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Una de las frases que más desconcierta e inquieta a una persona es cuando su pareja le dice “Necesito un tiempo”. De inmediato suenan todas las alarmas internas y la mente se llena de dudas: “¿Estará siendo sincero o es simplemente un pretexto?, “¿Habrá otra persona?”, “¿Me habrá dejado de querer?”, “¿Cómo no me di cuenta antes de que estaba perdiendo interés?”, “¿Debo aceptarlo tranquilamente para que no se sienta presionado o mejor lucho para no perderlo?”, “¿Qué tal si me pongo a investigar para descubrir la verdad?”.

Por supuesto que si la petición de tiempo va acompañada por el famoso “No eres tú, soy yo”, se nos viene el mundo encima porque lo más probable es que signifique el fin de la relación. Además de las dudas, nos puede embargar la rabia al sentir que esa decisión unilateral es injusta, como si todo lo hubiera planeado con anticipación y simplemente nos deja caer la noticia sin darnos oportunidad de réplica o de enmendar nuestros errores. Sentimos que no nos está hablando claro y que se justifica con razones ilógicas. Por qué no nos dice lo que realmente piensa y siente, así sabríamos a qué nos estamos enfrentando.

Por supuesto que muchas personas no se conforman e insisten que su pareja les dé explicaciones más detalladas bajo la falsa expectativa de que la comunicación franca y directa es la mejor manera de resolver los problemas. Por lo tanto pierden su tiempo al insistir, tratando inútilmente que el otro se abra y les dé otra oportunidad para “salvar” la relación.

Más patético aún resulta recurrir a las lágrimas, chantajes emocionales, agresiones verbales, etc. con tal de lograr que el otro recapacite y cambie de opinión. Lo único que obtendríamos es hacer el ridículo, causar lástima, fastidio o, peor aún, arruinar cualquier posibilidad de que esto sólo se trate de un problema temporal.

Tampoco funciona adoptar una actitud agresiva o de venganza intentando “castigar” a la pareja para ver si de esa forma reacciona y se queda con nosotros. En realidad eso sólo genera  resentimiento y puede llevar a que los problemas se hagan más graves y la ruptura no sólo sea definitiva, sino además en medio de mucha hostilidad.

Entonces, ¿eso quiere decir que siempre que nos piden tiempo se trata de una manera cobarde de terminar la relación? No necesariamente y no es que te esté dando falsas esperanzas para que te aferres por codependencia a una relación decadente que ya cumplió su ciclo. Pero, si quieres que tu alma encuentre un poco de tranquilidad ante una situación tan dolorosa y sorpresiva, es importante que analices varias cosas:

1.- ¿Qué tan asfixiante se había vuelto la relación?, ¿Te convertiste en una persona celosa, posesiva, demandante que limitaba a tu pareja y le exigía que pasaran demasiado tiempo juntos así como constantes demostraciones de afecto a través de mensajes de texto, mails, conversaciones en chats, comentarios en Facebook?

2.- ¿Crees que pudo haberse cansado de no disponer de tiempo libre para hacer sus cosas (salir con sus amigos, familia, deportes, eventos sociales, etc.) sin tener que sufrir tus constantes reproches y reclamaciones? Debido a lo anterior, ¿cabe la posibilidad de que en lugar de darle gusto verte para convivir en paz, se sintiera incómodo sabiendo que le esperaba una “escena”?

3.- ¿Las demostraciones físicas de cariño (caricias, besos, abrazos, hacer el amor) se fueron espaciando hasta volverse prácticamente inexistentes? Aquí también incluye las frases amorosas, los detalles y atenciones de parte de ambos.

4.- ¿Tu conducta se volvió casi “bipolar” porque a veces te portabas encantadora y amable, pero otras te convertías en una persona malhumorada y conflictiva sacando de quicio a tu pareja que no sabía cómo tratarte?

5.- ¿Dejaste de tener vida propia dedicándote casi por completo a la relación y eso te convirtió en alguien aburrido, sin temas de conversación interesantes, restándote alegría y entusiasmo por la vida?

Si contestaste afirmativamente a la mayoría de las preguntas anteriores, lo más probable es que, en efecto, tu pareja desee terminar contigo y no te lo dice abiertamente porque, de cierta manera, tiene miedo a tus reacciones inmaduras y se está protegiendo. Sabe que lo más probable es que no entiendas y prefiere evitar discusiones inútiles. Tampoco desea quedar como el malo de la película si empiezas con tus dramas. Lo único que quiere es volver a saborear su libertad, sin tener a alguien que constantemente lo critique o le reclame. Está desencantado de la relación y la ve como una carga pesada.

Si enfrentas este panorama, lo mejor que puedes hacer es prepararte para una de dos situaciones:

a) Que el pedirte un tiempo efectivamente signifique que la relación terminó de manera definitiva y entonces no tienes de otra más que aceptarlo con respeto y dignidad. Ya dije antes que el ruego, los chantajes, manipulaciones y amenazas no funcionan y si las pones en práctica la ruptura será aún más dolorosa y desgastante. No puedes forzar a tu pareja a permanecer a tu lado si ya no desea hacerlo, por mucho que intentes.

b) Por otra parte, la separación temporal puede ser muy útil para que ambos reevalúen la relación. El estar separados es una excelente oportunidad de descubrir qué es lo que de verdad nos gusta y nos desagrada de la pareja, con ello más adelante podemos tomar una decisión más razonada y objetiva de volver a unirse o no.

La sugerencia principal que les dejo se sintetiza con la frase: “Si amas algo, déjalo libre. Si regresa, es tuyo; si no, nunca lo fue”. Aunque te sea difícil y doloroso, acepta el tiempo de separación, deja en libertad a tu pareja y mientras enfoca tus energías en trabajar en ti misma para superar la dependencia emocional y aprendas cómo son las relaciones de pareja sanas. Ese será el mejor legado que esta experiencia puede dejarte.