Sintiendo el viento...

¿Alguna vez has estado en la azotea de un edificio tan alto que te cuesta respirar? ¿Has tenido esa sensación de vacío en el estómago que provocan las alturas?

En la cornisa, de pie, con el viento en el rostro, caminas sin ver hacia abajo. Te sientas y, sintiendo náuseas, observas qué pequeñas se ven las personas, hormigas diminutas que transitan en el asfalto, hasta puedes creerlas incapaces de dañarte. Desde las alturas imaginas sus vidas, cuantas sonrisas fingidas, cuantos llantos olvidados. Todos viven tan deprisa que se olvidan de notar, y hacer notar, su felicidad.

En la mano un cigarrillo que se esfuma con el viento, una voz que te pregunta si en verdad quieres saltar. Queriendo decir que sí, vuelves tu mirada y finges estar bien, sólo un poco mareada. Distraída por tus pensamientos olvidas bajar. Poco a poco te despiertan las ganas de gritar: ¡hey, mundo, sigo aquí!

Sin esperar respuesta sigues caminado con cuidado por la orilla. Los miras, casi puedes descifrar lo que dicen sus rostros, lo que dicen de ti, algunos se detienen a verte, pobres ilusos, en serio creen que saltarás. Qué risa me da pensar que en un momento de mi vida les hubiera dado gusto; no esta vez.

La adrenalina que provocan las alturas es como un purificador de tu ser. El miedo que sientes al caminar por ahí, hace que te olvides de todos tus miedos, te hace feliz. La música de fondo concuerda con tus sentidos y te hace danzar. Pensamientos libres, sientes que no sientes nada…

Ha llegado la hora de bajar, aun no llegas a la puerta y ya puedes sentir como todos tus problemas se apoderan de ti nuevamente, casi puedes escuchar las voces hirientes juzgándote, sí, esas voces de quienes anhelan tu salto. Sin importar qué pase, sigues tú camino y te dispones a despertar a la vida.

Algunas veces nos olvidamos de disfrutar el vivir y agradecer estar vivo. Vivimos tan deprisa que no es suficiente respirar profundo, no disfrutamos de un hermoso atardecer y, sin dejar que la luz de la luna provoque cursis pensamientos de amor, dejamos que el día termine sin novedad.

¿Algún día te atreverás a estar en la azotea de un edificio tan alto que te cueste respirar?

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