Más de una vez en mi vida me dije: «si yo tuviera…», «si yo fuese así…», pero la realidad era que pasaban los años y yo seguía estancado en el mismo sitio, envidiando lo que otros tenían y de lo que yo carecía.
Hasta que domingo fui a misa en el pueblo de Pipa, en Brasil, y escuché al sacerdote hablar sobre los talentos que todos los seres humanos tienen y desconocen.
—Todos poseemos la capacidad del perdón, la empatía, la paciencia, la fortaleza. Esas virtudes están ahí, esperando que las desarrollemos.
Ese mensaje caló muy hondo en mí, y empecé a reflexionar sobre aquellas virtudes que yo había envidiado y admirado en otros. Tras hacerme un listado de estos talentos, me focalizaba en las personas que los poseían y trataba de responder a la pregunta: ¿QUÉ HACEN ELLOS QUE NO HAGA YO?
Seguidamente, me propuse imitar esas actitudes que veía en ellos y, poco a poco, vi nacer y crecer dentro de mí esos mismos talentos.
A partir de entonces, los «si yo tuviera…», «si yo fuese así…» dejaron de tener sentido. La clave está en un antiguo dicho que reza: «Haz como si fueras y acabarás siendo».
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