No cabe duda que en el transcurso de la vida conocemos muchas personas, nos hacemos amigos que en algún momento por elección o circunstancia se van, otros permanecen con el paso del tiempo permitiéndonos compartir momentos inolvidables quedándose en nuestro corazón por largo tiempo. Sin lugar a dudas siempre hay una amiga que está ahí para nosotras cada vez que la necesitamos y dispuesta a dar lo mejor de sí misma, ya que no existe mejor amiga que una misma.
Sé que no es nada fácil platicar consigo misma y hacerte preguntas que te invitan a confrontarte para analizar que hemos hecho de nuestra vida hasta ahora en el presente y qué decisiones hay que tomar para elegir caminos que te lleven a formar un futuro más efectivo y satisfactorio. ¿Qué tanto te conoces? ¿Qué tanto hablas contigo? ¿Platicas contigo a manera de juzgarte todo el tiempo? o ¿Te has dado permiso de despertar en ti ese lado compasivo?
Eso te ayuda a asimilar de una nueva forma todo lo acontecido en tu vida hasta hoy. ¿Qué tan dura y verdugo eres contigo misma? Estas preguntas son tan sólo el inicio de una autoevaluación ahora que el año acaba de iniciar y es buen tiempo para hacer una autoevaluación para iniciar el cambio y reforzarlo cada día. El criterio con el que la mayoría de las veces nos juzgamos denotan tan sólo el grado de inconformidad en el que vivimos, la insatisfacción personal que sale a flote al momento de recriminarte duramente las decisiones que has tomado y te han llevado al lugar donde hoy estás., y esto genera un duro enfrentamiento entre la persona que somos, (formado por todas las creencias, ideas y costumbres con lo que fuimos educadas, siendo muy fuerte y crítica al brindar una imagen a los demás, por buscar aprobación de los seres que nos aman) y la persona que en realidad somos, pero la única manera es el autoconocimiento, que nos permitirá descubrir que no somos lo que creemos ser, sin embargo poseemos todo lo necesario para ser nuestra mejor amiga.
Quizá en algún momento de la vida hemos sentido que la “peor enemiga” está en lo más profundo de nosotras y esa idea nos aleja enormemente de quienes somos y nos genera intranquilidad, ansiedad, que nos impide pensar y actuar de una forma coherente con nuestros verdaderos pensamientos y sentimientos. Ser mi mejor amiga es una necesidad legítima, esto no quiere decir que debemos ser complacientes, sino es una forma de autorespeto y la necesidad de buscar nuestro equilibrio emocional y paz interior que nos permita vivir más efectivamente en nuestra vida.
Ser mi mejor amiga es aceptar nuestras imperfecciones, los errores que admitimos haber cometido y sin cuestionamientos sino más bien siendo justos al momento de hacer una reflexión personal, yendo de la mano con nuestro lado compasivo. Al hacerlo, esto nos permitirá rectificar el camino haciendo uso de una sana autocrítica que nos permita corregir aquello en lo que nos hemos equivocado, pero también nos ayudará el reconocernos de una forma razonable por todo lo que hemos hecho bien, el ser mi mejor amiga, permite sentirnos merecedoras de esa gratificación.
La pregunta es: ¿Intentas acercarte y fomentar la amistad con tu persona o prefieres ser la enemiga más importante de tu vida?
LDH. Sandy González
Terapeuta Desarrollo Personal
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