Cerré los ojos después de contemplar su imagen. Una imagen de un hombre clavado en una cruz...nunca me pareció una bella imagen, en el sentido formal de la palabra. Un día en vez de mirar la cruz y el dolor, pude ver unos brazos abiertos, ante lo que fuera, ante la vida y la muerte. Y con la transformación de la percepción, el significado cambió. Hoy, al cerrar los ojos, volví a caer en mi torrente de preguntas, hasta que el silencio se hizo... Después de un rato considerable, vino a mi mente el mito de Dionisio, el mito de su gestación, de su nacimiento. Y es que antes de entrar en el silencio, le pedí a Dios, a la verdad, a el ser, que me permitiera sentirlo en todo su fuerza. Eso explica porqué vino el mito a mi conciencia después de aquel largo espacio de silencio. Seleme, le hizo la misma petición a Zeus, y murió fulminada por la manifestación. Sin embargo, Zeus pudo salvar al ser que llevaba dentro. Éste ser era Dionisio.
Durante mis clases de mitología, me iba sorprendiendo como en el estudio de cada mito, siempre hay un simbolismo nuevo, mas profundo, mas trascendente. Seleme era mortal. Pero la verdad no lo es, ni el amor, ni la vida en sí. Dionisio era el dios que mas se acercaba a nuestra humanidad, también era un dios que integraba de alguna manera las polaridades de los géneros. Y como siempre los mitos nos dicen algo; y es que cuando podemos tocar un poco de la experiencia de la divinidad, de lo absoluto, algo humano en nosotros muere como fulminado, para dar a luz algo mas amoroso, mas integrado, mas cercano a nuestra divina verdad. Y aquí hay que hacer una anotación. La divinidad y la iluminación, va más de la pasión y la alegría con la que se vive, y va más de la aceptación de los otros. Sí, nos proporciona un desapego que nos permite no engancharnos en los dramas ajenos, pero ese desapego, no se convierte en juicio, rechazo, ni evasión, es un desapego que permite la empatía, la compasión y la relación, siempre. Es por eso que es bueno meditar, meditar desde el deseo de abrazar la vida amorosamente, haciendo a un lado, a través del silencio, todas nuestras nociones separatistas, nuestros juicios y nuestras nociones egoístas. Meditamos, entonces, para saber silenciar la mente y poder así ver, en cada evento, una oportunidad para amar de una forma mas creativa.
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