NO ES AMOR

A las mujeres y a los hombres, desde niños, nos enseñan el “debe ser” del amor. Hoy más que nunca debemos tener presente que muchas de esas creencias, esquemas mentales aprendidos, que son absolutamente falsos, no solo nos impiden ser felices sino que muchas veces nos orillan a poner nuestra integridad y vida en riesgo. Miles de mujeres mueren en todo el mundo cada año abrazando el mito de que “el amor todo lo soporta

El amor no lastima, el amor no amenaza, humilla, desprecia, cela, golpea o mata. Eso es codependencia. Se disfraza de amor, pero es la necesidad de no ser abandonado que nace de la dependencia emocional y la ausencia de autoestima, y se cuelga indistintamente de agresor y agredida en una simbiosis fatal. El amor es conducto para el crecimiento de la pareja y la familia a través del respeto, la comprensión, el apoyo mutuo, la confianza y la paz. Las parejas son eso: pares; personas que con las diferencias biológicas que tenemos como hombres y mujeres, se aprecian en la libertad y la igualdad como seres humanos, que dirimen diferencias con diálogo y acuerdos. Eso sí es amor y ese sí es camino para la evolución de la pareja y la buena crianza de las y los hijos.

  • La violencia doméstica nace también de creencias falsas. La gente piensa que solo los hombres “malos” agreden a las mujeres, que los hombres “buenos” no pueden violentar, que son “cosas privadas” en las que uno no debe intervenir, que si el agresor se arrepiente sinceramente dejará de violentar, que si la mujer le da “otra oportunidad” seguramente salvará el matrimonio y, entre muchas otras falsedades, que “ella lo provocó”, que “algo habrá hecho para merecer un golpe o un grito”.

La violencia doméstica la ejercen hombres normalitos, socialmente adaptados, que conocen perfectamente las normas y valores de la sociedad en la que viven, que no agreden a su pareja en público porque saben que está mal. En el ámbito privado ejercen esas creencias machistas que les tienen convencidos que son superiores a las mujeres, que éstas les pertenecen y que tienen el derecho a controlarlas y a ejercer poder sobre ellas para que se comporten como ellos creen que debe ser “una buena mujer”. Si les preguntan, (casi) ninguno aceptará que es agresor. Ellos están convencidos que es la manera de arreglar los problemas y asegurar que ellas sean buenas amas de casa, mamás y esposas fieles y sumisas. Negarán, justificarán o minimizarán el daño que causan por el “bien” que supone un matrimonio “normal”.

Tal vez la falacia más dolorosa es la que se refiere a niñas, niños y adolescentes. Un infante o adolescente que presencia violencia, es víctima, sufre. Lo grave es que aun persiste la creencia que “una nalgada a tiempo corrige”. Eso equivaldría a que un hombre piense de su pareja que “una bofetada a tiempo, corrige”. Puesto así hasta ridículo suena…tal vez porque lo es.

La violencia corregirá una conducta en los niños por el terror que genera, pero el precio será un ser humano que aprende que es con violencia como se solucionan los problemas, que el miedo y el control que provocan las amenazas, gritos y golpes del más fuerte sobre el débil es el camino…esas personas tienen riesgos más altos de adicciones, introversión, dificultad para expresar emociones y por supuesto, de reproducir en sus propias parejas e hijos el patrón aprendido.

Falacias que lastiman…eso no es amor.

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