ASÍ NACIÓ “SABIA COMO UN ÁRBOL”: JEAN SHINODA BOLEN

La idea que dio origen a este libro surgió al observar que hay “personas árbol”, y que yo soy una de ellas. La persona árbol tiene un sentimiento vivo hacia cada árbol individual, y respeto a la empatía hacia los árboles como especie. En su infancia, puede que la persona árbol guardara tesoros en un árbol, que tuviera en uno de ellos un santuario, o se subiera  a sus ramas para ver desde lo alto un mundo más extenso; alguien para quienes los árboles fueran lugares de juego, de desatada imaginación y de retiro. Puede que adquiriera conocimientos sobre los árboles en un campamento de verano o al ganar una insignia de exploradora, o que fuera un niño o aquella niña que perdía la noción del tiempo vagando por los bosques de los alrededores o en algún rincón del jardín.

 

La persona árbol tuvo un encuentro con la Naturaleza durante su niñez, o lo ha tenido siendo adulta, y como los cuadrúpedos que se retiran a lamerse las heridas, quizá siga sanando sus heridas emocionales refugiándose entre los árboles. La persona árbol entiende por qué decidiría una mujer pasar de dos años subida a una vieja secuoya centenaria para impedir que la talaran. La persona árbol puede hacerse activista en defensa de los árboles a cualquier edad.

 

Delante de la que hoy es mi casa había un gigantesco pino de Monterrey. Noté su presencia incluso antes de empezar a bajar la cuesta y cruzar la terraza de entrada. Jamás se me ocurrió que, por un simple voto de una asociación de propietarios, aquel magnífico árbol, que estaba allí desde mucho antes de que se construyera ninguna casa y crecía en todo su esplendor, pudiera desaparecer de repente porque un vecino quería que lo talaran y había sido capaz de conseguir los votos necesarios.

 

 Intentando salvar mi árbol descubrí la abismal diferencia que hay entre las personas árbol y las “personas no árbol”. Las personas árbol como yo vemos la belleza de los árboles, y tal vez los hayamos fotografiado o dibujado, pero también es posible que nuestros conocimientos botánicos sobre ellos sean muy limitados.

 

El título Sabia como un árbol es un símil, al igual que lo son los encabezamientos de algunos capítulos, tales como “En pie como un árbol” o “sagradas como un árbol”, que describen las similitudes entre los árboles, las personas y los símbolos. Pero además existe el aspecto del afecto. Las personas árbol podemos albergar toda una variedad de sentimientos hacia árboles individuales y también hacia determinadas especies; nos relacionamos con los árboles de un modo que las personas no árbol nunca se relacionan. He aquí un ejemplo de las diferencia radical que hay entre una persona árbol y una persona no árbol; por un lado, las palabras de Joyce Kilmer. “No creo llegue a ver jamás/ un poema tan bello como un árbol”, y, por otro, la frase atribuida a Ronald Reagan: “Cuando ves un árbol lo has visto todo”.

 

Hace ya años que asisto en el mes de marzo a la reunión anual de la Comisión sobre el Estatus de la Mujer que organiza las Naciones Unidas, en la que se habla sobre los derechos de la mujer, en empoderar a las mujeres y niñas, en protegerlas de la dominación que se ejerce sobre ellas, que puede adoptar formas tan terribles como la trata de mujeres, la ablación de los genitales femeninos, la lapidación, el abuso sexual, entre otros temas. 

 

Tanto en sentido físico como psicológico, cuando a una mujer o a una niña se le trata igual que si fuera una propiedad, esa mujer o esa niña es “cómo un árbol”, o como un perro o un caballo, a los que se puede apreciar, querer y dar un trato, o explotar, golpear y vender. Estos patrones de comportamiento están arraigados ya en la infancia, y así, al crecer los niños aprenden a identificarse con el agresor y las niñas, a ser sumisas; pero estas son distorsiones del crecimiento natural.

 

Un árbol que recibe el sol, la lluvia que necesita, tierra fértil para sus raíces y espacio para crecer se hace un árbol sano, maduro, un ejemplar magnífico, mientras que cuando las condiciones impiden el crecimiento, el resultado suele ser una versión nada más reconocible de una determinada especie de árbol.

 

En los seres humanos, a menos que las señales de malnutrición o de abuso sean claramente visibles, el desarrollo atrofiado que resulta de la falta de amor, de nutrición, atención médica, educación y derechos humanos suele manifestarse como una atrofia psicológica, intelectual y espiritual en todos los afectados.

  

El árbol es un símbolo muy poderoso; aparece en muchos relatos de la creación, tales como el Fresno del mundo, o el Jardín del Edén. Las religiones, y especialmente los druidas, han reverenciado los árboles. El Buda alcanzó la iluminación sentado bajo una higuera sagrada y la Navidad se celebra en torno a un abeto del que colgamos adornos. Hay árboles sagrados en el mundo entero.

  

La “familia de los árboles” tiene una conexión simbólica con el tema de la inmortalidad. Los mitos y los símbolos son portadores de significado. En el mito, una situación se representa metafóricamente en el lenguaje de la imagen, la emoción y el símbolo; y dado que los seres humanos compartimos un inconsciente colectivo (la explicación psicológica que da Carl G. Jung) o un campo mórfico del Homo sapiens (la explicación biológica que da Rupert Sheldrake), el símbolo se origina y resuena en las capas más profundas de la psique humana.

 

Sabia como un árbol gira en torno al tema de los árboles, y el resultado  es una serie de nociones que responden a las distintas perspectivas. La mitología y psicología de los arquetipos son fuentes de información sobre el significado simbólico del árbol, mientras que la botánica y la biología lo clasifican y describen. Aprender sobre árboles es apreciarlos como especie.  Las creencias basadas en árboles sagrados y en su simbolismo han formado pate de muchas religiones, y han convertido a los árboles en víctimas de sus conflictos religiosos. Las consecuencias no intencionadas de talar todos los árboles de la isla de Pascua fueron desastrosas, y puede establecer un paralelismo entre estas y el destino del planeta.

 

En Kenia, el Movimiento Cinturón Verde llevó a las mujeres de las zonas rurales a empezar a plantear árboles. Para cuando el mundo supo de ello, se habían planteado 30 millones, y la fundadora del movimiento, Wangari Maathai, se convertiría en 2004 en la primera mujer africana galardonada con el Premio Nobel de la Paz.

 

Cuando más profundizaba en el mundo de los árboles, más me adentraba en una compleja y diversidad selva de conocimientos, desde arqueológicos hasta místicos. Me enteré de que, de no ser por los árboles, nosotros, los mamíferos y seres humanos de este planeta, no estaríamos aquí. Me enteré que la reforestación es lo que diferencia a las culturas que se mantienen firmas y prosperan de aquellas que siguen talando árboles y decayendo. Estas son las lecciones objetivas que la humanidad puede aplicar en este momento: podemos aprender de la historia del mundo y prever lo que sucederá o cómo los árboles pueden ser nuestra salvación.

 

Como puede serlo otro de los grandes recursos de la humanidad, que son las mujeres y las niñas. Este ha sido un aprendizaje paralelo que me ha dado el asistir a la reunión anual de la Comisión sobre el Estatus de la Mujer en la ONU. Si una niña recibe educación, se casará más tarde, tendrá menos hijos, que estarán sanos, y contribuirá a la economía familiar con casi la totalidad del dinero que gane, ya que, gracias a los microcréditos, muchas mujeres pueden abrir pequeños negocios. Cuando hay un número suficiente de mujeres que ocupan puestos de importancia, como es el caso de Liberia o Ruanda, la anterior cultura de corrupción y violencia desaparece, pues las prioridades cambian, y lo que importa entonces son la paz, la economía prospera. No es exagerado decir que la participación de las mujeres es el elemento crucial que está ausente a la hora de encontrar soluciones a los problemas económicos, medioambientales y militares, en los que radica la inestabilidad de nuestro mundo y de dar respuesta a las cuestiones como la supervivencia o la sostenibilidad. Valorar a las niñas es igual que valorar los árboles; es bueno para ellas y para el planeta.

 

En los últimos tiempos ha proliferado el activismo de base. Han surgido organizaciones no gubernamentales (ONG) por todo el mundo, contándose en la actualidad sus miembros por millones, incluso en china, Rusia o África. Las mujeres han ido ampliando sus negocios y creando incontables ONG (el 80% de ellas creadas por iniciativa de las mujeres) que tiene el potencial de cambiar el pensamiento colectivo. Las ideas, como si de un virus se tratara, pueden actualmente extenderse, venciendo cualquier resistencia, y convertirse muy pronto en lugares comunes. Si eres una persona árbol y estás ahora leyendo mi palabras, en caso de que tu apreciación y preocupación todavía no se hayan extendido más allá de la relación afectiva con ciertos árboles concretos, mi intención es hacer que tu conciencia descubra un nivel más profundo, como lo ha hecho la mía, que se involucren la mía, que se involucre tu corazón, tu imaginación y tu mente entera, pues ese es el primer paso que debemos dar para salvar los árboles y a las niñas.

 

Lo único que quedaba de mi pino de monterrey era un gran tacón de forma irregular, hermoso en cierto sentido; del corte todavía Fresco rezumaba la savia. Y había también un gran espacio allí donde antes se elevaba recordándose en el cielo y presidiendo mis paseos.

 

Durante la semana que estuve fuera, mientras talaban el árbol, le hablé a Gloria Steinem de mi infructuosa empresa por salvarlo. Me dijo: “Recuérdalo, Jean; eres escritora, y una escritora puede tener la última palabra”. Muchos árboles se talan para elaborar papel, y esa es habitualmente la forma en que un árbol se convierte en libro. Mi árbol sigue vivo en este libro, en el espíritu del libro y sus palabras.   

 

 Una de las esperanzas que tengo puestas en Sabia como un árbol es que haga a lectoras y lectores recordar experiencias similares: que te haga acordarte de los momentos sagrados y conexiones del alma con la Naturaleza, y con los árboles especialmente.

 

*Introducción del libro “Sabia como un árbol” (Kairós, 2012)

 

La doctora en Medicina, profesora de Psiquiatría clínica de la Universidad de California y analista junguiana Jean Shinoda Bolen es pionera en la aplicación del estudio de las diosas en la psicología femenina. La autora clasifica a las diosas griegas en tres categorías: las diosas vírgenes, las diosas vulnerables y las diosas alquímicas o transformadoras, y estos tres arquetipos están presentes en la psicología femenina. Tras el gran éxito obtenido con Las diosas de cada mujer, la autora siguió su investigación con Los dioses de cada hombre y Las diosas de la mujer madura, también publicados por Kairós.

 

"SABIA COMO UN ÁRBOL",  será presentado por su autora JEAN SHINODA BOLEN; Paty Kelly, periodista; y Agustín Pániker, editor de Kairós. El evento tendrá lugar el 14 de junio a las 18:30 horas, en el hotel Gran Marquis, ubicado en Paseo de la Reforma 465 Col. Cuauhtémoc. Mexico, D.F. 06500. 

 

E N T R A D A L I B R E.

 

ES IMPORTANTE CONFIRMAR SU ASISTENCIA AL 56158479 y 56158480.De: 7:00 a 15:00 horas. Lunes a viernes Informes: promocion@nirvanalibros.com.mx

 

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Comentarios

  • Muchas gracias, Ma. Angélica, precisamente, Jean Shinoda Bolen, desea que su libro nos haga recordar pasajes de nuestra vida y no olvidar que la naturaleza y, en especial, los árboles son parte de nuestra vida. Gracias, por tomarte el tiempo y leer esta publicación. Sabia como un árbol será presentado el 14 de junio a las 18:30 horas, en el hotel Gran Marquis. ENTRADA LIBRE. Solo tienes que confirmar su asistencia al 56158479.

  • maravilloso leer este articulo; yo fui una niña arbol en la banqueta del frente de mi casa habia un frondoso arbol de hule, con sus ramas gruesas. a el me subia cada tarde y sentia que iba en un avion, lo adoraba... recuerdo que cuando mi mama me queria pegar corria a subirme a el, incluso hubo momentos en los que me quedaba dormida... fue una gran suerte que nunca me callera de el, hoy pienso que me cuidaba mucho. recordar esos momentos me dieron enorme nostalgia. hoy siendo adulta busco estar en un bosque... corro al arbol mas grande me abrazo a el y grito fuertemente. asi siento que vacio el stress y al mismo tiempo me cargo de su energia. nunca me detuve a analizar el porque solo me deje llevar. en navidad adoro los pinos naturales. gracias por compartirnos y hacernos consciencia con esta publicacion. orgullosamente hoy dire soy una mujer arbol.

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