¿TE DA PENA LLORAR O QUE TE VEAN LLORANDO?

Muchas personas sienten vergüenza de llorar o de las vean llorar, especialmente los hombres, quienes por motivos culturales lo consideran un signo de debilidad o de poca hombría, pero llorar en privado o en publico es muy bueno. El llanto es el escape que el cuerpo da a la mente para desahogarse, permite descargar adrenalina y liberar tensiones acumuladas. ¡Una buena llorada, de esas ricas, hará que termines tan agotado como aliviado!

 

Desde el principio de los tiempos el hombre ha recurrido al llanto. De hecho, lo necesitamos para respirar cuando llegamos al mundo y continuamos dándole uso a lo largo de la vida. Es el primer y único sistema de comunicación que la naturaleza pone a nuestra disposición cuando somos bebés para comunicarnos con las personas que están a nuestro alrededor.

 

¿Llorar será algo de mujeres?

 

Durante años, las lágrimas han sido patrimonio de las mujeres. Se ha tachado de débil y sensiblero al hombre incapaz de contenerlas en público. Por suerte, en la actualidad las cosas están cambiando, poco  a poco pero están cambiando. Hoy no es necesario ahogar los sentimientos con falsa valentía.

 

¿Nuestros genes llorones son únicos?

 

El llanto es un sistema de comunicación doble: fónico y visual. El disco duro de nuestro cerebro tiene este programa en exclusiva. Somos el homo ludens, el hombre que llora, ningún otro animal está equipado con esta emotiva melodía.

 

Pero fisiológicamente, ¿para qué sirve llorar? Según los expertos, el llanto es un proceso que libera al cuerpo de sus tensiones y le evita caer en el círculo angustioso de la depresión. Llorar de tristeza tiene una doble función: de forma natural, uno lo hace para expresar los sentimientos, pero a la vez se busca serenidad y consuelo.

 

Los hombres y las mujeres experimentan los mismos sentimientos, pero por razones biológicas, psicológicas y culturales, las manifiestan de manera diferente. La testosterona, o sea la hormona masculina, impide que el hombre exprese su sufrimiento en forma de llanto y que no le quede más remedio que evacuar sus angustias mediante la cólera o la indiferencia.

 

La opinión de otros especialistas nos dice que existe un terreno propicio a la expresión masculina de la emotividad: el deporte. Solo hay que acercarse al ambiente futbolero para ver como tanto los jugadores como los aficionados, tienen carta blanca para llorar a lágrima viva cuando pierde su equipo.

 

Una lágrima siempre delata una emoción y por lo tanto cualquier llanto merece respeto, pero es importante averiguar, en el momento apropiado, que tipo de pasión se esconde tras él. No es igual llorar de pena o de tristeza que por un castigo merecido, ni tampoco compararse las lagrimas de inseguridad y miedo con las de un niño que quiere llamar la atención.

 

Sea lo que sea, nunca hay que trivializarlas ni burlarse de ellas. Averiguar el motivo de las lagrimas puede ser un excelente modo de conocimiento y de comprensión hacía los demás.

 

En general no conviene reprimir el llanto, a menos que la situación requiera moderación; en estos casos es básico evitar perder el control, porque cuando lo perdemos en vez de aliviar nuestro dolor lo intensificamos. Llorar es bueno, barato y saludable. Una magnifica terapia relajante que evita que las penas prevalezcan.

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