RELACIONES DE PAREJA SANAS E INSANAS

RELACIONES DE PAREJA SANAS E INSANAS

 

 

NO ME AMES

 

No anestesies mi alma

no doblegues mi instinto

no diluyas mi fuerza

no violentes mi espíritu

no lo hagas “en nombre del Amor”

si es amarme a tu modo

si es tu único camino

... no me “ames”.

 

Todos buscamos idealmente una relación amorosa de tú a tú, es decir, una relación entre dos iguales, dónde ambas partes tengan los mismos derechos y obligaciones, el mismo nivel de compromiso. Buscamos una relación en la que no se jueguen roles establecidos que terminan deteriorando y deformando las relaciones de pareja, convirtiéndolas en relaciones de control, en donde una de las partes manda y la otra obedece.  Y se termina jugando roles: ser el padre o la madre de la pareja, o su hijo o hija. Y con ello, destruyendo la verdadera relación de pareja, es decir, de dos personas que están en el mismo nivel y cada una de ellas tiene una vida propia, no es un bulto, una carga para la pareja, ni viceversa.

 

Ambos se admiran, respetan y valoran mutuamente y están unidos por la alegría de estarlo, como una bendición, y en un acto libre de voluntad, que se renueva día a día porque la relación es satisfactoria para ambos y viven en la conciencia de que están donde quieren estar y con quien quieren estar, por ninguna otra razón que no sea el Amor.

 

Esto es lo ideal y también lo posible, siempre y que seamos sanos y nos unamos con alguien sano. Pero resulta, que no estamos sanados de la herida de LA INVISIBILIDAD, del rechazo y el abandono, y por eso es tan difícil que  establezcamos una relación de tú a tú. Entonces,  lo que hacemos es relacionarnos de yo a tú, y de entrada estamos condenando a muerte, el amor que podamos sentir por la persona que hemos elegido como pareja.

 

Cuando somos jóvenes y aún no tenemos pareja, tenemos una vida que está constituida por la familia, los estudios y/o el trabajo, los amigos y los pasatiempos. Pero llega el momento en que necesitamos amar y ser amados por una pareja. Entonces aparece la persona que sentimos que estábamos esperando, y todo eso que constituía nuestra vida, es relegado de inmediato, nos centramos en el amor, en ese alguien que viene a hacernos felices, nos enamoramos y arrinconamos todo lo demás. Por lo menos en el primer momento, inevitablemente sucede. En el momento del encuentro con ese alguien especial, toda nuestra vida se centra en el amor, sentimiento que bautizamos de inmediato como tal, sin conocer realmente al otro, quien a su vez, hace lo mismo.

 

El encuentro hace que experimentemos una especie de fusión con el otro, como si de pronto nos hubiéramos amalgamado. Y esto hace, que a partir de ese encuentro, construyamos nuestra vida entera, en base al otro. Primer grave, gravísimo error,  si lo que queremos es construir una relación de pareja sana. La razón es muy clara: ¿qué pasa si el otro no corresponde a nuestro amor? ¿Qué pasa si el otro sigue a nuestro lado pero él se avoca a su vida y nos tiene ahí girando a su alrededor? ¿Qué pasa si el otro nos abandona, o se muere? Pasa que al irse nuestra pareja, que es la base sobre en  la que hemos constituido el edificio de nuestra vida... el edificio se nos cae encima.

 

Si esa persona nos falla, nos quedamos como pasmados, solos, aislados. Perdemos el sentido de nuestra vida. Es por esto que nuestra vida sólo debe estar en nuestras manos, nunca en manos de otra persona, porque en esa medida nos convertimos en seres vulnerables e indefensos, incapaces de enfrentar nuestra vida y sacarla adelante. Pero vamos a  ver paso por paso lo que sucede: Encuentro. Enamoramiento. Fusión con el otro/a. Esto dura apenas unas semanas o unos meses, porque la vida se nos impone y tenemos que cumplir con todas nuestras áreas y las tareas que implican. No podemos estar las 24 horas juntos, tenemos que trabajar y/o  estudiar, hay que enfrentar un sin número de situaciones prácticas, etc.

 

Pero cuando hemos encontrado el amor, creemos que lo demás ya no tiene importancia, queremos creer que todo es perfecto, que somos el uno para el otro. Sin embargo, tarde o temprano, - por lo general demasiado pronto -  si construimos nuestra vida alrededor de otra persona, la relación pasa de ser en el primer momento pareja,  a ser dispareja. Se transforma en una relación de yo a tú: yo mando tú obedeces, yo digo, tú te callas, yo hago, tú te aguantas, yo decido, tú acatas etcétera. Y a partir de ese instante, se empiezan a jugar roles: él es el padre autoritario y/o sobreprotector y ella es la hija sumisa y/o rebelde. O él es el hijo sumiso y/o rebelde y ella la madre sobreprotectora y/o autoritaria. Esto por supuesto tiene muchas variables. El asunto es complejo, no siempre los roles están definidos y son definitivos. El caso es que ambas personas necesitan sentirse protegidas, amadas, cuidadas, y ambas lo hacen desde los roles que se requieran según los momentos y circunstancias.

 

Hay parejas en los que los roles están más definidos que en otras, pero el caso es que se crea una dinámica en la que la relación no es pareja. Quien cuida tiene que ser fuerte, protector, tener todas las respuestas, pero a cambio exige obediencia y tener el control (esto no excluye que sea vulnerable y tenga miedo, sólo que lo oculta). Por su parte, quien es cuidado/a, y se muestra vulnerable, débil, miedoso/a, depende de quien le cuida, pero paradójicamente quien cuida necesita jugar este rol para sentirse seguro/a, es decir, que se necesitan mutuamente, ninguno necesita más del otro, su nivel de necesidad es exactamente el mismo, cada uno se siente seguro en el rol elegido... seguro, aunque inconforme. Porque el que cuida no quiere sentir esa carga, y quien es cuidado, no quiere obedecer y ser controlado. Ni sentirse endeudado emocionalmente.

 

En otros tiempos, los roles estaban muy definidos entre hombre y mujer. Él era quien protegía y tenía la misión de ser el único proveedor. A cambio, ella lo cuidaba, lo procuraba, le cubría esas otras necesidades que no eran las del dinero: la casa en orden, cocinar, lavar, planchar, limpiar, ocuparse de todo lo referente a la casa: su territorio. En cambio, el territorio del hombre era el mundo, de la puerta para afuera, era ahí donde se realizaba y era importante, donde ponía toda su energía.

 

Los antiguos roles ya no funcionan, y no estábamos preparados para abandonarlos. Los nuevos roles, nos crean una enorme confusión. Y no terminan por establecerse de una manera definitiva. No hemos encontrado la media, no hemos aprendido a negociar con nuestras parejas. Está claro es que todos estos cambios han traído consigo confusión y dolor emocional, entre otras cosas. Esto nos obliga a replantearnos la relación de pareja de acuerdo a los tiempos que estamos viviendo. Replantear las reglas del juego, enfrentar nuestras necesidades, hacer conciencia de lo que queremos, lo que estamos dispuestos y lo que no para vivir en pareja, aprender a soltar expectativas pasadas o irreales respecto al momento que estamos viviendo, clarificar lo que es el Amor verdadero de pareja, y aceptar que es necesario trabajar sin tregua y con una gran seriedad en la relación de pareja, si queremos que sea sana y duradera.

 

Se cree que para funcionar, una de las dos partes tiene que sacrificar su realización y  apoyar a su pareja para que logre realizarse. Y se espera que quien renuncie sea la mujer. Esta es a todas luces, una falsa premisa, algo que no corresponde a la realidad actual. Y tan es así, que aunque la mujer renuncie a tener una vida propia, la pareja tampoco funciona. Porque si uno de los dos renuncia a realizarse, y por tanto depende del otro económica y emocionalmente, resulta a la larga ser una carga para su pareja, quien no valora el enorme trabajo que hace en la casa.

 

Otro punto, es que la persona realizada deja de ser compatible con la que no se está realizando, deja de admirarla, de respetarla, de valorarla. Siente la necesidad de alguien que le llene intelectualmente, que tenga una vida interesante, que hable de diversos temas. Todo lo que tenía con su pareja cuando se conocieron y que ahora ya no tiene, pero para entonces ya se establecieron los roles, y aunque no lo es, parece imposible dar marcha atrás.

 

A estas alturas, tenemos a dos personas que se han convertido en padre/madre e hija/o  aunque vivan y se relacionen aparentemente “como pareja”. Pueden tener una buena relación, en términos de cordialidad, tenerse cariño, quererse, pero a la hora en que se necesita de la pareja, no hay manera de que funcionen y fluyan como dos iguales. Ambas partes se ven igualmente afectadas, desencantadas y desilusionadas. No pueden revivir el “amor” y la pasión que los unió, no pueden volver a sentir lo mismo por su pareja.

 

La persona que tiene su propia vida, se aburre con su pareja, se siente agobiado/a por ella quiere más atención y tiempo de la que él/ella le puede dar. Siente que al no tener intereses propios no puede admirarla y respetarla. A su vez, la pareja, que ha renunciado a todo por cumplir la expectativa del otro/a, y cuya vida gira alrededor del otro/a, siente que su pareja es muy egoísta, que no está sensibilizado/a a sus necesidades, que ya no la/lo ama. Ambos se sienten solos e incomprendidos, empiezan a discutir tanto por cosas importantes como por cualquier tontería. Parecen no estar de acuerdo en nada.

 

Ambos sienten que el otro es egoísta, incapaz de amar, de sostener las promesas de amor que se hicieron no hace mucho tiempo, cuando se unieron enamorados. “Ya no eres como antes, ya no me complaces en todo como antes, ya no te importo” suelen quejarse los dos. Porque efectivamente, ambos se cansaron de cumplir las expectativas del otro y buscan satisfacer sus propias necesidades. Los dos quieren que sea la pareja quien ceda, ninguno quiere renunciar a su necesidad a favor de su pareja, ni escuchar a la otra parte. 

 

Otro camino posible, el camino sano, es que ambos retomen su vida, después del primer momento de enamoramiento. Y es entonces donde es posible hacerle un campo propicio al Amor. Cada uno en su vida y respetando la vida del otro. Cada uno le da la atención al otro dependiendo del tiempo que le es posible dada su circunstancia de trabajo, estudios, amigos, familia.

 

Esto viene a ser lo sano, ciertamente, pero hay que salvar para ello un obstáculo: la necesidad de someter, y controlar, la guerra de poder. Esto es cuando uno o el otro, o ambos, no están de acuerdo con el trabajo del otro, con ciertos amigos, con el tiempo que le da a la familia, con sus compromisos sociales o de trabajo. Ambos quieren someter al otro a su voluntad, manejados por sus deseos y necesidades, y ninguno de los dos se quiere someter. Ambos hablan de defender sus derechos, y entonces, sólo quedan tres caminos: o uno de los dos se somete y renuncia a sus derechos a favor del otro, o ninguno se somete y terminan la relación. O, eligen el camino de la sanidad y el verdadero Amor: aprenden a amarse en verdad, lo cual, implica  negociar, respetar cada uno la vida del otro. Alternativa ésta que suele ser la menos frecuente, precisamente porque no podemos manejarnos sanamente y por esto terminamos enganchados en juegos de control y manipulación, o rechazados y abandonados.

 

¿Dónde está el Amor que se juraron para toda la vida? Esto es precisamente lo que tenemos que analizar aquí. ¿Qué es lo que sucede? Algo que las parejas una vez en ese punto no alcanzan a ver con claridad. No pueden ver que no se trata de que renuncien a sus necesidades, ni a lo que son, se trata de negociar, de pactar, de mediar, pero  no saben cómo hacerlo, o no quieren hacerlo, porque esto implica ser congruentes, honestos, trabajar en la relación. Implica aceptar al otro tal como es, aceptar la realidad propia y la del otro, respetar las necesidades propias y las del otro. Implica amar al otro tal cual es, y  renunciar al control y a la expectativa de que el otro sea como nosotros necesitamos que sea, y no como realmente es. Implica, algunas veces, darnos cuenta de que nos equivocamos y elegimos mal a nuestra pareja, y que esa persona que realmente es, no es una persona que podamos amar, ni por la que estemos dispuestos a comprometernos de una manera absoluta. Implica, muchas veces, reconocer que no amamos a esa persona como creíamos amarla, ni somos amados por ella como supusimos.

 

O quizá nos enfrenta a que nosotros/as, o nuestra pareja, o ninguno de los dos, somos tan capaces de amar como pensábamos y que es necesario trabajar mucho en uno mismo y en la pareja para llegar a amarnos auténticamente. Y que el otro haga lo  mismo. Otra cosa que podemos descubrir, es que somos incongruentes, y que nos decimos abiertos y liberales y a la hora de vivir la realidad, no lo somos o no lo es nuestra pareja y nosotros creímos en su discurso verbal. 

 

Podemos concluir, que la única manera de hacer una pareja sana, es decir, de tú a tú, es posible sólo cuando ambas partes tienen una vida propia y hay un equilibrio entre la pareja, la familia, los amigos y el trabajo. Hacer una pareja sana implica no establecer roles que luego jugamos neuróticamente, y no pretender tener el control sobre nuestra pareja. Implica negociar con el otro, meternos en una frecuencia de generosidad, de servicialidad, sin servilismo, y sobre todo, no negarnos a nosotros mismos/as. 

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Comentarios

  • ADRIANA QUERIDA, NEGOCIAR ES PONER LÍMITES, DECIR NO A LO QUE NO TE SALE DEL ALMA, MEDIAR ENTRE LO QUE QUIERE EL OTRO Y QUIERES TÚ, PERO SIEMPRE VIENDO QUE EL ACUERDO QUE LLEGAS NO IMPLICA QUE TÚ TE SOMETAS DE NINGUNA MANERA, QUE NO PIERDAS TU IDENTIDAD, ESA ES LA SEÑAL DE QUE NO ES NEGOCIACIÓN, SINO IMPOSICIÓN Y DE QUE ESTÁS CEDIENDO POR MIEDO DE PERDER AL OTRO...

    ABRAZOS DEL ALMA

  • Es un excelente artículo, tan conciso. Me hizo entender tantas cosas sobre lo que hacemos mal creyendo que es lo mejor y por supuesto que obtenemos justo lo que NO queríamos. Pero tengo una duda, cuando hablamos de negociar, de mediar y trabajar en la relación, ¿Como saber cuando estás negociando y llegando a acuerdos y cuando ya estás cediendo? ¿Cómo puede reconocerse ese límite?

  • TATIANA QUERIDA, SÍ, ES UNA LÁSTIMA QUE TU EX PAREJA NO TENGA EL CORAJE PARA HABLAR DE FRENTE CONTIGO, PERO BENDICE A DIOS DE QUE FUE AHORA EN EL NOVIAZGO Y NO EN EL MATRIMONIO O EMBARAZADA... NO PERMITAS QUE LO QUE TE HIZO TE CIERRE A NUEVAS RELACIONES, NI TE HAGA PERDER LA FE EN LA HUMANIDAD, NO LE DES ESE PODER, PORQUE NO LO MERECE, YA BASTANTE DAÑO TE HIZO...

    SI ANALIZAS LA SITUACIÓN SEGURAMENTE VERÁS QUE TE DIO SEÑALES DE QUE ERA UN HOMBRE EVASIVO, PERO NO LAS PUDISTE VER EN SU MOMENTO PORQUE ESTABAS ENAMORADA... EL ENAMORAMIENTO ES CIEGO, MIENTRAS QUE EL AMOR ES CLARIVIDENTE...

    CUÍDATE MUCHO, CONFÍA... CONFÍA... CONFÍA... UN (((((((((ABRAZO))))))) DEL ALMA

  • AMELIA QUERIDA, GRACIAS POR LEERME Y COMPLETARME AL HACERLO PORQUE SI MIS PALABRAS TE LLEVAN A LA REFLEXIÓN, VALE LA PENA ESCRIBIRLAS Y COMPARTIRLAS.

  • Excelente tema con una profunda reflexión.....

  • CLAUDIA QUERIDA, FELICIDADES POR TENER EL CORAJE DE ENFRENTAR EL ESPEJISMO EN EL QUE VIVÍAS CON TU EX MARIDO, YA VES QUE VALE LA PENA BUSCAR LA VERDAD, COMO DICE JESÚS: "LA VERDAD OS HARÁ LIBRES"... Y ESO TE TRAJO A TI ENFRENTAR LA VERDAD: LIBERTAD...

    RECIBE UN FUERTE ((((((ABRAZO))))))))))) DEL ALMA

  • muy cierto me gusto mucho

  • ESTUVE 20 AÑOS METIDA EN UNA RELACIÒN EN DONDE JUGABA EL ROL DE MADRE DE MI EX PERO AL MISMO TIEMPO CONTROLABA MI VIDA, MIS AMIGOS, LAS VISITAS A MI FAMILIA, POR FIN ME SEPARE HACE DOS AÑOS PARA ÈL FUE COMO MORIR PORQUE YA NO IBA A TENER QUIEN LE PROPORCIONARÀ TODAS SUS NECESIDADES HASTA ESTE MOMENTO NO SE HA RECUPERADO, PERO YO ESTOY VIVIENDO LA ÈPOCA MÀS FELIZ DE MI VIDA SIENDO TOTALMENTE INDEPENDIENTE Y LO MEJOR TENGO MI PROPIA VIDA DONDE PUEDO DECIDIR QUE HACER, AHORA TENGO UNA NUEVA RELACIÓN LOS DOS HEMOS APRENDIDO DEL PASADO Y CADA QUIEN TIENE SU ESPACIO Y SU TIEMPO HAY RESPETO A LA VIDA DE CADA UNO A SU INDIVIDUALISMO PERO SOBRE TODO HAY AMOR.

  • GABI, NORMA, LAURA, ELENA... GRACIAS POR SUS COMENTARIOS...UNA DE LAS GRANDES CLAVES PARA QUE FUNCIONE LA RELACIÓN DE PAREJA DE UNA MANERA SANA ES NO CONVERTIR JAMÁS A NUESTRA PAREJA EN NUESTRA AUTORIDAD MORAL... ÉL NO ES NUESTRO PADRE, MADRE NI NINGUNA AUTORIDAD, SE TRATA DE QUE LA ÚNICA AUTORIDAD MORAL QUE TENGAMOS SEAMOS NOSOTRAS MISMAS, DE OTRO MODO, SIEMPRE HABRÁ MALTRATO DE UNA U OTRA MANERA... Y NO SERÁ JAMÁS UNA RELACIÓN DE TÚ A TÚ SINO DE YO A TÚ... EL OTRO SIEMPRE LLEVARÁ EL CONTROL Y NOS RELACIONAREMOS POR INTIMIDACIÓN Y NO INTIMIDAD, ES DECIR AMOR.

    ABRAZOS DEL ALMA

  • Lindy muchas gracias por compartirnos este magnifico articulo, y como dice Gabriela creo hace falta empezar con la cultura de enseñarnos a amarnos y respetarnos desde niñas.

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