REFLEXIÓN: "LA REGLA DE ORO"

LA REGLA DE ORO

La regla de oro, aquella que corona las leyes del espíritu. El espíritu es la esencia misma de la vida, de donde proviene toda la Creación. Espíritu que surge del amor infinito y la inteligencia del Creador. ¿Cuánto tiempo has caminado sintiéndote aparte, ajeno a los demás, incluso a ti mismo ignorando las leyes del espíritu? Rezando todos los días, a toda hora tal vez, pero criticando, condenando, deseando castigo y sufrimiento para fulano, para zutana, hasta para tus propios hijos y para tus padres. Porque tu rabia y soberbia no te permiten aceptar que tú también, aparte de víctima, has sido victimario.

La soberbia te sigue haciendo revolcar en el chiquero de la inconsciencia, cuestionándote: “¿Por qué a mí esto, o aquello?” Enojándote con Dios y culpando a medio mundo por tus fracasos, tu soledad, tus enfermedades, tus carencias. Haz un alto, recuerda que el verdadero origen de la realidad material que te agobia o te bendice surge del corazón y del espíritu.

¿Has maldecido a alguien? ¿Has deseado mal para alguien en un brote de ira, bajo la bandera ciega de la inconsciencia, y la soberbia? ¿Qué te hace sentir juez y verdugo de los demás? Detente, no sigas fabricando más odios, resentimientos, enfermedades, tragedias y más aún, deja de voltear hacia Dios para reclamarle tanto dolor y sufrimiento. Él es solamente fuente de vida, el perdón que todo trasciende; es la mano extendida, es el Amor Infinito, es la Luz que todo ilumina y que te dice: “Aquí estoy, siempre contigo; simplemente perdona, ama a los demás como tú quieras ser amado, trata a los demás como quisieras ser tratado”.

Cuando el egoísmo y la soberbia te invaden dices con rabia: “Bendice a todos menos a fulano, menos a zutano. A esos que les caigan rayos y centellas; a esos que les vaya mal. Bueno, ilumínalos, Señor, pero con un relámpago”.

Ignoras que te estás condenando tú mismo, que sigues siendo generador de tragedias y sufrimiento.

Amar a tu enemigo es conocer a Dios, es pedir para él o para ella, quien parece tu agresor, perdón, amor, libertad; es encontrar perdón, amor y libertad para ti. Deja ya de reclamar, de exigir, de enojarte con la vida, de decir que tienes hijos ingratos, que nadie te entiende, de quejarte por tu soledad. Tienes lo que has fabricado, tienes lo que has deseado para los demás, y “el pilón”. Aquellas cosas buenas que nos suceden, llegan simplemente por el amor de Dios.

Jamás te sientes en el trono que no te corresponde, ni te sientas merecedor de tanta bendición. Como dice el refrán: “Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre.” Un justo medio, un aceptar que por ti mismo nada puedes, pero en Él, Nuestro Creador, todo es posible, y aceptar la responsabilidad de tus pensamientos y deseos. Perdonar y perdonarte, desear para los demás lo que deseas para ti, porque ahora sabes que lo que pidas para otro, regresa multiplicado tres, treinta o tres mil veces.

La regla de oro es la regla que corona la fuerza del espíritu, la que te libera de la inconsciencia y te coloca derechito en el corazón de Dios. Es aquella que te invita a pedir por los demás lo que deseas para ti.

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Comentarios

  • Raquel. Gracias por tus maravillosas palabras. Bendiciones de luz, para ti y para todos los que tienes cerca, siembre.

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