Ama de Casa de Clase Media

Sea el presente trabajo un intento de describir las experiencias, sentires y devenires en un grupo al que yo pertenecí durante 23 años, al que mi madre todavía pertenece y del cual cuesta más trabajo salir que de un pozo con las paredes resbaladizas.
Sé que se dirá que es altamente proyectivo, sin embargo, es un grupo al que se le da muy poca importancia, pero, que desde sus entrañas se tejen el presente, y futuro de la nación, que debería ser estudiado más a detalle, pero sobre todo, atendido, porque todo el edificio cultural de nuestra sociedad está construido sobre sus cimientos.

Ama de casa

Clase Media

1987. Sentadas en uno de los pasillos que daban al salón, en el Colegio Franco Americano, varias muchachas, con las calcetas abajo y las faldas lo más arriba que se los permitía el flujo continuo de profesores, tomando el sol despreocupadamente, discurrían acerca de lo que harían al graduarse de secretarias. Una de ellas, la más alocada y alegre, decía que ni siquiera le veía el caso a graduarse, puesto que su situación estaba resuelta, su novio acababa de pedirle que se casara con él, su familia tenía buena posición y un negocio que le habían ofrecido para manejarlo; ella estaba segura de que pronto pondrían fecha y de esa manera ni siquiera tendría que preocuparse por los exámenes finales.

Otra de ellas, probablemente la mayor y más intelectual, escuchaba silenciosamente toda la plática y pensaba para sus adentros –“cuando yo me gradúe, voy a conseguir un buen trabajo, me voy a dedicar a viajar y de hombres nada, que se queden con las ganas, yo no me voy a casar”-.

Los meses pasaron, los preparativos de la graduación estaban en pleno apogeo. Un año hacía de aquella escena en donde unas pretendían un matrimonio conveniente y otras todo lo contrario, sin embargo, el destino fue alcanzando a cada una y entre ellas, a aquella muchacha que tenía sueños de grandeza y de independencia, acababa de conocer a un joven médico que le ofrecía un futuro brillante removiendo de esta forma, todos aquellos procesos de enculturación ancestrales que estaban depositados en su inconsciente y que, desde el momento en que el muchacho le pidió que fuera su novia, sonaban como campanas en el fondo, campanas de iglesia, por supuesto.

“Las capas medias, son definidas por su carácter heterogéneo. Según el tipo de actividad desempeñada”. El Colegio Franco Americano, se encontraba enclavado en Cd. Satélite, uno de los suburbios que gozan de mayor plusvalía desde su creación allá por el año de 1958. La familias que primero llegaron a este desarrollo eran en su mayoría de ejecutivos que laboraban en las empresas de la zona de Reforma en el Distrito Federal; generalmente se trata de terrenos de más de 300 metros y residencias de más de 400 metros de construcción, amplias banquetas y zonas verdes, acceso a vialidades principales y urbanización de primer mundo, lo que lo hacía el lugar ideal para el desarrollo de una clase media pujante y en continuo crecimiento. Todas las señoritas asistentes a este colegio, tenían como objetivo principal, conseguir una carrera corta que les permitiera ingresar al campo laboral, con el único objetivo de poder casarse bien y, de esa manera darle objeto a su existencia. “Una secretaria, siempre puede vestirse bien y de esa forma, llamar la atención de algún joven profesionista que quiera formar una familia”. Tales eran los consejos vertidos por las madres de las alumnas.

“Hay efectos psicológicos producidos por la pertenencia a una clase social que, al estar determinada por circunstancias económicas, políticas y culturales, influyentes sobre los proceso básicos de la interacción social (socialización, comunicación, afiliación, etc.), determinan que la conducta relacionada con esos procesos revista características particulares en los individuos pertenecientes a una determinada clase social.”

“La pertenencia a una clase social tiene efectos de carácter específico sobre el individuo. Además de suministrar un estilo de vida, una concepción particular del mundo y ciertos marcos de referencia, la clase proporciona ciertos modelos de conducta que se traducen, durante el proceso de socialización, en comportamientos concretos.”

Efectivamente, cuando se llegó la hora de ingresar al campo laboral, cada una de las alumnas fue extremadamente cuidadosa de su aspecto, modales, y a pesar de su juventud (algunas estaban graduadas a los 17 años) se encontraban listas para emprender el viaje de su vida: conseguir marido.

Aquella muchacha que tenía como pretendiente a un flamante médico, en cuanto se dieron los diplomas y se tomaron las fotografías con las amigas, los padres de ellas y la señora directora, procedió a olvidarse por completo del proceso de buscar marido, perdón, trabajo, (puesto que el pretendiente ya estaba), y se dedicó a los preparativos para la boda.

Luego de seis meses de prepararse, llevando varitas al nido, comprando el vestido con cauda más larga para el que le alcanzó, escogiendo anillo de compromiso, argollas de matrimonio y por supuesto, flores, pastel, invitaciones y demás parafernalia requerida para esos menesteres, cumplido el plazo y llegada la fecha, procedió a tomar la decisión para la que se había preparado durante toda su vida: sí, acepto…

“Al trazar un perfil psicológico de la mujer mexicana, la encontramos:
• Abnegada: se deja nulificar como persona; no vive para sí sino para otros; no exige ni protesta. Proyecta así, muy a su pesar, un dejo de masoquismo.
• Disimulada y fingida: porque replica celosamente un mundo de vivencias; la cultura la ha obligado a buscar máscaras para manifestarse a medias.
• Sometida: de niña se somete al padre y a la madre; de adulta a su hombre, quizás a su hermano mayor. A la mujer se le orilla a vivir el sexo más como posesión ajena que como íntima relación interpersonal. La posesión por parte del hombre es económica, psíquica y física.
• Religiosa: con esa religiosidad hecha de resignación, pasividad y espera, que no es la esperanza proclamada por el cristianismo genuino.
• Tradicionalista: la mujer tiende a simbolizar el pasado; mientras que el hombre el presente.”

Se daba de esta forma, una certeza de que ella había hecho lo correcto, que su vida había cobrado una validez sin precedente, su fin social se había cumplido, su destino estaba sellado de la mejor manera posible. Todo lo que ella había luchado por mantenerse pura y sin mancha, ahora hacía sentido y podía sentirse importante, suficiente y completa, era una mujer casada, contra todo, contra todos, hasta contra ella misma…

“Mujer de 26 años, ya ha madurado tu cuerpo, y es tu afán grande en la vida, buscar esposo perfecto, tienes un novio arquitecto, y te dice tu intelecto, que aunque no te llena el alma, sabrá ponerte en tu puesto…”

“La socialización se puede definir como el proceso de internalización de las conductas, normas y valores que rigen a una sociedad; es decir, la forma paulatina en que el hombre, desde sus primeros años, se familiariza con una serie de comportamientos y principios que, al hacerlos suyos –al internalizarlos- , le permiten el acceso a la vida social.”

Durante los años siguientes, se dieron las luchas normales de todo matrimonio, primero la integración de dos individuos, luego, el enfrentar las responsabilidades, el nacimiento de los hijos, las escaseces, las abundancias, los desengaños, las desilusiones, el saber que una persona, ante todo es ser humano, y a veces no tan humano como se quisiera.
Pero sobre todo, el mantener el estatus, el que toda la sociedad vea lo que queremos que vea, la máscara de bienestar, de gente bien, de gente que no da espectáculos, porque la ropa sucia se lava en casa, las dificultades se guardan bajo la alfombra y se enfrentan en secreto.

Todos los días se presentan como un reto: trabajo rutinario, exigencias constantes por parte de los hijos, estirar el dinero para que alcance, tener la casa limpia; si bien un ama de casa clasemediera tiene acceso a personal de servicio en casa, es su deber vigilar que todo esté perfectamente hecho, que no haya polvo, y que fulanita haya limpiado adecuadamente los vidrios, que la comida esté hecha de tal manera que les guste a los niños y también al marido, que todo esté en su lugar, desde la mesa perfectamente puesta, hasta el papel de baño en el sanitario. De pronto, al sentarse al pensar un poco, lo cual se da muy pocas veces en la vida de un ama de casa, generalmente esto ocurre afuera de la escuela, sentada al sol en un coche más o menos último modelo, se piensa en el día en que se podrá salir con las amigas, a tomar un café, a un desayuno, a una reunión de la iglesia, claro, siempre y cuando las múltiples clases y actividades de los hijos lo permitan.

La vida de las mujeres se convierte de esta manera en una rutina donde día con día, la única variable es ir al salón de belleza, o al cine a ver la última película de Disney.

Muchas veces, formadas en el tráfico del mediodía, se observan las colas interminables de “caracolas”, forma coloquial como se conoce a las señoras que van en una camioneta (porque llevan una babosa adentro), y se les juzga de torpes por su forma de manejar, pero nunca nos detenemos a pensar en la forma en que tienen que equilibrar el manejo del vehículo, calmar a sus pequeños vástagos para que no salten por la ventanilla ni derramen el jugo sobrante del “lunch” y el teléfono celular en el que la amiga le está contando que acaba de tener un pleito terrible con otra amiga porque le robó a la sirvienta.

Todos estos elementos, aunados a la absoluta soledad de convivir todo el tiempo con niños y esperar un tiempo indeterminado a que el marido llegue para poder intercambiar con él una serie de 3 palabras porque él llega harto de hablar y lo único que espera es silencio y tranquilidad, convierten la vida del ama de casa en una especie de burbuja en el tiempo y el espacio. Casi nadie con quien hablar, o más bien, comunicarse, la va llevando a desarrollar una serie de carencias emocionales que la hacen parecer “corta” o ignorante, pero es su yo interno lo que está peleando por salir avante sin morir del todo al autoanálisis y tratar de conseguir sobrellevar esta etapa de crianza sin perderse a ella misma en el mar de la constante demanda de la vida diaria.
“A pesar de su inteligencia superior y sus características físicas particulares, el hombre, como lo han comprobado diversos experimentos, requiere para sobrevivir de la vida colectiva, incluyendo en ella aspectos como el afecto y el amor.”

Frecuentemente, al pasar los años, la mujer que vive bajo estas condiciones llega a considerarse a sí misma como un fantasma cuyo papel es el de “servir”, sin encontrarle sentido a que todo se haga de la misma forma día tras día, sin variaciones, con las mismas dificultades, apresuramientos y nulo reconocimiento por parte de la sociedad.

Una mujer que un día fue una joven llena de sueños y planes, es ahora un ser amorfo, despersonalizado, invisible, sin figura, ni física, ni psíquica, es como si su familia hubiera extraído la esencia vital de su ser para bebérselo de un golpe sin dejar nada para ella. Y así transcurren los años, hasta que un día con terror, se da cuenta que los hijos están a punto de dejar el nido…

La mujer en esta temida etapa, puede optar por uno de tres caminos:
• Impedir a toda costa que los hijos se vayan, tratando de alargar lo más posible su maternidad y con eso, su justificación existencial. Castrando e impidiendo la maduración apropiada de su descendencia, creando individuos dependientes y frustrados. Echando a perder de esta manera el trabajo de toda su vida, o, coronando su esfuerzo de mantener a sus hijos a su lado a toda costa.
• Resignarse a que se vayan pero chantajeándoles diciendo que ella se va a morir sin ellos, que no sean malagradecidos y que recuerden que tienen madre. Asimismo, enfrentándose con la terrible expectativa de compartir el nido vacío con un individuo al que apenas conoce y que apenas la conoce a ella y que, peor aún, no desea conocerla, sino que le sirva.
• Crecerse autoafirmándose y buscar la salida de un futuro sin futuro.

Generalmente, la edad en la que se presenta esta situación en la vida de una mujer que se ha desempeñado como ama de casa, es alrededor de los 50 años, un poco antes, un poco después, y con un fenómeno concomitante que se cierne sobre su estabilidad emocional como ningún otro antes: la menopausia.

“La disminución en los niveles de las hormonas femeninas hasta su desaparición total, provoca que aparezcan una serie de signos y síntomas relacionados, así como un aumento de cambios emocionales. La aparición de cada uno de ellos, así como su gravedad e importancia con respecto al empeoramiento de la calidad de vida, depende de cada mujer. En cualquier caso, en la actualidad, existe un gran número de opciones terapéuticas que pueden ayudar a paliar estos síntomas o trastornos asociados a la menopausia.”

Desde un punto de vista de una mujer que “ya no es mujer” el panorama es muy oscuro, sin embargo, quienes optan por crecerse a la situación, y enfrentarla de un modo creativo y con filosofía, pueden sacarle jugo a la situación…

“Pertenecer a una clase social afecta de manera global los actos del individuo, tanto los referentes a su conducta cotidiana (preferencias, modales, formas de hablar o de vestir), como aquellos que constituyen la expresión de su manera de pensar, de ver el mundo en general.”

Muchas veces durante mis años de ama de casa, me imaginaba a mi misma durante este trance, pensaba y planeaba de qué modo enfrentaría la salida de mis hijos de casa, el verme así, con toda la loza de mis propias decisiones sobre mi espalda. Medité más de una vez cómo hubieran sido las cosas si mi clase y mi socialización no hubieran sido tales, o si yo hubiera seguido mis propios deseos y no me hubiera casado, si hubiese trabajado y viajado como eran mis ilusiones. Y llegué a una conclusión: lo hecho, hecho estaba y al futuro había que agarrarlo como venía, como toro por los cuernos. Decidí que la vida no me iba a llevar otra vez entre los pies y que esta vez, iba a ser yo quien decidiera, que la menopausia no me iba a agarrar desprevenida y que eso de las depresiones y las angustias a mí no me iba a pasar.

“Muy recientemente, y por influencia del cine extranjero, se ha ido perfilando otro tipo de mujer: la mujer moderna, liberada de modo que coexisten dos estereotipos muy contrastantes: el primero, la dulce, fiel, amorosa, abnegada, dependiente, no responsable de sí fuera del hogar; el segundo, la ambiciosa manipuladora, traidora, prostituta, cómplice.
De esta situación de tesis y antítesis tendrá que irse dando la síntesis del justo medio y del equilibrio.”

Hace un año, una amiga me invitó a trabajar con ella, después de mucho pensarlo, lo acepté y me atreví, eso trajo una serie de cambios a mi vida que sin querer vinieron a cumplir con aquella proyección que yo me había hecho años antes, el trabajo no duró más que un año, pero de ahí se desprendieron muchas cosas, entre ellas, el deseo de estudiar, de retomar mi vida, y esa joven que un día decidió que la vida no la iba a arrastrar, ahora está decidida a graduarse y a construir una vida, no importa por cuanto tiempo, pero me prometo que será intensa, grande, ancha y sobre todo, mía, muy pero muy mía.

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Comentarios

  • Gracias por compartir tu experiencia. Yo estoy del otro lado, soy una mujer independiente, madre soltera que ha tenido que salir adelante sola. Hay veces que me quisiera recargar en alguien y ser como esas ñoras de Satélite en sus camionetas que aparentemente no tienen mas problemas que los de sus hijos. Nunca había pensado que pueden ser personas frustradas por que les han robado su identidad, lo cual no me alegro y supongo que todas tenemos que luchar con las armas que se nos fueron dadas para ser felices.
  • Me encantò el analisis, que profundo , y que si tienes trabajo aunado a tu deber de ama de casa se entrelazan otras cuestiones que tambien son dignas de otro trabajo de analisis, gracias por todos estos articulos que nos van abriendo la mente, orientandonos a pensar mas en nosotras, gracias de verdad. 

  • Que buen ejemplo de vida , nunca es tarde gracias. ...
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