Alguna vez te has acordado de los sueños que tenías de niña? Esos simples comentarios o actos que veías en los adultos y muchas veces cambiaron tu momento o tus deseos sobre algo. Hoy, en homenaje a mi hermosa niñez, que con sus días fabulosos y los no tanto… marcaron y dieron forma a lo que SOY; les comparto algunos recurrentes deseos que, al parecer, hoy sí son parte de mi… y de lo que deseé ser en mi infancia.

ü  Mi sueño de ser enfermera

La frase “sana sana colita de rana, sino sanas hoy, seguro es mañana” fueron las mágicas palabras que me ayudaron a superar los raspones de mis dolorosas heridas por las caídas que se tienen al jugar, al crecer o al reconocer que no eras la única o la última.

Esa dulce frase fue uno de los principales motivos que al tener raspones en las rodillas, por algún tiempo me hicieron desear de grande ser enfermera… Pues deseaba ayudar a las personas adoloridas, como lo hacía mi mamá.

Es un hecho que no lo soy, pero también es un hecho que aprendí a intentar buscar la palabra de consuelo que ayuda a alguna amiga o conocido a calmar su dolor físico o emocional, que es lo que en verdad buscan cuando se acercan a uno buscando aliciente.

Asumo que no soy una enfermera común, ni soy como las que se visten con cofia y van de blanco a trabajar en los hospitales. No, soy una enfermera que de niña decidió ayudar a las personas cuando estaban doloridas.  Por lo que es un sueño cumplido cada vez que alguien necesita alivio y recurre a mi, entonces recuerdo mis deseos de ser enfermera y busco la palabra precisa para consolar.

ü  Mi  sueño de cuidar a los animales

 

Otro gran mágico sueño de niña fue el querer ser bióloga, vivir en el buque “Calypso” y trabajar para Jacques-Yves Cousteau, pues pensaba que podría cuidar a los animales y protegerlos, en especial a las ballenas.

Es un hecho que no soy bióloga, ni trabajo en el Calypso; pero si soy una admiradora de Jacques-Yves Cousteau, pues al leerlo aprendí mucho de lo que sé sobre las ballenas, la vida marina, y el respeto a todos los animales en general; también aprendí que muchos de ellos que son vulnerables al hombre y es la razón por la cual soy compasiva con ellos; es un hecho que gracias a ese maravilloso sueño reconozco hoy que puedo sin desearlo ser depredadora; es por ello que procuro, en conciencia, respetarlos y cuidarlos de acuerdo a mis alcances y capacidades. Y la verdad de todo esto, es que me siento más feliz al cuidar y mimar a mi mascota.

 

ü  Mi sueño de ser la novia del Principito.

Mis primeras lecturas fueron como las de cualquier niño, y mi gran libro (hasta la fecha) es el Principito de Saint-Exupéry del cual aprendí dos grandes lecciones… la primera a identificar qué o quién es “mi rosa” y la segunda es lo que representa para mí la respuesta a la pregunta “¿Qué es domesticar?”

De la primera asimilé que hay muchas cosas que son “mi rosa” (algo o alguien) y por las que en ocasiones, hago en su nombre algún permisible detalle, pues “mi rosa” es por lo que hoy, al vivir una nueva experiencia, reconozco hacerlo en su honor, a mi pasado aprendido y a mi deseo de ser un mejor ser humano.

De la segunda te puedo platicar qué crear vínculos son esos pequeños lazos que atas cuando tienes necesidad del otro  o brindas ayuda (entiéndase por “otro” lo que decides domesticar: ese algo o alguien; esas metas, relaciones o actividades) y que te llevan a mil pequeños rituales, actos o pensamientos amorosos que terminan haciendo que te encariñes con lo que domesticas y reconoces que tal vez no será para siempre, pero mientras dure cuidaras y honrarás, como lo hizo el "Principito"; también reconozco, como bien dice el libro… “… domesticar es una cosa olvidada” pues ahora no todos lo hacen, ni todos estamos dispuestos a invertir tiempo para crear lazos;  ser responsable de lo que has domesticado; es una realidad que sólo con el corazón se puede ver bien, ya que lo esencial es invisible a los ojos.

Tal vez por miedo o por falta de tiempo, crear lazos es hoy algo complicado, pero son excusas; cuando niños hacíamos espacios para estar cerca de alguien o para hacer algo con nuestra rosa. Era el mejor tiempo invertido y es algo que no debemos olvidar.

 

ü  Mi  sueño de ser una heroína

Al igual que muchos, espero, tuve miedos indescriptibles de cosas tan bobas que me sonrojo al compartirlas, pues mi peor temor, sin reírse, era la mano peluda, la momia, la muerte, la calaca, el ku-ku, el diablo; podría continuar con una interminable relación de esos temibles y horrendos monstruos que nunca ví pero que me hacían temblar de pánico y detestar la hora de ir a la cama. Tuve la suerte, ni buena ni mala, sólo suerte, de que papá y mamá no me permitieran dormir con ellos, por lo que pasarme a su cama, no era una opción; así que aprendí a sobrellevar esa experiencia que realmente no recuerdo cómo es que la superé; y me prometí que cuando fuera grande no dejaría que nadie viviera esos momentos de angustia que yo padecía a la hora de irme a la cama y al apagarse las luces.

Es un hecho que no siempre puedo ayudar a alguien cuando se enfrenta a un miedo paralizante…  pero también es un hecho que ahora cuando alguien tiene miedo… puedo entender, tal vez, las infantiles, inocentes o tiernas razones del porqué les genera pánico alguna hora del día, presencia, situación o ausencia. Procuro entonces utilizar un lenguaje comprensible y aliento a que reconozca que todos tenemos un ángel guardián –para los casos de monstruos- al quien le es siempre posible protegernos de esos susodichos personajes. Al ayudar a alguien en esa situación…me convierto en una heroína que puede dar paz en un momento caótico a alguien que sólo necesita una opción diferente para ver la situación desde otro ángulo.

Cuando estoy con alguien (quien no siempre es un niño) y tiene miedo, me recuerdo con ternura en aquella tierna infancia y busco reflejarme para crear empatía con esa persona; así es como encuentro la palabra precisa para ayudarlo en lo que le aqueja.

Cuando escuchas las razones por las que está pasando, en ocasiones puedes darte cuenta, al escucharlo, que son argumentos inválidos para tu propio criterio; por lo que debo ponerme en sus zapatos y recordar lo absurdo de alguno de mis miedos, como lo fue “el ku-ku”, a quien nadie le ha tenido miedo – algunos ni siquiera habían escuchado la palabra - nadie lo conoce… sólo yo en aquella época; así que vuelvo a retomar el temor de la persona y me miro reflejada… No siempre es posible hacer algo para ayudar a quien tiene menos experiencia en esos temas escabrosos de miedos y temores; y de los cuáles tal vez para los adultos sean boberías y faltos de importancia, pero en ese momento en el que le está sucediendo a un chiquillo, es tan real que no existe consuelo capaz de dar tregua al pánico que siente, por lo que tener la capacidad de recordar nuestros viejos temores y re-vivir en los zapatitos del chiquillo esa situación, hoy día, nos hace capaces de convertirnos en héroes de algún infante por un breve momento.

 

La moraleja de este texto, es para recordarte que aunque ya no somos niños, tuvimos sueños, recordarlos y convertirlos en realidad (muy a nuestra manera) es una bendición. Preservar y creer que te sigues siendo fiel con el paso de los años a esas promesas que te hiciste, recordando que siguen vigentes los deseos de ser bombero, médico, policía, basurero… es una oportunidad para ser quien se convierte en el salvador de alguien en una mala situación; el galeno que cura una herida emocional; el guardia que vigila que se hagan las cosas de cierta manera ó el estercolero que recoge y se lleva lo que ya no te sirve. Serte fiel y convertirte en ese súper héroe que de infante soñaste ser, de alguna manera la vida te recuerda que eres quien eres por aquello que hiciste, viviste y deseaste.

Buen día, luz y bendiciones para todos... Alejandra González González.

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