REFLEXIÓN "UNA ALTERNATIVA PARA TI"

UNA ALTERNATIVA PARA TI

Miedo, desolación, tristeza, culpa, soledad. Neurosis, gritos, prisas, carreras sin sentido. Atendiendo siempre lo urgente y dejando lo importante. Pleitos, disgustos, rumores que atemorizan, enfermedad, carencia, muerte, nubes de guerra y mayor desolación. Parece que la vida no tiene un lugar para mí; parece que la vida no tiene sentido, que por lo menos se olvidó de mí. Busco, no encuentro. Toco y nadie abre. Pido y no responden, y me enojo con Dios. Las horas de descanso se convierten en insomnio o pesadilla; me da miedo despertar, me da miedo dormir.

Mis pensamientos se dirigen hacia un mañana que aún no llega y sin embargo me atemoriza, o hacia un ayer que me avergüenza y me llena de culpa y desolación. No hay paz ni un instante y, por si fuera poco, noticias, amenazas, actitudes humanas que no entiendo. Niños golpeados, abandonados. Parece una noche tan larga, pero alguien dice “que cuando está más oscuro es el anuncio de un nuevo y mejor amanecer”.

La esperanza surge de nuevo y me doy cuenta de que jamás, jamás ha declinado, porque, a pesar del sufrimiento, las caídas, los fondos emocionales y las frustraciones, siempre, por lo menos, he hecho el intento de ponerme de pie. Por lo menos he hecho el intento de volver a creer. A veces son tantas cosas que, como alguien diría, “ya no duele lo duro sino lo tupido”. Pero, ¿sabes, Señor?: “Nunca, nunca, ni un instante he dejado de creer en ti. Y al invocar tu nombre, al entregarte mis dudas, mis reclamos, mis miedos, algo se acomoda en el alma y parece que la noche comienza a pasar más rápido y comienzo a vislumbrar los primeros rayitos de luz”.

Sé que vienen tiempos mejores, sé que, aunque la noche sea oscura, el invierno largo, un nuevo amanecer se aproxima y tu Presencia Divina sigue siendo mi fuerza, mi aliento; sigue siendo mi destino, mi origen, mi fin.

Hoy sé que existen dos potencias en mi mente, una de oscuridad que me lleva a repetir infiernos y una de claridad que me permite voltear al cielo y mantener la vista en dirección a las estrellas. Hoy sé que, conocerme yo, es descubrir el camino que me lleva derechito al Corazón de Dios. Sí hay una alternativa para mí, se encuentra en mi interior, en mi corazón, en mi mente y en el espíritu, y en el Amor Infinito del Creador.

e, nubes de guerra y mayor desolación. Parece que la vida no tiene un lugar para mí; parece que la vida no tiene sentido, que por lo menos se olvidó de mí. Busco, no encuentro. Toco y nadie abre. Pido y no responden, y me enojo con Dios. Las horas de descanso se convierten en insomnio o pesadilla; me da miedo despertar, me da miedo dormir. Mis pensamientos se dirigen hacia un mañana que aún no llega y sin embargo me atemoriza, o hacia un ayer que me avergüenza y me llena de culpa y desolación. No hay paz ni un instante y, por si fuera poco, noticias, amenazas, actitudes humanas que no entiendo. Niños golpeados, abandonados. Parece una noche tan larga, pero alguien dice “que cuando está más oscuro es el anuncio de un nuevo y mejor amanecer”. La esperanza surge de nuevo y me doy cuenta de que jamás, jamás ha declinado, porque, a pesar del sufrimiento, las caídas, los fondos emocionales y las frustraciones, siempre, por lo menos, he hecho el intento de ponerme de pie. Por lo menos he hecho el intento de volver a creer. A veces son tantas cosas que, como alguien diría, “ya no duele lo duro sino lo tupido”. Pero, ¿sabes, Señor?: “Nunca, nunca, ni un instante he dejado de creer en ti. Y al invocar tu nombre, al entregarte mis dudas, mis reclamos, mis miedos, algo se acomoda en el alma y parece que la noche comienza a pasar más rápido y comienzo a vislumbrar los primeros rayitos de luz”. Sé que vienen tiempos mejores, sé que, aunque la noche sea oscura, el invierno largo, un nuevo amanecer se aproxima y tu Presencia Divina sigue siendo mi fuerza, mi aliento; sigue siendo mi destino, mi origen, mi fin. Hoy sé que existen dos potencias en mi mente, una de oscuridad que me lleva a repetir infiernos y una de claridad que me permite voltear al cielo y mantener la vista en dirección a las estrellas. Hoy sé que, conocerme yo, es descubrir el camino que me lleva derechito al Corazón de Dios. Sí hay una alternativa para mí, se encuentra en mi interior, en mi corazón, en mi mente y en el espíritu, y en el Amor Infinito del Creador.

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