UNA EMOCIÓN LLAMADA AMOR

El amor es una forma de ser. Es la energía que irradia cuando se entregan los bloqueos que impiden su expresión. Es más que una emoción o un pensamiento, es un estado de ser. Amor es en lo que nos convertimos siguiendo el camino de la entrega. Es una manera de estar en el mundo que dice: ¿Cómo puedo ayudarte? ¿Cómo puedo reconfortarte? ¿Cómo puedo ayudarte a encontrar un trabajo? ¿Cómo puedo consolarte cuando has sufrido una pérdida importante en tu familia? A través del amor iluminamos el mundo.

Todos tenemos la oportunidad de contribuir a la belleza y a la armonía del mundo mostrándonos bondadosos con todos los seres vivos y apoyando el espíritu humano. Lo que damos libremente a la vida fluye de nuevo a nosotros, porque somos parte de esa vida. Como las ondas en el agua, todo regalo retorna a quién lo da. Lo que afirmamos en los demás, lo afirmamos en nosotros mismos.

El amor se expresa de muchas maneras. Un niño memoriza una canción de cuna que le enseñó su abuelo y aún es capaz de repetirla 80 años después. Un marinero dirige la nave durante tres días sin parar, en medio de un tifón, sin comida ni bebida, mientras todos sus compañeros están mareados. El doctor ama a sus pacientes y reza por ellos sin que lo sepan. La madre limpia los pantalones de su hijito que sufre diarrea y dice: «Cariño, no es culpa tuya. No pudiste evitarlo». La esposa se levanta tempano cada mañana para preparar el café a su marido como a él le gusta. El perrito espera junto a la puerta que su dueño regrese y mueve la cola cuando entra por la puerta.

Por lo general, la gente asocia el amor con el «amor romántico», como cuando nos decimos “cariño” o “amor”. Pero el amor romántico sólo es una pequeña parte de la vida humana. Hay muchos otros tipos de amor que no son el amor personal, romántico y que están presentes en nuestra experiencia cotidiana: el amor a las mascotas, a la familia, a los amigos, a la libertad, al propósito de vida, a la patria, a los atributos, a la creación, el amor como virtud, como entusiasmo, como perdón, como aceptación, como motivación, como aprecio, como bondad, como esencia de las relaciones, como lazos fraternales de unidad, el amor como amistad, como lealtad,, etc.

Tendemos a aceptar la idea de amor que se nos proyecta a través de los medios de comunicación y, el amor, va más allá de esa idea. En general con la palabra «amor» los medios aluden a un intenso estado emocional que combina la atracción física, la posesividad, el control, la adicción, el erotismo y la novedad. Suele ser frágil y fluctuante; crece y decrece en función de las condiciones cambiantes. Cuando esta emoción se frustra, a menudo revela ira y la dependencia subyacente que enmascara. Suele decirse que el amor puede convertirse en odio, pero en tal caso es probable que se trate de sentimentalidad adictiva y no de amor; puede ser que nunca haya habido verdadero amor en una relación así, pues el odio surge del orgullo, no del amor.

Este nivel de energía se caracteriza por un verdadero «AMOR» incondicional, inmutable y permanente. No fluctúa pues su fuente no depende de factores externos. Amar es un estado del ser. Es relacionarse con el mundo de una manera amable y servicial. El amor no es algo intelectual y por ello no procede de la mente, sino que emana del corazón. Tiene la capacidad de elevar a otros y de alcanzar grandes logros por la pureza de sus motivos.

En este nivel de desarrollo predomina la capacidad de discernir la esencia: uno se centra en el núcleo de un asunto. Al pasar por alto la razón -el amor trasciende de la razón- se reconoce al instante todo el problema y se produce una importante expansión del contexto, sobre todo en lo relacionado con el tiempo y el proceso. La razón sólo lidia con particularidades, mientras que el amor se ocupa de totalidades. Es la capacidad, a menudo asociada con la intuición, de comprender al momento, sin recurrir al procesamiento secuencial de símbolos.

Este es el nivel de la verdadera felicidad. Pero, aunque el mundo está fascinado por el amor, es interesante indicar que solo el 0,4% de la población mundial alcanza este nivel de evolución de la conciencia.

 

 

 

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