Por Angelina Sánchez Vilchis /Haz que Suceda Ahora

 

Se han puesto a pensar que siempre estamos ocupadísimas en hacer tal o cual cosa y que cuando nuestros pequeños nos piden tantito tiempo para jugar, para leer un cuento o para que los escuchemos, siempre les decimos que nos esperen un momento porque ahorita estamos haciendo esto o aquello y ¿no podemos ponerles atención?… ¡Qué tristeza! Eso me recuerda a una amiga que me contó que cuando era niña y le platicaba cosas a su mamá, la mujer la veía a los ojos, pero ¡no la atendía!, es decir, cuando ella acababa de hablar, la mamá volteaba a ver a la muchacha del servicio y le ordenaba alguna tarea, por lo que mi amiga creció con el miedo a no ser escuchada, ella me confesó que de plano en la adolescencia o en algunas reuniones donde asistía, prefería no participar porque pensaba que no era importante lo que iba a decir, y que nadie le iba a poner atención o la inam a ignorar…

Esto es realmente serio, porque no creemos que la falta de tiempo y atención que “no” damos a nuestros pequeños no les va afectar y claro que les afecta directamente en su personalidad, autoestima, seguridad en sí mismos, en un sin fín de asuntos que repercuten hasta que son adultos.

Por eso el ser humano necesita ¡TIEMPO! Es una de las llamadas “hambres básicas del hombre”.

 

Se les llama “hambres”, porque resulta ser un alimento indispensable para la vida emocional de las personas. Si no cubrimos esas necesidades emocionales básicas, la vida pierde su sentido y caemos fácilmente en depresión.

En nuestras relaciones, todas las personas buscamos recibir “algo de los demás”. En una amistad, en un amor o en una relación laboral, estamos esperando recibir “algo”, y eso es saciar esas hambres básicas.

 

En la medida en que sepamos saciar las “hambres básicas” de las personas que nos rodean, en esa misma medida lograremos mantener con ellas relaciones más profundas, sanas y estables.

 

Por el contrario mantener a nuestros seres queridos con hambre emocional, nos acarrea problemas, choques y disgustos que la mayor parte de las veces no logramos identificar de donde provienen.

 

Las hambres básicas del hombre son: El Tiempo, el Reconocimiento y las caricias

 

El tiempo:

 

Para que un niño perciba nuestro Amor, requiere de tiempo:

 

·      Tiempo de ser abrazado y besado

·      Tiempo para jugar

·      Tiempo para reír

·      Tiempo para escuchar y ser escuchado

 

Primera Etapa: De 0 a 7 años

En esta primera etapa el niño y la familia misma miran hacia adentro.

Esto es, las experiencias familiares se desarrollan en la intimidad del hogar. Pero para poder enriquecer la vida emocional de los niños pequeños, la mamá deberá pasar el mayor tiempo posible con ellos. Y conforme éstos crecen, deberá otorgarles cada vez mayor libertad.

 

Los niños no necesitan un amor “empalagoso”, sólo necesitan sentir que su mamá o refugio emocional, está cerca.

 

Si deseamos transmitir seguridad a nuestros hijos pequeños, tenemos que darles la “certeza” de que siempre estaremos cerca para protegerlos.

Una madre o padre amorosos con su presencia, refuerza constantemente la seguridad de su hijo para que éste se arriesgue a conquistar nuevos retos.

 

En esta etapa del desarrollo emocional los hijos viven su tiempo y experiencias dentro de su familia. Todo su mundo es su familia.

 

El recurso “no renovable” más valioso que tenemos las personas es nuestro tiempo. Por lo que, quien te da su tiempo, te está regalando implícitamente parte de su vida…

 

Reflexionemos en verdad qué tan importante es “nuestro tiempo” y a quién se lo estamos dando, ¿es a la persona correcta?

 

Esta es la primera de tres entregas en donde estaremos tratando las hambres básicas del hombre…

/Haz que suceda ahora

 

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