REFLEXIÓN "¿POR QUÉ?"

¿POR QUÉ?

¿Por qué?, ¿por qué tanta injusticia, por qué vientos de guerra, por qué los hombres arreglan diferencias no sólo con amenazas, sino con misiles, con bombas, con destrucción, tratando de demostrar quien es el más poderoso; ignorando que, después de una guerra, aunque sea de un solo golpe o una simple agresión, no hay victoria ni triunfo? Sólo queda tristeza, desolación. ¿Por qué, Señor, permites que queden niños huérfanos? ¿Por qué, Señor, permites una guerra como respuesta a actos de terrorismo y agresión? ¿Por qué los hombres se olvidan de que somos hermanos, de que somos uno en tu corazón? ¿Por qué la gente se olvida de nuestra obligación de servir a los demás, se viste de prepotencia e ignora las necesidades y el dolor humano que le parece ajeno? ¿Por qué, Señor, por qué?

Sabes, siento miedo, mucho miedo. No sé hasta donde pueda llegar esto. Me da pena y vergüenza que un niño, un adolescente, vea en la televisión la agresión entre los hombres como una película más, como un espectáculo y que nuble más su conciencia, que no distinga lo bueno de lo malo; que haga apuestas sobre quién será campeón. Me avergüenza, me indigna que se ignoren los clamores de paz, que se ignore el dolor de un solo hombre, de una nación, de la misma humanidad. Y me pregunto mil veces, ¿por qué, por qué todo esto, Señor? Y siento que Tú respondes en silencio, en lo más profundo de mi corazón: “¿Cuándo invocas mi nombre?, ¿cuándo volteas a mí?, ¿cuándo me pides ser tu guía? Me utilizas como bandera para agredir. Me utilizas para demostrar que eres más y mejor que el otro. Te parece fácil, te parece fácil caer en la tentación, en la seducción de cada día, en la hipocresía y en la mentira. Has dejado desbocar los instintos. Te has convertido en prisionero de la ira y de las dependencias. Y, todavía preguntas, ¿por qué? Porque ignoras que tú eres mi Criatura amada, porque en ti esta la respuesta, la solución. Sí, porque el día que tú seas capaz de perdonar, de amar; cuando conquistes la paz en tu corazón, serás capaz de vivir en armonía, de vivir en paz”.

Señor, qué pena que la respuesta a mis ¿por qué? sea otro “porqué” que resalta mi inconciencia, mi dolor, mi pena. Pero mira, Señor, sé que me escuchas, porque del corazón sale este diálogo hacia ti; te pido que en mi propio llanto, escuches el llanto de todos los niños, el dolor de cada uno de tus hijos y que, a pesar de que la gran mayoría te ignore y te deje de lado en sus decisiones, y así, aunque una sola voz llegue a tu corazón, Tú bien sabes que es la voz de muchos, los que anhelamos la paz, los que buscamos un mundo diferente, los que queremos sonreír y heredar a nuestros hijos un mundo libre, una vida mejor.

Con esta sensación que te deja la responsabilidad de lo que quieres vivir, pero la certeza de que no caminas solo, da gracias, respira profundo y siente la vida que fluye en ti; percibe la paz y la armonía que se instala en tu corazón.

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