¿CÓMO SUPERAR LOS MIEDOS?

Los miedos son mecanismos de supervivencia  que nos protegen de aquellos agentes agresores que potencialmente pueden hacernos daño. Solemos tener vergüenza de contar nuestros miedos, por sentirnos seres inferiores a otros que aparentemente los han superado, u ocultan muy bien su inseguridad y su falta de certeza.

 

         ¿Cómo se generan los miedos? Muchos de ellos tienen que ver con lo que se nos inculca de pequeños, dónde la información recibida cala muy hondamente en nuestro interior, dejando una huella a veces muy difícil de borrar. Otras veces las experiencias personales vividas, dejan un sedimento de temor de que la situación vuelva a repetirse.

 

         Esto lo vemos con mucha claridad con experiencias negativas con animales domésticos, que pueden en alguna circunstancia haber tenido una conducta agresiva hacia nuestra persona, dejando como consecuencia un temor que a  veces traspasa la línea y se convierte en pánico cuándo nos enfrentamos a un ejemplar de esa naturaleza.

 

         Pero también el apego a la vida puede hacernos en determinados momentos sentir miedo por ejemplo al subir a un avión y tener la sensación de que cuándo comienza a carretear para el despegue, ya nuestra vida no depende de nosotros.

 

         Así, sería innumerable la cantidad de causas que pueden generar miedo en el ser humano, pero lo importante no es ese miedo del que estamos hablando, sino qué es lo que hacemos cuándo esa desagradable sensación nos gana en nuestro interior, dejándonos paralizados y sin saber como actuar.

 

         En lugar de rechazar la sensación de temor, lo mejor es abrazar ese miedo, incorporarlo al cúmulo de emociones que albergan hombres y mujeres en su interior, como un elemento más que forma nuestra manera de ser. No ganamos nada rechazándolo o creyéndonos fuertes utilizando estrategias para sobreponernos a la angustia y a la ansiedad que provocan.

         A modo de ejemplo relataré una anécdota personal vivida hace ya muchos años, pero que ilustra con claridad lo que podemos sentir frente a situaciones nuevas que no conocemos como manejar adecuadamente. Cuándo comencé a dar las primeras conferencias, miraba a través de la unión de dos pesadas cortinas que tenía el escenario de la sala dónde se iba a desarrollar el evento.

 

         El solo hecho de ver la gente entrar y tomar asiento, y visualizar como la sala se iba llenando, generaba en mí el temor de plantearme si yo sería capaz de afrontar no solo la conferencia sino también las preguntas y el contacto con tantas personas de una condición muy heterogénea.

 

         En ese momento pensé: tengo dos posibilidades bien claras: 1) rechazo este sentimiento que estoy teniendo porque no es lógico que crezca en mi interior, o 2) lo acepto, porque para mÍ es una actividad nueva y debo probarme basado en mis conocimientos y en mi potencialidad para poder manejar grupos con un número elevado de personas.

 

         Sin duda que elegí el paso dos y no estoy arrepentido, porque la humildad de reconocerse como ser humano vulnerable y falible, acrecentó mi seguridad una vez que las conferencias se iban desarrollando y yo tomando el control de la situación cada vez con mayor firmeza. Esto se puede dar en cualquier orden de la vida, y lo principal es reconocer que algo nos está sucediendo y no tratando de ignorarlo.

 

         Del mismo modo que cuándo no resolvemos nuestros problemas en el momento en que estos ocurren, y los postergamos para cuándo estemos en mejor situación emocional, aquí también el postergar el análisis de los sentimientos y de las emociones que generan los miedos, lo único que hará es que en el futuro, cada vez le tengamos miedo a más cosas y más ineficientes seamos para poder superar el trance ante el cual nos vemos enfrentados.

 

         Tomar un café con uno mismo, y conocerse en profundidad, pondrá en claro cuáles son nuestros miedos y muy probablemente encontremos también las causas de los mismos. En el caso de que no lo podamos hacer, pues podemos pedir ayuda, para poder desarrollar una vida digna, e interactuar con nuestros pares con la mayor soltura. Hay muchos tipos de miedo, y se destaca en nuestras sociedades occidentales el miedo a la soledad. Es un estado de desesperación que gana todo el cuerpo emocional tanto de hombres como de mujeres que creen que quedarán solos en la vida, lo que les lleva a conformar vínculos afectivos totalmente tóxicos, y asimétricos, ahondando así sus miedos y el desconocimiento profundo de lo que necesitan para acceder a su bienestar.

 

         El siglo veintiuno que nos toca vivir es difícil, lo admito, pero aún así, debemos ser cuidadosos en nuestras decisiones y en nuestras elecciones, para no sufrir inútilmente luego por nuestros propios errores y por nuestros miedos muchas veces totalmente infundados.

 

Es para pensarlo, meditarlo e incorporarlo en su agenda cotidiana.

 

Dr. Walter Dresel

 

wdresel@adinet.com.uy

 

www.exitopersonal.org

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Comentarios

  • lo mas importante es tener confianza en nosotros mismos y tener la fe en Dios que nos guia y nos ayuda a superar nuestros temores
  • Dr. Dresel.

    Gracias por su artículo y estoy convencida que si no ubicamos nuestros miedos para poder trabajar en ellos, dejaremos parsar maravillosas oportunidades de crecimiento y sanación. Que tenga un excelente día.

     

    Maricela Garduño

  • Nuevamente.

    Muchas gracias Dr. siempre un plaser meditar en sus reflexiones.

    Tenga un excelente dia.

  • Tiene razón Dr. Walter, tengo un miedo tremento a la soledad.  Llevo 5 años de divorcio y a la fecha ninguna relación afectiva.  Tengo un pánico a repetir la historia de familiares cercanos que una vez divorciadas no volvieron a iniciar una nueva relación.  Miedo a caer en una relación dependiente por no llegar sola a una edad aún más madura.  Lo peor es que no sé como enfocar esta soledad y trabajarla en mi favor; por mas actividades que tengo durante el día, al final del mismo es "Estoy sola" y la pregunta es ¿Verdaderamente es mejor estar sola que mal acompañada?

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