RECONCILIAR

Reconciliar es volver al concilio, al acuerdo, al arreglo sin menoscabo de que éste sea distinto al original. Habrás escuchado muchas veces que siempre “es mejor un buen arreglo que un mal pleito”, te sugiero te cuestiones si te has reconciliado contigo mismo, o sigues en esa eterna batalla.
Este secreto parte de considerar la situación como si se tratara en un pleito entre partes, donde alguien pide el diálogo; unir aquello que nos divide. Las personas rotas aún se resisten a ser un todo, permiten automáticamente que las energías negativas entren a sus vidas constantemente. Cuando estamos en la fase de soltar, siempre hay pérdidas, en la de reto; oportunidades.
La confianza es una compañera necesaria en la ruta de la reconciliación; comienza por aceptar tajantemente experiencias que ordinariamente estarían fuera de nuestro estilo aceptar; superar el miedo al reencuentro de las partes, como unidad, abiertos a un mundo nuevo e inexplorado que nos reta y nos expande.
El divide y vencerás nunca funciona. Para tener carácter y personalidad, el arte está en sumar las partes perdidas; abrirás así un capítulo nuevo en tu vida, con carácter propio, él que has formado a tu gusto con la intuición necesaria. Así eres tú, porque así lo has decidido. Todos estamos seguros en nuestro interior lo que es mejor para nuestro crecimiento. Los retos nos enfrentan a un progreso personal.
Reconciliar al ego con tu ser supremo es obtener el equilibrio que te permite fluir. Cuando formas tu carácter salen las fuerzas ocultas del alma, se abren puertas, eleva tu autoestima. En el proceso de la reconciliación nos liberamos del dualismo del ego y soltamos el control perenne que pretendemos tener sobre nuestras vidas. Tu espacio interior es tu potencial. Confía en éste y relájate en él. La historia de la evolución y la guía radica en el progreso de la conciencia. Toda nuestra vida es entonces una experiencia de movimiento que integra tanto a la luz como a la oscuridad que habitan en nuestro interior.
El viaje a la entraña tiene tres etapas, salida, exploración con esfuerzo y el regreso con regalos. Al reconciliarte encontrarás el poder personal que te devuelve tu varita mágica. En unidad jamás estarás fragmentado, una vez completo desarrollarás la sensación del logro basada en el hacer todo lo que es posible lograr; concédete la libertad de actuar, el vivir de acuerdo con tus necesidades y deseos más profundos. Las personas que están completas, que tienen resuelto este conflicto, se alinean perfectamente con el Universo y la Ley de atracción funciona en ellos en todo momento.
La integración se basa principalmente en separar al ego del papel protagónico usual permitiendo que fluya y cumpla su misión. La disyuntiva de la sincronía; en el proceso de reconciliación es necesario unir a los tiempos, el compás interno de nuestro cuerpos, el de nuestra mente. La sinergia es el camino para que nada quede fragmentado, evitar la negatividad, si ésta llega, conciliar hasta transformarla.
Cuando nada funciona y las puertas se cierran, constantemente surgen obstáculos distintos a los retos; la lucha continúa en el interior provocando un innecesario desgaste. Te sugiero que estés quieto, conocer primero, pausa necesaria, atención serena. Los espacios de quietud para conciliar podrán parecer aburridos, carentes de la adrenalina a la que estamos acostumbrados. Sin embargo ¡aquí surge la magia!; el desarrollo del argumento, el camino al anhelado equilibrio del ego, al ser espiritual.
Es preciso saber cuándo debe aparecer cada uno. Reconcíliate contigo mismo, perdona aquello que has hecho y en lo que quizás hayas errado. Reconoce que vivir y sus circunstancias son en sí mismos pruebas.
Perdónate y perdona Recuerda el poema: “Vida nada te debo, vida estamos en paz…”
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