¿Los mexicanos somos más felices que otros países?

Hace poco platicaba con una amiga que ahora vive en Suecia sobre cómo le va por allá, cómo es la vida, la gente, las costumbres, etc. Y aunque me platicó muchas cosas que son diferentes a cómo lo hacemos nosotros en México, llegamos a un tema por el cual muchos extranjeros aman nuestro país y a nuestra gente, la idea de que los mexicanos somos más felices que los europeos por ser latinos, fiesteros de corazón, nos encanta reír, incluso se dice que somos los únicos capaces de reírnos de nuestras desgracias; en cambio la idea de los europeos es que son más fríos, puede ser debido al clima, que no acostumbran socializar mucho, hablar con personas nuevas, reír frecuentemente o incluso llorar con una emoción de tristeza.

Esta plática ha dado vueltas en mi cabeza durante los últimos días, compartí estas ideas con personas de distintas edades y me encontré por supuesto con las ideas contrarias, con los juicios sobre todo lo que los mexicanos hacemos mal, como la impuntualidad, irresponsabilidad, falta de cumplimiento de palabra, falta de compromiso, no tener conciencia sobre cómo afectamos nuestro entorno, etc.

Hoy me pareció encontrar una respuesta que me parece más acertada, congruente con la realidad y con las diversas opiniones que he escuchado sobre los mexicanos por parte de extranjeros y de mexicanos mismos. Por una parte, por supuesto que somos muy fiesteros, tanto que muchas festividades queremos que sean fiesta nacional, si no son feriados oficiales nosotros los hacemos, pretextos sobran, cuestiones religiosas, partidos de futbol soccer, cuando algún mexicano gana algún premio importante o simplemente cuando algo acontece en nuestro grupo de amigos que es un tanto inusual, como que mi amiga venga de vacaciones a México y le celebremos una bienvenida y luego una despedida de nuevo.

Por otro lado, hoy al estar manejando en el tráfico de una de las avenidas más transitadas de la Ciudad de México, me di el tiempo de observar a toda la gente que me rodeaba en ese momento, gente que se encontraba en el tráfico en sus coches, gente que pasaba caminando a diversos destinos, y para nada vi ese espíritu fiestero, muy por el contrario noté que la mayoría se encontraban con actitudes que denotaban enojo, molestia e infelicidad, por supuesto que el tráfico es un factor que afectó esta observación, sin embargo no es la única situación en la cual he hecho esta observación.

Al estar trabajando estos últimos años apoyando a que la gente conozca cómo funcionan sus emociones, me he dado cuenta de que la mayoría de los mexicanos no son realmente felices, muchos se despiertan ya molestos por lo que tienen que hacer en el día que inicia, van a trabajar a lugares que no les gusta, o cuando hacen lo que les gusta resulta que trabajan excesivamente y el pago no es suficiente, otros no son felices en casa, con sus familias, o con su pareja. Todo esto se debe a diversos paradigmas que tienen con los cuales manejan sus vidas, pero no entraré en detalle por ahora en el tema de los paradigmas.

Entonces me quedó claro con esta observación que una persona que ya se siente molesta o incómoda, al no saber cómo manejar sus emociones, va a buscar desquitarse con otras personas, aun cuando eso claramente no termina con su molestia. Ejemplos de esto los tenemos en cuestiones tan básicas como tocar el claxon del coche en repetidas ocasiones, mentarle la madre al del coche que se pasó el alto y ahora está bloqueando el paso para otros coches, contestar de mala gana a gente que no conocen cuando solo le pidieron la hora, etc. ¿Cómo una sociedad que puede ser capaz de unirse para celebrar la victoria de la selección de futbol soccer nacional, aun con gente que no conoce, es la misma que es capaz de molestar, criticar, agredir, herir o simplemente poner mala cara, intencional o inconscientemente a otras personas, y no solo a desconocidos, sino también a gente que sí conoce?

La respuesta que encontré, para mi sorpresa no es trágica ni llena de fatalismos y reproches sobre la sociedad mexicana, sino únicamente una explicación que me doy que me permite aceptar más a mis paisanos: los mexicanos no somos más felices, tampoco somos más malditos que en otros países, simplemente somos más emocionales. Hasta cierto punto nos permitimos dejarnos invadir por nuestras emociones y en base a ellas actuamos todo el tiempo, consciente o inconscientemente. Así es como cuando un mexicano se siente feliz y ve que otros se sienten felices por el mismo motivo, se puede unir a ellos aunque no los conozca, sin embargo cuando se siente molesto va a buscar sacarlo con alguien más.

Esta forma de vivir tiene precios y consecuencias, pues por un lado, los extranjeros nos quieren por ser cálidos, pero la consecuencia es continuar en el individualismo que no nos permite crecer como sociedad ni como país. Sería más fácil si supiéramos manejar nuestras emociones, así no tendríamos que desquitarnos con los de al lado por lo que estamos sintiendo y podríamos seguir disfrutando de la alegría que nos caracteriza, siendo responsables, comprometidos, puntuales etc.

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