Recuerdo que cuando estaba en la primaria tenía grandes amigas, solíamos decir que nuestra amistad sería eterna y que al pasar de los años seguiríamos juntas apoyándonos, que tendríamos hijos de la misma edad y que para los 25 años estaríamos realizadas plenamente.
Al pasar a Secundaría, ya no eramos las mismas, había más niñas y empezamos a cambiar de amistades, solo pensábamos en el baile de graduación y quién iría con pareja y quien no, esa es la edad en la que te enamoras eufórica mente de un cantante, de un actor y todo lo demás pierde sentido.
Cuando menos lo pensé ya estaba en la preparatoria, ya tenía un nuevo grupo de amistades, ya me caían mal mis antiguas amigas porque se habían convertido en una clase de persona que desconocía por completo.
Fue hasta la facultad que emprendí un rumbo fijo, quería terminar la carrera, tenía buenas compañeras pero no en todas confiaba, sabía que las personas cambian y que poner mis secretos en manos de cualquiera no era opción.
Así fue como me dí cuenta de el verdadero valor de la amistad. Con el paso del tiempo, algunas se casaron, otras se enfocaron en relaciones amorosas dañinas, algunas se mudaron, otras disfrutaban el momento y yo que trataba de acoplarme y encajar con todas ellas, pero....que difícil es tratar de encajar con personas con quién ya no tienes muchas cosas en común.
Entonces comprendí que todas vivíamos diferentes etapas y que con el paso del tiempo las personas cambian. No está mal cambiar porque es parte del proceso, del vivir nuevas experiencias. Evolucionamos y eso hace que ya no encajemos, que nos sintamos tan ajenas. La misma evolución hace que nuestras metas cambien. Hoy no culpo a nadie de las personas que se alejaron de mí, por lo contrario entiendo que su misión en mi vida había terminado y que para crecer necesitaban seguir caminando.
Pero sobretodo, hoy valoro a las personas que encontraron el equilibrio para evolucionar a mi lado, personas que aunque con actividad no afines a mi, siguen en mi vida a lo largo del tiempo. Esas son las personas que sé que hasta el fin de mis días van estar para mi y yo para ellas.
La amistad como el amor, no necesita ser perfecta pero si verdadera para llegar a encontrar ese equilibrio y evolucionar de la mano.
Crayola
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