LOS MAYAS, AYER Y HOY

 

Con toda razón se afirma que un proyecto cultural es un proyecto de nación y viceversa. Un buen ejemplo es el Festival Internacional de la Cultura Maya (Ficmaya), que concluyó su sexta edición el pasado 5 de noviembre, luego de más de dos semanas de una vasta, intensa y atractiva actividad.

Si bien la numeralia es impresionante y valdría la pena reproducirla por completo, tomaré solamente un dato que sintetiza la relevancia de este festival de la cultura: se realizaron 400 eventos, cuando por lo general los festivales no rebasan más de 100.

Me interesa sobre todo adentrarme en su identidad, ya que a seis años de haber sido creado es considerado uno de los tres festivales culturales más importantes de México. Esto lo sitúa más allá de la cultura e involucra a los ámbitos político, social y económico.

En efecto, desde sus inicios en 2012, el Ficmaya definió los temas esenciales que abordaría a partir de su propósito central de promover el conocimiento y reconocimiento de una de las culturas milenarias más deslumbrantes de nuestro planeta: la cultura maya. En esta ocasión el tema central del festival fue “La cosmogonía y la preservación del planeta”.

A partir de la información que ha difundido en sus comunicados, podemos concluir que el Ficmaya es el único de los festivales culturales realizados en México que se orienta a una civilización indígena. Y, sobre todo, a exaltar sus grandes contribuciones a México y al mundo. Por eso, en gran medida los mayas de ayer y hoy son protagonistas reales y decisivos que inspiran las múltiples y diversas actividades del Festival.

Como ningún otro de los festivales de la cultura que se celebran en el país, el Ficmaya destina más de la mitad de sus actividades a la reflexión y al pensamiento. Esto, claro está, sin detrimento de las más diversas expresiones artísticas, la interrelación con las universidades, la democratización cultural y el reconocimiento a la labor de las mujeres.

Una de sus grandes prioridades han sido los niños y los jóvenes, a quienes ha querido interesar al organizar actividades atractivas, tanto en su temática como con su activa presencia en los diversos espacios creados exclusivamente para ellos.

El Festival ha ido también hacia las universidades para invitarlas a participar, de tal manera que se han convertido a la vez en verdaderos centros de promoción y difusión cultural, así como en una dimensión privilegiada para el encuentro fraternal y provechoso entre artistas e intelectuales con la comunidad universitaria y el público en general.

Este evento cultural se ha propuesto, asimismo, expandir su presencia en los parques de la ciudad con un sentido democrático mediante el acceso y disfrute pleno de los bienes y servicios culturales.

Otro de sus ejes fundamentales se dirige hacia el pleno aprovechamiento de la infraestructura cultural de la ciudad. En los teatros, por ejemplo, durante estas casi tres semanas se generó día a día una intensa y atractiva programación con artistas de Yucatán, unidos en cantidad y calidad a una serie de figuras nacionales e internacionales.

Y con respecto a los museos, el Ficmaya ha ofrecido a la comunidad yucateca un abanico de exposiciones con artistas visuales de renombre de diversas épocas, países y escuelas pictóricas.

Es justo agregar que igualmente se contó con la presentación de artistas internacionales en los más diversos géneros del teatro, la danza, o la música.

Cada año se ha contado con la presencia de un país y de una entidad federativa como invitados oficiales para ensanchar los lazos de amistad entre los pueblos, además de dar a conocer sus más elevadas expresiones culturales e intelectuales. En esta ocasión los invitados fueron Canadá y la Ciudad de México. Por lo que se refiere a Canadá, sobresalieron la música y el ballet de la Real Policía Montada, mientras que en el caso de la Ciudad de México resultó memorable el concierto que ofreció la Orquesta Filarmónica Juvenil de esta ciudad capital, con un homenaje al gran músico Dámaso Pérez Prado, cubano nacionalizado mexicano, creador del mambo.

Uno de los sellos distintivos del Ficmaya ha sido el reconocimiento de la presencia y participación de la mujer en nuestra sociedad. En esta edición se premió nuevamente a seis destacadas mujeres tanto de la ciencia como de las artes y las humanidades, con la Medalla de Oro del Ficmaya.

Se ha alentado, asimismo, la participación de colegios y organismos profesionales y gremiales, de acuerdo con el tema central de cada evento, como en su momento han sido el Colegio de Arquitectos, la Facultad de Ciencias de la UNAM, la Academia Mexicana de la Lengua o, en la más reciente edición, la Sociedad General de Escritores de México.

Todos estos participantes han enriquecido la discusión y ampliado la visión de la temática del Festival en general. Por cierto, la Universidad Nacional Autónoma de México siempre ha estado presente con sus grandes y eméritos científicos e investigadores, apuntando una lúcida discusión hacía la muy interesante civilización de los mayas.

Es importante señalar que las actividades y eventos de la Ficmaya no se efectuaron solamente en la capital yucateca. Llegaron también a otras ciudades y municipios, con lo que la oferta cultural extiende sus beneficios a la entidad en su conjunto, con un gran aliento a la descentralización cultural.

¡Qué magnífico festival!

 

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