POR LA SALUD INTEGRAL DE LAS MUJERES


Por la salud integral de las mujeres

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CIMACFoto: Yunuhen Rangel Medina
Por: Alejandra Buggs Lomelí*

Cimacnoticias | México, DF.- 28/05/2013

Utilizando como marco el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres que se celebra el 28 de mayo, he decidido abordar en este artículo el tema de la vida cotidiana de las mujeres como causante de enfermedades físicas y emocionales.
 
Hagamos un poco de historia y recordemos que la decisión de proclamar el “28 de mayo como Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres” fue tomada en la reunión de integrantes de la Red Mundial de Mujeres por los Derechos Sexuales y Reproductivos, realizada al terminar el Quinto Encuentro Internacional sobre Salud de la Mujer, en Costa Rica, en mayo de 1987.
 
Así como este día tuvo su origen en acciones importantes y necesarias en relación a la salud sexual y reproductiva de las mujeres, por medio de la denuncia de muertes maternas, también lo tuvo con la puesta en vigor de leyes que permitiesen el aborto seguro y legal.
 
También ha sido y sigue siendo necesario revisar qué enferma a las mujeres en su cotidianidad para lograr ver a la mujer como un todo y, por tanto, atenderle de forma integral.
 
Es así, que desde hace años empecé en mi quehacer psicoterapéutico a poner atención prácticamente con “lupa” sobre lo que pasa en la vida cotidiana de las mujeres, especialmente, a las actividades diarias que realizamos, qué tan reconocidas o invisibilizadas están y el tiempo dedicados al descanso y al placer.
 
Paulatinamente, me fui dando cuenta que en la vida cotidiana de las mujeres están encerrados y por tanto invisibilizados, los temas más difíciles, complejos y profundos, que atraviesan las relaciones entre personas, como el poder, las sobrevaloraciones, las subvaloraciones, las desigualdades y sobre todo las “naturalizaciones”.
 
Específicamente en las mujeres, la vida cotidiana abarca “insignificancias” como el trabajo en casa, la descalificación del mismo, la doble o incluso triple jornada de trabajo, el ejercicio de su maternidad, el espacio para la sexualidad, y el placer en general.
 
Si eres mujer y estás leyendo este artículo, te invito a que busques hoja y pluma, y de manera detallada te permitas escribir cómo es tu jornada del día desde que despiertas hasta que te duermes, qué haces y cuánto tiempo dedicas a cada actividad, a qué hora comes, a qué hora descansas. ¿Cómo es un día común y corriente en tu vida?
 
Si eres hombre te invito a que observes y registres las actividades que hace tu pareja, tu mamá o tu hermana y las compares con las tuyas, siendo honesto, ¿de qué te das cuenta?
 
Estoy convencida que en el proceso psicoterapéutico, la revisión minuciosa de la vida cotidiana de las mujeres nos permite encontrar las claves para identificar qué nos enferma.
 
Cuando colocamos la lupa en lo que hace una mujer desde la hora en que se levanta y el registro de cada una de sus actividades y horarios hasta la hora de irse a dormir, empezamos a tomar conciencia de la cantidad de actividades que cada mujer hace, muchas veces atendiendo varias cosas a la vez como la mejor malabarista.
 
A medida en que ambas, consultante y terapeuta ponemos atención a estas cuestiones, le preguntamos a la consultante qué relación tienen sus actividades con sus estados de ánimo y con su calidad de vida.
 
La respuesta en la mayoría de los casos es que la relación entre las actividades diarias y los efectos físicos y emocionales es profunda, encontrando que las respuestas más frecuentes son situaciones de sobrecarga, de abuso, donde no se respeta su sueño y descanso, de sentirse ignorada, de descalificación de su cuerpo, de maltrato, donde se siente humillada, de impotencia, entre otros.
 
Lo anterior se traduce en que las mujeres enfermamos por sobreexigencias no reconocidas, por baja autoestima, por no lograr un lugar social legitimado, por falta de autonomía, por acumulación de malestar al no expresar lo que no nos es grato, por frustración, y falta de un proyecto de vida propio.
 
Y nos enfermamos de depresión, irritabilidad, dolor de espalda, ansiedad, profunda inseguridad, enojo, sentimiento de culpa y de incapacidad.
 
Si nos enfocamos y hacemos caso a nuestros malestares, los síntomas pueden ser traducidos como protestas, como una manera de apelar a ser tomadas en cuenta, es una forma de evidenciar la carencia de afecto, de reconocimiento, de valoración, que se convierten en una forma de expresión y de pedir ayuda.
 
Tomar en cuenta lo que las mujeres hacemos en nuestra cotidianidad, en donde están presentes prejuicios, mandatos de género, juegos de poder, placeres, nos permite voltear hacia nosotras mismas y reconocer la manera profunda en que estas actividades trastocan nuestra salud emocional
 
Más aún, nos permite reconocer que nuestros cansancios, dolores y frustraciones son resultado de la adaptación inconsciente que hacemos todas las mujeres para sobrevivir a la estructura patriarcal, que dicta cómo es que debemos ser sin importar el costo emocional que implica.
 
Validemos, reconozcamos y visibilicemos cada una de esas “pequeñas grandes” cosas que hacemos en nuestro día a día, para que todas las mujeres gocemos de una salud integral.
 
www.saludmentalygenero.com.mx
 
*Psicóloga clínica, psicoterapeuta humanista existencial, especialista en Estudios de Género, y directora del Centro de Salud Mental y Género.
 
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Comentarios

  • Gracias a ti Ana O por interesarte en el tema!

    Saludos cordiales

    Alejandra Buggs

  • Gracias Maestra por compartir tan atinadamente este importante tema!
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