Es importante saber que se dice, pero es crucial poder decirlo cuando la gente esté lista para escuchar también.

  A oídos sordos… no hay palabras necias, ni verdades claras, y mucho menos explicaciones justas.

La persona que no quiere escuchar se cierra y niega cualquier posibilidad de comunicación. No hay aclaración, explicaciones, ni palabras correctas. Nada de lo que se le pueda decir estará dispuesta a escuchar.

 Por lo tanto...  Es bueno saber utilizar la prudencia. Después de todo, no hay mucho que hacer, es mejor saber esperar, guardar las palabras y estar consciente  que si se llegara a hablar, solo se van a gastar las  palabras. En lugar de  crear puentes de comunicación, van a destruir toda posibilidad de aclarar y poder platicar. Saber callar también es un talento que se debe de aprender a ejercer.

Decir las cosas a destiempo es un error y una perdida para todos. De nada sirve decir lo que uno quiere decir, si no hay nadie que quiera escuchar. De hecho, es más severo el error de la persona que insiste en hablar y decir lo que el otro no está dispuesto a escuchar que la persona que de entrada ni siquiera  abre la posibilidad para escuchar lo que le quieren decir.

Cada persona tiene su tiempo y necesita su espacio. Para algunos, el hablar lo que sienten no es problema, para otros el escuchar lo que otros dicen es un deporte emocional, que lo hacen con gran talento. Pero, hay personas que ni se saben expresar y otras que ni siquiera están dispuestas a escuchar.

Ya sea  que han sufrido una perdida, una decepción, sienten un enojo muy grande o solo están muy confundías, o temen al rechazo o a la frustración, el caso es que se les dificulta hablar sin lastimar o escuchar sin juzgar. Sea cual fuere la situación e mensaje es claro, hay que saber, hablar, saber callar y saber escuchar.

Entonces ¿cuándo es el mejor momento para hablar? muy sencillo. Cuando uno sea oportuno y sienta que la persona que se le necesita decir algo, está dispuesto a escuchar, entender y a  poder procesar  el mensaje que se le tiene que dar.  

No se trata de hablar porque uno *tiene* que decir lo que siente, eso es caer en la crueldad, o la sinceridad que tiene por objetivo lastimar.  Se trata de crear las mejores condiciones para poder transmitir efectivamente el mensaje que se requiere, con el fin de que ambas partes se entiendan y  se comuniquen con éxito.

Uno no debe de hablar con enojo, ni con resentimiento, tampoco debe de decir las cosas que sabe que solo van a lastimar. Cuando se habla se tiene que tener prudencia, precaución y sobre todo respeto.

Las palabras son muy poderosas, estas tienen la posibilidad de crear o de destruir a cualquier persona en tan solo un minuto.

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La receta

 Prudencia

 Ingredientes:

  • 1 lata de perspectiva- valorar la relación y entender el valor de las palabras
  • 1 racimo de ojo noble – buscar el bien, encontrar lo bueno, actuar con bondad
  • 2 sobrecitos de  finalidad – tener claro que se busca crear relaciones no destruirlas
  • 3 gotas de compasión – antes de hablar entender las condiciones y la posición del otro
  • 1 pizca de  tolerancia – tiempo y disposición para encontrar la oportunidad para hablar

Recomendación del chef: Para cuidar tus palabras hay que nutrir tus pensamientos con bondad y cariño. Una palabra positiva alienta,  un comentario negativo  siempre destruye.

Por qué cuidar las palabras::

  1. Es fácil dejarse influir por los comentarios de los demás. La manera en que se habla puede determinar el resultado de las acciones futuras. El estado emocional de uno responde a la energía de aquellos que están a su alrededor.
  2. Pensar positivamente, decir palabras constructivas y ofrecer una buena alternativa, ayuda a mejorar las relaciones personales. Actuar, pensar y hablar con positivismo conduce a que el otro se sienta mejor acerca de sí mismo y de sus relaciones.  
  3. La prudencia debe ser una obligación de todos. Es importante aprender a percibir a las otras personas. Saber que se debe decir y que se debe callar. El ser pertinente y considerado, son habilidades que se deben cultivar y aplicar diariamente.

 Es mejor esperar el tiempo necesario para hablar y ser escuchado, que hablar por hablar y destruir la relación que su pudo salvar.

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