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Siempre he pensado que lo que nos permite avanzar es lo que le vamos aportando a nuestro camino, detalles, momentos, actitudes, sensaciones, experiencias, tropiezos e incertidumbres. Enseñanzas y tristezas que nos fortalecen y nos convierten en robles inquebrantables, pero ¿qué pasa? con todos esos  avances tecnológicos, científicos y    vitales que nos hacen “mejores” ¿en qué? Preguntaría yo, acaso es  en ser las personas más “elegantes”, las más “in”, los seres humanos más a la “moda”, las personas más “estudiadas”, mas “envidiadas”, pero acaso también las más vacías, las más solas, las más enojadas y frustradas, ¿porque tan feo? Te invito a que reflexionemos sobre el siguiente regalo a nuestra introspección.

George Dennis Carlin (1937 - 2008) fue  actor, figura y  comediante de los años 70 y 80 recordado siempre  por su insolencia e imprudencia, sin embargo  la muerte de su amada esposa  provocó que, las  fibras más sensibles de su corazón fueran conmovidas hasta escribir desde el fondo de sus sentimientos lo siguiente…

…La paradoja de nuestros tiempos en la historia es que hemos construido edificios más altos pero temperamentos más cortos, avenidas más anchas, pero puntos de vista más angostos.  Gastamos más pero tenemos menos, compramos más, pero disfrutamos menos.  Tenemos casas más grandes pero hogares más pequeños, tenemos más comodidades, pero menos tiempo.  Tenemos más grados pero menos sentido, más conocimiento, pero menos juicio, más expertos, sin embargo más problemas, más medicina, pero menos bienestar.

Bebemos en exceso, fumamos demasiado, gastamos imprudencias, reímos muy poco, manejamos demasiado rápido, nos enojamos mucho, nos acostamos tarde, nos levantamos demasiado cansados, leemos muy poco, miramos demasiada TV, y rara vez rezamos.  Nuestras pertenencias se han multiplicado, pero nuestros valores se han reducido.  Hablamos mucho, amamos poco, y odiamos demasiado seguido.

Hemos aprendido cómo ganarnos la vida, pero no a vivirla.  Hemos añadido años a la vida pero no vida a los años.  Hemos ido a la luna y de regreso, pero se nos complica cruzar la calle para saludar a nuestro vecino.  Hemos conquistado el espacio exterior pero no nuestro espacio interior.  Hemos hecho cosas más grandes cosas, pero no cosas mejores.

Hemos limpiado  nuestro aire, pero hemos contaminado nuestras almas.  Hemos conquistado el átomo, pero no hemos conquistado nuestros prejuicios.  Escribimos más, y aprendemos menos.  Planeamos más, y  logramos menos.  Hemos aprendido a ir de prisa, pero no a esperar.  Hemos construido más computadoras para tener más información, pero producimos más copias que nunca, pero cada vez nos comunicamos menos que nunca.

Estos son los tiempos de la comida rápida y de la digestión lenta, de los hombres grandes pero de las presencias pequeñas, de las grandes ganancias pero de las personalidades vacías.  Éstos son los tiempos de los dobles ingresos, pero cuando más divorcios hay, casas más elegantes, pero más hogares rotos.  Éstos son los tiempos de los viajes rápidos, de los pañales desechables, de la moral descartable, de las noches de placer, de los cuerpos con sobrepeso, y de las pastillas que hacen de todo, desde alegrarnos, animarnos,  tranquilizar, hasta matarnos.  Es un tiempo donde percibimos mucho en el aparador, pero muy poco en las bodegas y en los almacenes. Un tiempo donde la tecnología nos puede traer una carta, y al mismo tiempo  podemos escoger para compartir nuestro punto de vista, o simplemente pulsar el botón de suprimir...

  Recuerden pasar un buen tiempo con sus seres queridos, porque ellos no van a estar aquí por siempre.

  Recuerden decir siempre una palabra de aliento a todos aquellos que nos admiran, porque recuerden que esas pequeñas  personitas pronto van a crecer y se van a ir de nuestro lado.

  Recuerden darle un cariñoso abrazo a  la persona que tienen junto, porque es ése el único tesoro que pueden dar de su corazón y eso no cuesta un centavo.

  Recuerden decir “te amo” a su pareja y a sus seres queridos, pero lo más importante, háganlo con intención, verdaderamente siéntanlo.  Un beso y un abrazo pueden curar cualquier dolor cuando realmente vienen de adentro.

  Recuerden tomarse de las manos y apreciar cada momento,  porque algún día esa persona no estará allí de nuevo.

  ¡Dense tiempo para amar, dense tiempo para hablar!  Y dense tiempo para compartir todos aquellos preciosos pensamientos que tienen en la mente.

Y SIEMPRE RECUERDEN:

“La vida no es medida por la cantidad de respiros que tomamos, sino por  todos aquellos preciosos  momentos que nos dejan sin aliento.”

Y bien ahora solo te invito a reflexionar ¿qué tanto te cuesta? regalar buenas acciones,  actuando y dando lo que sabes, te encantaría recibir a ti también, ¿no lo crees? Bien vale la pena hacer la prueba y descubrir todos esos preciosos momentos que segura estoy, te dejaran sin aliento.

¡¡Dios te Bendice, te guarda y te acompaña por siempre!!

Hasta el próximo martes.