A ENAMORARSE... ES FEBRERO

Los seres humanos somos de costumbres, de tiempos, de fechas, de cronologías. En mayo nos es común asociarnos con el concepto de la maternidad, en febrero, más allá de los conceptos materiales y mercantilistas, el amor y las reflexiones que de él se derivan se nos presentan con mayor frecuencia.
Lo que resulta difícil es concentrarnos en crecer, tema que se vincula necesariamente con el proceso de enamoramiento hacia nosotros mismos; reconocer errores, admitir que todas las personas que han cruzado por nuestro camino lo han hecho por una causalidad, que han venido a aportar y a llenarnos de experiencias precisamos entender que la vida es algo más que simplemente ser una pluma al viento.
Este es el inicio de la magia, trascender las experiencias de lo que llamamos mundo real al darnos cuenta de que estamos rodeados de hechos aparentemente milagrosos, inexplicables muchas veces.
En nuestro interior las fronteras son escasas, las limitaciones son pocas y la imaginación permite casi cualquier cosa.
Lo sorprendente es que estas circunstancias sobrepasan el campo de los sueños, se presentan sin autorización expresa de nuestra parte, muchas veces justamente para asombrarnos, para enseñarnos que la voluntad y la conciencia forman un flujo cuyos resultados se manifiestan como mágicos pero también como posibles.
Lejos de lo fortuito de lo que experimentamos, el universo ha hecho su tarea, el orden de las cosas generalmente es distinto al que impone la razón, caprichosamente todo tiene sentido cuando nos integramos sin muchas discusiones internas a ese arreglo cósmico.
La vida es un viaje, la motivación y la decisión que imprimamos en su devenir son fundamentales en su resultado final; el convencimiento, la creatividad y el hacer las cosas correctas son parte de uno mismo y fácilmente confluyen en el sentido deseado.
Nada está fuera de ti, nada te es ajeno, todos los resultados son consecuencia de tus actos, de la visión y de lo que estés dispuesto a hacer.
En estas fechas del amor si pensamos en su ausencia tendremos como respuesta exactamente eso; para recibir amor la primera de las  condiciones es darlo; para que esto último suceda resulta absolutamente necesario el tenerlo.
Ámate a ti mismo, reinventa y construye tu armonía interna modificando conductas, físicas y actitudes; la dicha que esta sensación produce te permitirá fluir, te hará proyectar una imagen distinta haciéndote el receptor de eso que al principio de esta colaboración llamé momentos mágicos.
Los cambios internos son reales producen un reordenamiento de tus prioridades, dar luz a mundos invisibles priorizando atenciones y focalizando lo importante por encima de lo trivial.
Si eres escéptico tus respuestas tendrán el mismo signo, la duda; la conclusión que de esto deviene sólo te hará distraerte y en consecuencia alejarte de tus anhelos y sueños.
Hacer de este estilo de vida un hábito te permite tomar contacto directo con ese ser superior que llevas dentro y con la combinación que las fuerzas del universo, que son infinitamente mayores a nosotros; resistirse a cambiar es dejar a un lado la posibilidad de amar al ser más importante con el que has tenido contacto, a ti mismo.
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