NECESITAMOS CEOs MÁS SALVAJES

Más que nunca necesitamos que nuestros CEOs y máximos dirigentes hagan un cambio de chip de 180º para afrontar la Nueva Normalidad de un mundo acosado por pandemias sin solución a la vista, crisis climáticas y todo tipo de sorpresas, incertidumbres, disgustos … y oportunidades para quien se atreva a buscarlas.

Las últimas décadas enfocadas a la formación conceptual y racional han generado una clase global de directivos altamente desarrollados a nivel intelectual y completamente infra-desarrollados a nivel emocional. Cuando la incertidumbre se vuelve tan generalizada en todos los mercados y continentes, sin embargo, son nuestras habilidades emocionales las únicas que nos orientan realmente, como siempre lo hicieron desde que el hombre es hombre, hace unos dos o trescientos mil años.

Dieciséis años buscando

En mis dieciséis años de dedicación exclusiva al coaching ejecutivo y la formación en liderazgo acabé desarrollando el enfoque “Abraza Lo Salvaje” para conseguir las mejoras de comportamiento sostenidas que buscaban mis clientes, todos ellos empresarios y directivos de alto nivel. Abrazar Lo Salvaje consiste en aprender a poner la mente al servicio del cuerpo y las emociones para desarrollar todo su potencial.

Seguí un proceso deductivo y de exploración como ingeniero industrial que soy, navegando distintas líneas de conocimiento, desde las más corporativas y científicas hasta las indígenas, alternativas o espirituales. Durante muchos años vivía una especie de esquizofrenia porque era la ejecutiva perdida en colectivos de fisioterapeutas, domadores de caballos y raros alternativos, y luego era la única loca hablando del inconsciente, animales e instintos en entornos académicos y foros de pensamiento empresarial.

otra lógica más grande y compleja

La consigna era simple. No me interesaba saberlo todo, ni tener éxito, ni demostrarle nada a nadie. Lo que yo quería era encontrar el secreto que cambia a los ejecutivos de forma definitiva. Y ese secreto se fue desvelando según me acerqué al mundo animal y la Naturaleza.

Comprendí que de cuello para abajo seguimos siendo animales mamíferos que se guían por sus instintos y emociones, y que la lógica de nuestros cuerpos no es la lógica de la mente racional, sino otra lógica diferente, más grande y compleja, que reina en todo el mundo animal. En la lógica de lo salvaje todos viven al servicio de la vida, el crecimiento, la mejora de la especie y la evolución.

¿la bolsa o la vida?

Ahora preguntémonos al servicio de qué o de quién están nuestros CEOs. ¿Qué los motiva? ¿Para quién trabajan en realidad? ¿Están nuestras empresas al servicio de la vida, la mejora de la especie y la evolución? ¿O se pierden en competiciones agresivas por el éxito que a veces sacrifica lo más importante con tal de ganar una vez más? ¿Es esto lo mejor que sabemos hacer?

Hemos creado una economía global en la que la mente controla y reprime a la pasión porque tenemos miedo de su fuerza. En la lógica de la mente nuestros objetivos son ganar dinero, tener éxito, vivir la vida fácil y mantenernos cerca del poder y el privilegio para no sufrir, dejando que sean otros alejados de nosotros quienes paguen el pato.

Tan integrada está esta lógica en nuestra sociedad que muchos CEOs sacrifican sus verdaderas vocaciones y sus idealismos de juventud para encajar en moldes grises, previsibles, al servicio del poder y del éxito que les otorgan las opiniones y los intereses de otros. Y claro, en su fuero interno, donde nadie los ve,  se preguntan luego qué fue de su vigor y valentía juvenil.

de cuello para abajo

En la lógica salvaje del cuerpo y la mente inconsciente, sin embargo, el objetivo es superarnos a nosotros mismos cada día. Buscar retos llenos de honor y propósito para crear mundos mejores para todos: vivir cada día con más pasión, más fuerza, más valentía, más humanidad. De cuello para abajo liderazgo no significa estar al mando o ser el más importante, sino fluir y adaptarse perfectamente a cada situación que aparece.

Cuando digo de cuello para abajo me estoy refiriendo a la simple realidad de que nuestro cerebro no se limita a la materia gris contenida entre nuestras orejas, sino que se extiende hacia el resto de nuestro cuerpo a través de la médula ósea y la infinita red de células nerviosas que conectan cada centímetro de nuestra piel, músculos y órganos internos con nuestra mente. Todo ese fascinante sistema nervioso autónomo se llama así porque va por libre. Tiene su propia voluntad, o Will en inglés, origen de la palabra Wild.

menos pensar. más sentir

Ese cuerpo que nos empuja a vivir a fondo y a crecer en profundidad cada día es el resultado de millones de años de I+D evolutivo. Está diseñado para adaptarse perfectamente a cualquier reto o situación … si lo dejamos hacer lo que mejor hace: sentir. Sentir la presencia de un depredador, sentir los comienzos de una tormenta lejana, sentir lealtad a nuestras raíces ancestrales y sentir ganas de sacrificar lo nuestro para crear algo más grande que nosotros.

Abrazar lo salvaje significa recuperar esa sabiduría instintiva que vive en nuestra mente inconsciente e irracional. Convierte a las emociones y los instintos en los generadores naturales de pasión, motivación, innovación, movimiento y liderazgo, donde la mente no controla ni suprime, sino que dirige, potencia y canaliza … sintiéndose siempre joven y fascinada por cada nuevo reto de superación.

CEOs con agallas

Yo ayudo a directivos y empresarios a mejorar su rendimiento enseñándoles a aprovechar la potencia, la sabiduría y la valentía de su lado salvaje. Abrazar Lo Salvaje es el camino más corto a nuestra versión de máximo rendimiento porque nos enseña a dejar de pelearnos con nuestras emociones y aprender a canalizar la fuerza bruta que nos aportan.

No necesitamos CEOs reprimidos que no saben leer sus propias emociones ni las de su gente y que necesitan controlarlo todo constantemente para funcionar dentro de un molde predefinido por intereses, mercados o inversores a veces dudosos y egoístas.

No. En Esta Nueva Normalidad lo que necesitamos son CEOs con agallas al servicio de la vida, el crecimiento y la evolución. Necesitamos CEOs que pongan sus poderosas mentes al servicio de la sabiduría de sus tripas y su corazón. En definitiva, necesitamos CEOs más salvajes.

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