Mamá y yo

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Mamá y yo.

Esta es la entrega final donde comparto mi experiencia de ser madre y soltera.

Gracias por acompañarme durante este viaje que como todos los viajes tiene la intención de llegar a un destino.

Las doce entregas me han permitido sacar del baúl llamado pasado, a las personas y los momentos que de alguna manera me definieron para ser quien hoy soy.

Esta historia comenzó con la noticia de saber que sería madre sin contar con el apoyo económico o sentimental de mí entonces pareja y padre biológico. La maternidad llego a mi vida como una oportunidad de tomar el control de quién era yo y saber andar sola; durante este camino he podido reinventarme con dificultades y muchas alegrías, sin dejar de aprender.

Finalmente la decisión de ser madre no concluye y la experiencia me ha permitido llegar a mejores destinos.

Soy como millones de mujeres que habitan en mi país o en muchas partes del mundo que formamos parte de las estadísticas que dicen que somos una población en aumento con serias desventajas para conseguir educación, trabajo y salud para nosotros y nuestros hijos. Soy una “madre soltera” que es tomada en cuenta solo como referencia numérica para algún discurso político o alguna pronunciación retórica de programas de apoyo.

Para aquellas mujeres que luchan como yo todos los días para sacar a sus hijos adelante dando alimento, hogar, educación, valores y amor, no tengo nada que agregar, solo verme reflejada también en sus historias, como tal vez, algunas se vean en la mía.

Deseo antes de concluir dejar mi reflexión final para las futuras madres o padres, intentando no repetirme en frases o lugares comunes.

Deseo también, si llegaran conmigo hasta el punto final de este texto, compartir mi opinión basada en mi propia experiencia.

Pensemos todos, hombres y mujeres, pero principalmente mujeres, que un hijo sin padre es una gran responsabilidad.

Pensemos mujeres que finalmente nuestra heroica acción de “sacar a nuestros hijos adelante” inclusive a veces de distintos padres, cobra el precio muy alto en nuestra sociedad de ver a hombres y mujeres arrastrando un sentimiento profundo de abandono y no pertenencia. Esos hombres y mujeres son nuestros hijos.

Pensemos mujeres que somos fuente de vida y que la vida necesita su balance.

Reconozcamos que en el fondo, todas y cada una de nosotras, necesitamos de una contraparte para sobrellevar esta vida, no neguemos mas nuestra capacidad de amar, ni de pedir, transformemos esa independencia que proclamamos en interdependencia para crear un espacio para la familia, nuestra familia.

Abracemos a la vida en su forma natural y veamos que la procreación y educación de los hijos es un trabajo de dos.

Ser madre y soltera es una decisión que cada una toma respecto a su propia vida, pero pensemos que nuestra vida una vez que se multiplica deja de pertenecernos.

Incluyamos a los hombres a quienes parece hemos tenido fuera por algunas décadas en actividades donde ellos quieren y desean participar, activemos nuestra calidad humana para elegir la pareja con la que nos gustaría concluir nuestra vida y con quien sabemos nuestros hijos encontraran ese soporte y sabrán trascender. Recordemos que lo femenino y lo masculino tienen sus características y ninguna de ellas domina a la naturaleza.

Abracemos la oportunidad de reflexionar: ¿Para qué queremos un hijo?

Pensemos también que algún día nuestra fuerza mermará y seremos viejos y necesitaremos de alguien que nos acompañe en el final,  teniendo nuestros hijos el derecho a elegir dónde y con quien estar, sin la obligación de que ellos ocupen el lugar de un compañero.

Nuestros hijos recordemos siempre, no son nuestros, son hijos de la vida.

Mujeres, hombres, hagamos una nueva sociedad donde seamos uno parte del otro, sin miedo a mostrar nuestras debilidades y reconocer nuestras fortalezas.

Tomemos de la mano y del corazón a nuestros hijos y respetemos juntos su porvenir.

Mi hijo y yo, seguimos en el camino, él ahora es un joven que estoy segura algún día también se atreverá a contar su historia y levantará su voz, estoy segura también que la experiencia de haber convivido con dos padres lo formarán como un hombre distinto, también que las figuras de mi padre y de mi hermano han sido valiosas, pero reconozco que cualquier ecuación no sustituyó a la básica, la adecuada, la de SU padre.

Actuemos juntos, no sigamos repitiendo patrones que parece que solamente responden a la vida moderna, que como en algún momento lo dijo Mafalda: “Me pregunto si la vida moderna no estará teniendo más de moderna que de vida”.

Gracias por compartir mi intimidad a través del tiempo que han dedicado a leer cada uno de estas doce entregas.

Gracias a los lectores de otras partes de México que se identificaron con esta historia que trasciende nacionalidades.

Gracias, muchas gracias, punto y final.

Diana Rodríguez.

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Comentarios

  • Monik muchas gracias por compartir tu opinion, un saludo con afecto. Diana Rodriguez.

  • "cobra el precio muy alto en nuestra sociedad de ver a hombres y mujeres arrastrando un sentimiento profundo de abandono y no pertenencia." creo que eso es lo más triste de la situación que viven nuestros hijos, aún cuando tratemos de cubrir con amor, dedicación, cuidado y cosas matariales como todos los niños, la sociedad hace su chamba muy rara.

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