Carl Rogers, padre de la escuela humanista de psicología, comentó en uno de sus libros que «el 95% de las parejas fracasan por la mala comunicación».
Esto lo he comentado con infinidad de parejas, que me transmiten quejas como: «mi pareja no me escucha», «solo piensa en responder», «siempre es un monólogo», etcétera.
Curiosamente las quejas siempre se dirigen al otro, nunca a uno mismo.
Lo cierto es que nadie, ni en la familia ni en la escuela, nos enseñó a escuchar. Puedo dar fe de ello ya que, durante diez años, participé en una tertulia de amigos y, una década después, todos seguíamos manteniendo la misma postura en cada tema. ¿No es triste?
La causa es que escuchábamos no para entender, escuchábamos para contestar. Por esto mismo fracasamos en nuestras relaciones, porque nadie nos enseñó a escuchar lo que quiere decir el otro. Y sin escucha no hay empatía ni verdadera comunicación.
No es casualidad que en la Academia de Platón se enseñara a callar antes de aprender oratoria. Solo quien es capaz de escuchar puede comprender el corazón de los demás.
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