TUS HIJOS ¿TAMBIÉN SON MÍOS?

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En la actualidad es tan frecuente encontrarnos con parejas reconstruidas. Sí, esos padres o madres que después de haber terminado con una relación amorosa en la que hubo hijos de por medio y una separación, deciden darse otra oportunidad con alguien más, que a su vez también tiene a sus propios herederos.

Y aunque ya no es de extrañar que existan muchas familias en las que se mezclan los hijos de ambos y más aun los que han procreado en común, es un hecho que tanto el padre como la madre deben tener muy claro que al decidir unirse en pareja asumen la responsabilidad de educar y formar en todos los sentidos a cada uno de los chicos que ahora son parte de esta nueva familia.

Hans Olvera, investigador y catedrático de la Universidad Iberoamericana, afirma que “ellos deben estar conscientes de que una cosa es el rol de pareja y otra la de padres. Se piensa que si una pareja tiene buena comunicación y cimientos en los afectos, se les facilitará ser buenos padres, sin embargo, esto es solamente un tercio de lo que se necesita para serlo; el peso más fuerte está compuesto por la inscripción paterna y materna que todos traemos, es decir, las costumbres, la educación, las tradiciones, la formación en valores, tienen más peso que la situación con la pareja”.

Escalar de ser solo pareja al nivel de familia debe ser hablado, comprendido y aceptado por los dos y contemplar acuerdos sobre la educación de los hijos, lo cual implica, poner énfasis en estos puntos:

1.- No pretender ser padre biológico o de origen. Los chicos, independientemente de su edad deben saber de dónde provienen, quién es su padre o madre para evitar que tenga confusiones. Todos somos portadores de un registro genético como son los rasgos físicos y los niños perciben muy bien estas diferencias, entre ellos y sus padres, lo cual les puede causar confusión y se preguntarán ¿por qué yo no me parezco a él o a ella?  

2.- Hay que tener presente que a pesar de no ser los padres biológicos sí se debe ejercer la función paterna, esto es: sin importar de quién es el hijo, padre y madre se deben involucrar en su formación. No es conveniente restarle autoridad al compañero, ya que esto genera confusión en el chico y crecerá sin una idea clara de lo que son los roles de autoridad y jerarquía, por lo que le costará trabajo respetar a otras personas, así como las reglas.

3.- Eviten siempre las luchas de poder. En una familia reconstruida no puede haber distinciones para ninguno de los hijos, todos tienen que ser tratados por igual y al mismo tiempo deberán seguir las mismas reglas y atender las instrucciones que los padres dicten. Cuando esta condición no se cumple se corre el riesgo de que el niño se convierta en un adulto transgresor de la autoridad.

Cuando una pareja que tiene hijos de anteriores relaciones, decide compartir una vida en común, acepta el hecho de que sin pretender suplantar a los padres biológicos, ambos adquieren la responsabilidad de formar en educación y valores a los niños, así como brindarles un ambiente que les garantice estabilidad emocional, lo cual es la mayor muestra de amor que pueden regalarse.

Colaboración de fundación Teletón México.

“La empatía: nos hace vivir el sentir ajeno”.

Bojorge@teleton.org.mx

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