¿SIGUES USANDO TU OSITO DE PELUCHE?

Hace unos días estaba sentada en un parque y frente a mi estaban varios niños jugando.

Me llamó la atención un pequeño de no más de dos años, que iba tomado de la mano de su mamá y abrazando con el otro brazo a un oso de peluche.  Su emoción por subirse al juego lo hacía jalonear a su mamá, que paciente lo seguía de un lado a otro. Una de las partes que de pronto llamaron la atención del pequeño, fue una en la que tenía que trepar unos escalones. Se paró frente a ellos, volteó a ver sus dos manos y después de pensarlo un poco, soltó primero la mano de su mamá, pero al darse cuenta que no era suficiente una mano libre para llevar a cabo la proeza de escalar los escalones, entregó su osito de peluche, con tanta rapidez que pareciera que no quería ni darse cuenta de lo que estaba haciendo por temor a arrepentirse.

La felicidad de estar experimentando algo tan desafiante y divertido, lo hizo olvidarse por unos momentos que nada lo estaba sosteniendo; claro que cuando la euforia pasó y se enfrentó a un puente colgante, se acordó de su osito y lo volvió a tomar en sus brazos.

Este episodio me hizo reflexionar que no somos tan diferentes a ese niño, la mayoría de nosotros tenemos “osos de peluche” a los que les transferimos de algún modo el poder de protegernos, escondernos, defendernos, fortalecernos y sostenernos.

Creemos que no podemos lidiar con los altibajos de la vida sin ellos, igual que cuando de pequeños aprendimos a caminar y estábamos segurísimos de que el juguete que sosteníamos en la mano era el que nos hacía tener equilibrio y hacernos caminar.

¿Te ha pasado que necesitas una copa para envalentonarte y decir o hacer algo?

¿Sientes que si no traes a la mano tu celular estás perdida?

¿Te parece imposible una buena plática sin un cigarro?

¿Consideras impensable salir de tu casa sin maquillaje?

¿No te imaginas una celebración sin comida?

¿No sales de casa sin un amuleto?

 

¿Cuáles son tus ositos de peluche? ¿Qué es eso que te permite escapar de las situaciones incómodas o eso que por fuerza tiene que estar en las situaciones agradables?

Al igual que el pequeño de la anécdota que te conté al principio, mientras no soltemos a nuestros ositos de peluche, nos estaremos perdiendo la oportunidad de tomar nuevas oportunidades, vivencias, aventuras y experiencias.

Piensa cuantas veces  has dejado de hacer algo o de probar algo nuevo,  por estar agarrada a un miedo, a una obsesión, a una creencia….

Todos llevamos un niño dentro que quiere volverse a tomar de la mano de Mamá o por lo menos tomarse de algo que lo aleje de los peligros, sin darnos cuenta que los peligros más terribles están dentro de nosotros, y que es ahí donde necesitamos crear una “madre amorosa”, una figura que nos ayude a cruzar los puentes de la vida, a trepar alto, a curarnos si nos raspamos la rodilla y abrazarnos cuando nos sintamos solos.

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