RENUNCIO A SER MULTITASK

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Entiendo perfectamente cómo te sientes, otro día más que hay que levantarse, que hay que continuar, que hay que resolver… Sé lo que se siente estar agotada y estresada a más no poder, donde ni siquiera tienes un ratito para ti y ya no ves la puerta de salida. Me he preguntado en múltiples ocasiones y reflexionado seriamente acerca de esto: ¿Qué hemos logrado con la liberación femenina?, ¿realmente nos liberamos?, o más bien nos esclavizamos… Reconozco que hemos ganado muchas cosas evidentemente, como la posibilidad de estudiar, desarrollarnos como personas y profesionales, sin embargo, también hemos perdido otras muy importantes como es la protección, la galantería y el romanticismo por parte de muchos hombres. Me duele ver como nos hemos convertido en un país de mujeres solas criando a nuestros hijos, desconectadas entre nosotras, atacándonos mutuamente y permitiendo situaciones que atentan incluso contra nuestra dignidad con tal de tener una pareja a nuestro lado.

Jean Shinoda Bolen señala que: “El movimiento de mujeres provocó una reacción en contra, pero no se puede parar”. Esto quiere decir, que la reacción en cadena que resultó a partir del movimiento de liberación nos ha llevado a perder nuestra verdadera esencia y a masculinizarnos. Evidentemente fue importante comenzar a derrumbar un patriarcado que se mantuvo por miles de años, pero, en el extremo del péndulo en el que estamos en este momento, las mujeres llevamos las de perder en muchos sentidos llevando un exceso de responsabilidades y pocas gratificaciones en comparación.

Vamos a los datos duros, para el INEGI, de las mujeres mexicanas de 12 y más años con al menos un hijo nacido vivo, el 27.8% ejerce su maternidad sin pareja, es decir, 3 de cada 10 mujeres. Así mismo, la población entre 30 a 59 años, cuya proporción de mujeres unidas en pareja es menor a la de los hombres, da paso a un gran contingente que se encuentran separadas, divorciadas o viudas, donde una de cada seis (15.6%) se encuentra soltera y llega a ser de 46.2% entre las mujeres que tienen 60 años y más. ¿Te fijas? Casi la mitad de las mujeres arriba de 60 años están solas.

Considero que si bien es un gran logro lo que hemos hecho en estos años en cuanto a nuestro desarrollo personal, cultural y profesional, ha sido en muchos sentidos un precio muy alto el que hemos pagado por ello. Ahora somos multitask y hasta presumimos de ello, si no tenemos la agenda saturada nos sentimos culpables y buscamos en qué ocuparnos. Ahora hemos asumido el rol de accionar, de proveer y de resolver que antes le correspondía al hombre, además de los roles que ya de por sí ejercíamos anteriormente como esposas y madres. El querer jugar el papel de la mujer maravilla nos ha costado salud, bienestar y tiempo de calidad con nuestras familias, amistades e incluso con nosotras mismas, pero, sobre todo, mucha infelicidad. Y, si una mujer no está feliz, díganme ¿cómo podrá nutrir a los que le rodean?, ¿cómo puede ser un sustento emocional para sus familias y comunidades? Si una mujer se siente desprotegida entra automáticamente en el estrés asociado con la no sobrevivencia, el cual, es el más básico y fuerte que puede experimentar un ser humano. Es interesante como hemos cambiado nuestros patrones. Mientras que en las comunidades tribales los hombres cazaban a los animales y protegían a la tribu, las mujeres se dedicaban a la recolección, al cuidado de los hijos y de la comunidad. El sentido de pertenencia a la tribu era muy fuerte, ya que todos se contenían. ¿Qué pasa hoy? Todo lo contrario. Al quedarse sola la mujer con los hijos, en los casos donde no hay apoyo económico y emocional por parte del padre, genera en la mujer, este estrés biológico que transmitirá a sus hijos. Lo sabemos muy bien, como la mamá tiene que trabajar, los hijos se quedan en guarderías, con la abuelita, con la empleada doméstica, solos en casa o peor aún, solos en la calle.

Por otra parte, ¿has escuchado acerca del síndrome de burnout? Este síndrome lo describen las psicólogas norteamericanas C. Maslach y S. Jackson, como: “Un síndrome de cansancio emocional, despersonalización y una menor realización personal que se da en aquellos individuos que trabajan en contacto con clientes y usuarios”. Está caracterizado por estrés crónico, desmotivación y embotamiento emocional que va mermando la salud paulatinamente hasta llevarnos al colapso, y te quiero decir que desgraciadamente, cada día más mujeres lo padecen ante la vorágine de actividades que tenemos que desarrollar. Hoy, como nunca en toda la historia de la humanidad se habían tenido tantas expectativas acerca de la mujer, ya que los estereotipos indican que tenemos que ser exitosas, guapas, eternamente jóvenes, delgadas, fitness y fashionistas al mismo tiempo; pero también, madres amorosas, esposas maravillosas, psicólogas familiares y capaces de manejar el kamasutra al derecho y al revés.

Aunada a esta complejidad, el éxito que pueda tener una mujer también genera consecuencias en el plano de la pareja. El Sunday Times señala en un artículo que varias universidades inglesas realizaron un estudio muy interesante que refleja que entre más inteligente sea una mujer, menos ganas tendrá de casarse, ya que no estará dispuesta a representar el papel de esposa tradicional. Dicha investigación abarcó a 900 hombres y mujeres que primero fueron entrevistados cuando tenían 11 años y se les realizó un seguimiento para saber qué fue de sus vidas 40 años después. Según esta investigación, las mujeres tienen 40% menos de probabilidades de contraer matrimonio cuando son exitosas, tengan estudios universitarios y de posgrado. En tanto, la ecuación para los hombres es a la inversa. Cuánto más preparados están y mayor coeficiente intelectual tengan, ganan un 35% de posibilidades de casarse, en virtud de que el hombre exitoso prefiere una mujer que se quede en casita para que esté disponible durante sus múltiples compromisos y no priorice su carrera profesional en vez del cuidado de los hijos. Así mismo, se siente inseguro ante una mujer a la que perciba como más inteligente y exitosa que él. Es decir, por un lado somos exitosas, pero muchas veces estamos solas…Y no es que esté mal el elegir permanecer soltera y no conformarse con cualquiera con tal de tener una relación; sin embargo, escucho regularmente en terapia y en mis cursos a mujeres extraordinarias, líderes de empresa, talentosas, súper inteligentes, preparadas, guapas, agradables que me preguntan, ¿por qué no tengo pareja?, ¿por qué mis relaciones de pareja no duran?, ¿por qué atraigo a hombres que quieren que les resuelva la vida?, ¿por qué me dejan por mujeres a las que les gusta ser FM (Felizmente Mantenidas) o que sólo buscan a un sugar daddy? Incluso algunas me comentan con resignación que se han cansado de salir con hombres que se resisten a crecer, ya sea porque son Peter Pan, chavorucos, narcisistas, infieles, psicópatas, egoístas o sin ningún compromiso hacia la relación, aquellos que te dicen, “vamos a llevarla tranquila para ver que pasa”. En el fondo, en muchas de nosotras existe un anhelo del alma de tener un compañero, de ser tratadas con ternura, con respeto, con compromiso y madurez. ¿Qué pasa con los hombres?, se preguntan muchas… La realidad es que nuestras polaridades femenina y masculina se están invirtiendo. Si lo analizamos, en muy pocos años (ni un siglo todavía), la mujer ha asumido tareas nuevas que no le competían, siendo hoy por hoy que más féminas terminan una carrera universitaria e ingresen en el mercado laboral accediendo a mejores puestos por ser más responsables y estar más preparadas. Jon Birger en su libro, “Economía del amor”, señala que el amor se ha convertido en un juego de números asimétrico, una lectura interesante con una conclusión alarmante: no hay suficientes hombres solteros con educación superior. Entonces, ¿qué hacer? ¿Tenemos que hacernos las tontas para ser atractivas a los varones? Recuerdo que no sólo en alguna ocasión me dijeron varios amigos que los hombres me tenían miedo por ser tan segura y que sería conveniente que fingiera no serlo. A lo que por supuesto me resistí y les contesté que mi trabajo me había costado el llegar a serlo y que quien estuviera conmigo sería porque también lo fuera. Es una realidad que el hombre tiene un gran reto en estos momentos, como bien lo menciona el gran psicólogo Antoni Bolinches en su libro “Peter Pan no quiere crecer”; sin embargo, las mujeres necesitamos recordar que nosotras somos las que ponemos los límites en una relación, de tal manera que, si queremos relaciones más justas y equilibradas, necesitamos recobrar nuestro poder como mujeres, que no es antagonista de desarrollarnos personal y profesionalmente. De hecho, nos hará mejores en ambos sentidos.

Bueno, todo este preámbulo es porque me parece importante analizar los errores que hemos estado cometiendo durante estos años y nos reconciliemos con nuestra grandeza, desde nuestro verdadero poder, desde nuestra sabiduría más ancestral, nuestra diosa interna, nuestra sacerdotisa, así como, entregarle al hombre la responsabilidad de crecer y ejercer su polaridad masculina para que podamos crear relaciones mucho más equilibradas, equitativas, estables y sanas. El problema me parece es que ahora las mujeres nos estamos masculinizando y los hombres se están feminizando. Es decir, los roles están invertidos con consecuencias graves para ambos sexos. Entre más estemos en nuestra polaridad femenina más podremos ayudar al sexo opuesto a desarrollar la suya propia, reconociendo que estamos para complementarnos, apoyarnos y enseñarnos mutuamente a partir de nuestras diferencias, en vez de competir, dividir y perder mutuamente la oportunidad de evolucionar como seres humanos. Grandes filosofías como la Kabbalah y el Tao hablan de estos principios femeninos y masculinos que muchos de nosotros hemos olvidado y que es importante recordar. A continuación les presento las principales características de ambos principios:

Principios de lo femenino: Principios de lo masculino:
• Representa la vasija • Representa la luz
• Yin • Yang
• Su energía es receptora • Su energía es dadora
• Su energía es reproductora • Su energía es productora
• Somos sistémicas (enredadas en cables) • Son focalizados (visión de tubo)
• Intuición • Lógica
• Emocionales • Racionales
• Sutileza • Directos
• Pasivo • Activo
• Quietud • Movimiento
• Noche • Día
• Luna • Sol
• Administrar • Solucionar problemas
• Seduce • Conquista
• Creatividad • Racionalidad

¿Cuál es el problema? Que nos hemos desdibujado, pues al olvidar nuestra verdadera esencia y pasar a una polaridad masculina, olvidamos nuestro poder y hemos dejado de tomar decisiones que son importantes para nosotras. Por un lado queremos hombres, pero por el otro, hacemos muchas cosas de manera inconsciente para alejarlos como el no dejar que hagan su chamba de conquista, como dar sexo a cambio de amor, como no amarnos lo suficiente, como no cuidar nuestra luz. Y, te quiero decir que un hombre ama a una mujer que se ama, donde hará todo lo correcto y necesario cuando la perciba como especial y no como una del montón. Por otra parte, a muchas mujeres les cuesta trabajo pedir y recibir, quedándose únicamente en el dar, resolviéndoles en múltiples ocasiones hasta el tema económico, donde aclaro que, una cosa es apoyar y ser interdependientes, pero otra muy diferente es mantener al marido, quien finalmente, se irá seguramente con alguien que si le pida y él pueda dar. Además te quiero decir que, cuando el hombre no puede ejercer sus funciones, es decir, cuando no los dejamos sentirse útiles y reconocidos por lo que hacen, reacciona con dos posibles mecanismos: la violencia o la indiferencia, ¿te has fijado como los índices de violencia han aumentado? Energéticamente cuando estamos en la polaridad masculina no somos atractivas para ellos obviamente, ya que ellos quieren estar con una mujer, no con otro hombre y luego nos resentimos porque no nos cuidan, pero abríamos de preguntarnos qué tanto los dejamos en realidad hacerlo… Beatriz Goldberg lo describe maravillosamente: “Ni fundamentalismo feminista, ni justificaciones conciliatorias para el machismo, sino legítimo orgullo de ser mujer. La mujer hoy en día no hizo un buen negocio porque, en realidad, atiende muchos frentes y está muy exigida”.

Para la Kabbalah, el hombre produce la luz y la mujer la recibe reproduciéndola hasta mil veces, ¿no es fascinante? Somos no nada más las generadoras de vida, pareja, familia y comunidad, sino además, nuestra naturaleza es hacer crecer y expandir la energía.

Ahora bien, ¿cómo le hacemos para retomar nuestra polaridad? Lo primero es aprender a estar sola bien, hacernos las mejores amigas de nosotras mismas, reconectarnos con nuestra magia para poder posteriormente reconectarnos con los demás. Este proceso ha de ser en los cuatro niveles del ser:
1. Físico: escuchando nuestras necesidades fisiológicas básicas, tales como, hambre, sueño, descanso, diversión y sexualidad.
2. Mental: trabajar con nuestras creencias limitantes a través de terapia, cursos, buena lectura o meditación.
3. Emocional: desarrollar la inteligencia emocional necesaria que nos ayudará a reconectarnos con nuestro cuerpo, sensaciones, sentimientos y necesidades, pedir lo que necesitamos y ser más empáticas con las necesidades de los demás.
4. Espiritual: reconocer nuestra parte divina, nuestro Ser Superior para recordar que somos parte de un plan mayor y que estamos a su servicio, lo cual, dicho sea paso, nos ayudará a ir derritiendo al ego, mente o loca de la casa. Esto lo podemos lograr a través de la meditación, la atención plena y la práctica habitual de alguna filosofía espiritual, tales como, la Kabbalah, el budismo, el chamanismo, taoísmo, tantra o mis favoritos, Curso de Milagros y Física Cuántica. En fin, investiga acerca de ellos y elige el que más se acomode a tus valores y forma de ver la vida. Es impresionante como cuando te conectas con algo más grande, comienzan a sucederte verdaderos milagros y recobras tu capacidad intuitiva, paz, tu alegría y compasión infinitos.

Jean Shinoda Bolen lo describe de esta manera: “Si las mujeres persiguen sus verdaderos intereses y se permiten expresarlos, puede ser el momento de mayor visibilidad y entereza de sus vidas”.

Una de nuestras formas de manifestar nuestra femineidad, es a través de reunirnos entre mujeres. De hecho, antes las mujeres transmitían las tradiciones espirituales de madres a hijas. Así mismo, el hablar de nuestros temas con las demás, no sólo nos conecta sino que nos ayuda a resolver nuestros problemas. Es decir, volver a hacer círculos de mujeres para apoyarnos, sostenernos y cuidarnos mutuamente.

Otra forma de retomar nuestra fuerza es siendo femeninas, es decir, darnos el tiempo de sentirnos bellas, de mimarnos, de arreglarnos para vernos bonitas: date un baño de tina, escucha la música que te gusta, deja el traje sastre masculino y ponte una ropa muy linda de mujer, perfúmate, baila, ríe, ten tu casa limpia y linda con bellos detalles donde dejes tu toque particular.

Es tiempo de reencontrarnos y renunciar a ser multitask, es tiempo de dejar de HACER para volver a SER, es tiempo de sentirnos muy orgullosas de ser mujeres y devolver un buen poder al hombre también, ¿qué opinas?

Eli Martínez
www.elimartinezseruno.com
Facebook: Eli Martínez Especialista en Empoderamiento
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Correo: maema27@hotmail.com
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