“Nada es verdad ni mentira, depende del cristal con el que se mira”; de generación en generación, por muchos años, una verdad que poco asumimos.
Normalmente nuestra visión y por ende nuestra percepción es reducida, también lo es que elijamos una versión particular donde la esencia se concentre en ese punto negro en una pizarra blanca, en detalles exactos de los errores cometidos que derivan en augurios de futuros equivalentes; en estas condiciones indudablemente seguiremos recibiendo del universo y del entorno más de lo mismo.
Construir una meta personal y un sentido de realidad que operen a nuestro favor parte de orientarnos hacia donde queremos ir, tomar el control en vez de ser llevados.
Se dice que el menos común de todos los sentidos es el sentido común; el sentido de realidad es parecido, su utilidad radica en darnos una perspectiva que se apegue más a los hechos.
La claridad es la condición del pensamiento que orienta; desarrollar la capacidad de percibir las cosas con una mirada distinta; resaltar lo positivo hace que nuestro manejo de situaciones adversas, como los miedos, permite una más eficiente búsqueda de la felicidad.
Esto se presenta pocas veces en quienes tienen poco trabajo hacia adentro, en aquellos incapaces de vivir relacionados con los demás.
El diálogo que presenciamos cotidianamente con nuestro interior, al que pocas veces lo situamos en el plano adecuado, tiene siempre mucho que aportar, descubre espacios de luz y potencialidades que requieren trabajo.
Cuando nos situamos en los lugares y situaciones donde somos proporcionalmente y relativamente más débiles solemos quedarnos atrapados en la espiral que impide el desarrollo; a manera de ejemplo te diría que si eres buena para jugar al tenis procures hacerlo antes que competir profesionalmente y sin experiencia en Paddle.
Expandir aquello donde está nuestra fortaleza depende de que decidas hacerlo, lo contrario, que crezca aquello donde la oscuridad es mayor, es casi de generación espontánea.
Eliminar obstáculos, dar saltos hacia adelante acerca al camino del círculo virtuoso, genera satisfacción y orgullo y permite empoderarte con mayor certidumbre.
Decidir desarrollarte es un acto que depende exclusivamente de ti, hacerlo es dar ese paso que en forma extraña cuesta mucho, ponerte en acción, en movimiento.
Inicialmente debemos llevar a cabo una tarea de limpieza, eliminar el lastre de años que generalmente nos es ajeno, apreciar lo real, quitarnos de encima las historias que pertenecen al espacio de lo imaginario.
El método que yo sugiero es intentar hacerlo hoy, día a día; con ello estar abiertos a percibir todo lo que la vida y nuestra nueva forma de pensar tienen que ofrecernos.
La sorpresa aparecerá y nos dejará pensativos, esta es la importancia que tiene cambiar el matiz de nuestras vidas; el tamiz de nuestro criterio.
Si ponemos en acción nuestra voluntad, si la rodeamos de lo factible seremos capaces de mudarnos al lugar en donde el universo expande la conciencia; las características del proceso creativo con el cual se edifica lo mejor de la vida son producto de esta combinación donde el movimiento es preciso y certero.
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