TODOS LLEVAMOS UN NIÑO DENTRO, APAPÁCHALO

Sólo algunos privilegiados, pueden llevar al consciente pasajes enteros de su memoria, la de hace muchos años, la de cuando éramos unos “tiernos seres humanos”.

Casi todos recordamos al menos algunas escenas que nos llegaron muy dentro del alma, que nos impresionaron y que nos marcaron.

 

Con regularidad esas memorias, se hacen presentes ya sea por asociación de acontecimientos o personas. También es cierto que quienes tenemos la fortuna dela paternidad o la maternidad o, el deleite de ser abuelos, que algunos dicen que es ser padre o madre otra vez, asociemos actitudes, gestos, comportamientos y hasta rasgos muy peculiares a las siguientes generaciones con nuestra propia historia.

 

Ser niño para quienes se encuentran en esa etapa de la vida lleva como parte de su piel, adosado a sus vivencias, cosas que son de importancia en nuestra forma de ser.

Los infantes nos comparten sus travesuras y su imaginación sin límite.

 

En múltiples ocasiones y en un gran número de casos esta lleva al niño a tener amigos imaginarios como los invisibles; a dotar de personalidad humana a objetos inanimados como juguetes y también a cercanías vivenciales muy significativas con alguna mascota o animal.

 

En verdad estamos equivocados si seguimos dejando en el olvido toda esa capacidad creativa y emocional, todo ese enorme potencial de amar, de entregarnos; la sensación de sentirnos protegidos y queridos, la emoción de formar parte de un grupo, de pertenecer.

 

Ser niño es tener a flor de piel una enorme capacidad de sorpresa, de asombrarse ante las ideas, lo nuevo, la tecnología, los juegos y, los cuentos, los que al o largo de la historia han llenado la mente infantil.

En la vorágine de nuestros tiempos, los actuales cuando infancia y juventud son sólo recuerdos, es imprescindible rescatar lo mejor de nosotros mismos, cada etapa que fue crucial en nuestro desarrollo y formación. Quedarnos con lo bueno, con lo que llega al corazón, con lo esencial para dar el salto hacia adelante.

 

Hacer del juego un fin en sí mismo, tomarlo como parte de un proceso de aprendizaje importante. Vernos al espejo y contrastar nuestra actual mirada con los ojos ávidos y abiertos del niño que llevamos dentro. Recuperar a ese tierno ser, permite retomar nuestra forma auténtica, que conlleva una forma distinta de enfrentar las creencias limitantes y los miedos.

 

Recordar que cuando éramos menores podíamos convertir una caja de cerillos en un veloz automóvil de carreras, un pequeño barco de papel en un crucero lujoso y un simple cohete en un viaje espacial.

Ser capaces de crear, de soñar, de buscar ingeniosas y a veces imposibles soluciones a las disyuntivas que la vida ofrece. Ser niño es nunca dejar dejugar, es conocer la verdad.

 

Recupera esa etapa de tu vida; la capacidad de reír con espontaneidad; trae de vuelta a ti la confianza que sin duda te acompañaba; vuelve a invitar a tu vida a los seres imaginarios que construiste, a charlar como lo hacen algunos, con ese ser que sólo tú podías ver, hoy en día sigues siendo tu fiel compañero, tu confidente y tu mejor amigo, su nuevo nombre es tú YO INTERNO.

 

Dale un abrazo de bienvenida, de gratitud, cúbrelo de besos, de muestras de cariño, en suma, APAPACHÁLO.

Feliz día del Niño.

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