Por medio de este lenguaje se puede interactuar con esa otra parte de nosotros; se pueden formular preguntas y lograr respuestas, aplicables a nuestra vida cotidiana. De ahí la importancia de comprender y aprender a usar ese lenguaje de las emociones.
Dr. Juan Antonio López Benedí
juanbenedi@gmail.com
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